XABIER GALARTZA
Domingo, 29 de marzo 2009, 05:29
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DV. En lugar de rematar, el Arrate acudirá el próximo sábado a Zaragoza con el propósito de remontar una eliminatoria que se le llegó a escapar prácticamente de las manos al llegar a ceder una preocupante renta de siete goles (17-24) durante el transcurso del tercer cuarto de partido.
La lectura más positiva que se puede hacer de lo acontecido ayer en Ipurua fue la capacidad de reacción. La plantilla albiazul se resistía a que el sueño europeo se desvaneciera de manera anticipada y trató con más ganas que acierto de reconducir la situación.
Levantar tres goles en Zaragoza supone un reto muy complicado, pero no imposible. A poco que consiga mejorar sus estadísticas, sus opciones de seguir pujando por hacerse con un hueco en las semifinales de la Copa EHF pueden crecer considerablemente. No suele ser habitual que desaproveche tres penas máximas en un partido, uno de ellas dentro del último minuto, lo que le hubiera valido para terminar dos abajo y enderezar sustancialmente su situación. Tampoco supo exprimir correctamente las repetidas situaciones en las que gozó de superioridad numérica.
El CAI fue el claro dominador de la contienda y así lo quiso dejar por sentado desde los primeros minutos imprimiendo un intenso ritmo al partido.
Fue capaz de superar la defensa local sin excesivas dificultades. La mayor dificultad la encontró en estos inicios en un entonado Iñaki Malumbres, aunque su insistente verticalidad y buena puntería acabó por mandar al meta navarro al banquillo temporalmente en favor de Vucinic.
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Mientras el CAI Aragón hacía gala de su amplio abanico de recursos ofensivos para perforar la meta arratearra al surtirse de la eficacia desde el exterior de Zaky y la del veterano Ortega, que lideró en muchos minutos a su equipo, así como del buen hacer del extremo Cartón, el conjunto albiazul no veía compensado con éxito sus elaborados ataques. La vía que mayor recompensa le dio fue la de la conexión con el pivote y los desdoblamientos. La combinación con los extremos, en cambio, fue inexistente, mientras que los tiradores como Jurkiewicz, Cutura y Kobin veían que tenían muchas dificultades para lanzar con comodidad ante el estrecho marcaje de los maños. Una situación, sin embargo, que fue paulatinamente desapareciendo durante el transcurso del partido.
Julián Ruiz trató de enmendar la situación moviendo el banquillo y ordenando un cambio de sistema defensivo sin éxito. Ordenó a sus hombres a emplear el cerrojo 6:0 después de comprobar durante unos pocos minutos que el 3:2:1 no tenía ningún efecto en la productividad del CAI.
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