

Secciones
Servicios
Destacamos
ALBERTO SURIO
Martes, 3 de marzo 2009, 11:46
DV. La posibilidad de que el socialista Patxi López sea el próximo lehendakari de Euskadi empieza a cobrar fuerza de una manera acelerada en las últimas horas. La mayoría de las formaciones no nacionalistas en el Parlamento Vasco - PSE, PP y UPyD suman 38 escaños en la Cámara- constituye el dato relevante que hace a todas luces viable el cambio político. Sobre todo cuando la dirección federal del PSOE avala la voluntad de los socialistas vascos de presentar a López como candidato a la investidura a tenor de los resultados obtenidos en el País Vasco el 1 de marzo.
Será en todo caso el PNV el que inicie las conversaciones con las formaciones presentes en el Parlamento Vasco, tal como anunció el mismo domingo por la noche el presidente del EBB, Iñigo Urkullu. El empeño de los jeltzales es que, en función de los resultados, es a Ibarretxe al que le corresponde liderar la próxima etapa como lehendakari y para ello van a medir primero cuáles son los respaldos que tiene en la Cámara. Los nacionalistas consideran una verdadera «agresión política» la posibilidad de un acuerdo en la investidura en torno a Patxi López que les desaloje del poder, advirtió ayer el presidente del Bizkai Buru Batzar, Andoni Ortuzar. «Es un acuerdo de Estado», sentenció Joseba Egibar, representante de la línea más soberanista y que no se plantea, ni como hipótesis, la posibilidad de un entendimiento entre nacionalistas y socialistas. «Son dos estrategias frente a frente», sentenció.
No obstante, otros dirigentes del PNV se muestran más sutiles a la hora de sondear la disposición del Partido Socialista. Urkullu emplazó el mismo domingo al «sentido de la responsabilidad» tanto de Zapatero como de la dirección federal del PSOE. Y es que la previsible decisión del PSE de presentar a López como candidato acarreará de forma automática un endurecimiento de la oposición de los jeltzales en Madrid.
El respaldo a Zapatero
A pesar de esta radicalización, el PSOE tiene claro que el PSE debe tener manos libres en este asunto, a diferencia de sus compañeros de Navarra. Esta clarificación de posiciones en el PSOE resulta determinante para entender la histórica apuesta del PSE. El fuerte ascenso en el respaldo al PSE en las elecciones autonómicas ha sido interpretado como un espaldarazo al proyecto del «cambio tranquilo y la alternancia». La dirección federal del PSOE había visto con recelos y reservas este escenario antes de los comicios, sobre todo porque el desalojo del PNV del poder implicaría con toda seguridad que los jeltzales dejasen de apoyar al Gobierno de Zapatero, cuyos últimos presupuestos negociaron y votaron.
El PSOE entiende que no tiene en la práctica una alternativa a la presentación de López como candidato y que, tal como están las cosas, ni la opinión pública ni su electorado entenderían que facilitase la continuidad de Ibarretxe al frente de un gobierno en minoría. Hasta hace pocas semanas, relevantes dirigentes de Ferraz advertían del «tablero perverso» que supondría la actual relación de fuerzas resultante el pasado domingo. Es decir, un López convertido en segunda fuerza política pero que con el apoyo de los no nacionalistas obtiene la mayoría absoluta en el Parlamento. Se trataba de un «damero maldito», en palabras literales de un ministro de Zapatero, en la medida en la que podría complicar la gobernabilidad y dificultar la aprobación de los Presupuestos, sobre todo en una coyuntura de crisis económica.
No obstante, la apuesta firme del socialismo vasco, el empuje de Patxi López, la implicación personal de Zapatero en la campaña del PSE y, sobre todo, la derrota del Partido Socialista en Galicia, han cambiado el decorado político y han introducido nuevas variables. Los socialistas consideran que tienen la obligación moral de liderar un proyecto de cambio en Euskadi, aunque esta iniciativa no pase por un gobierno de coalición con el PP, hipótesis totalmente descartada.
En ese sentido, aunque en el PSE se contemple a un gobierno de coalición con el PNV encabezado por López como «la fórmula ideal», el pronóstico más previsible es el de un ejecutivo socialista en solitario y en minoría, que tendría en principio el apoyo de los 24 parlamentarios de esta formación a la espera de que se resuelva el recuento definitivo de Álava que podría proporcionarles el escaño 25. Los socialistas explorarán antes todas las posibilidades que ofrezca el actual abanico parlamentario.
El escaño de UPyD
La decisión del PSE es evitar a toda costa un gobierno que proyecte la dinámica de frentes en Euskadi aunque sabe que para ello tendrá que sortear un perfil muy agresivo por parte del nacionalismo, agraviado por su desalojo del poder. El PSE no renuncia, en ese sentido, a obtener el escaño 25 en Alava que no le haga depender para la elección del lehendakari del parlamentario de UPyD. La líder de esta formación, Rosa Díez, ya advirtió que su objetivo en Euskadi no sólo es mandar al nacionalismo a la oposición sino articular un gobierno constitucionalista en el País Vasco. «El cambio tiene condiciones y no vamos a dar un cheque en blanco», aseguró ayer. López ya ha lanzado a sus compañeros de partido que, en el supuesto que tuviera que formar gobierno, se rodearía «de los mejores» y no estaría pensando en criterios de partido a la hora de formar su gobierno.
Otra de las características de un gobierno solitario en minoría es que tuviera cierta provisionalidad durante unos meses, por ejemplo hasta después del verano, hasta que se compruebe la evolución de las dinámicas de los partidos vascos. En determinados ámbitos políticos se considera que la negociación de los Presupuestos en el Parlamento Vasco puede también relacionarse con las negociaciones de los Presupuestos en las Juntas Generales de Gipuzkoa, Vizcaya y Álava.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
No te pierdas...
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.