El claustro, invadido por las obras, y al fondo el tejado provisional instalado para proteger la rehabilitación de la cubierta de la iglesia. / FOTOS: USOZ
EL 'NUEVO' MUSEO, ASÍ VA LA OBRA

San Telmo desnuda su historia

La rehabilitación y ampliación del viejo edificio del siglo XVI ha destapado nuevos elementos de la historia de San Sebastián. El museo se abrirá al público en el último trimestre de 2010

MITXEL EZQUIAGA

Domingo, 5 de abril 2009, 04:11

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DV. La obra está siendo como una novela de Umberto Eco o como uno de esos históricos al estilo de . San Telmo es un edificio del siglo XVI y a medida que ha ido avanzando su rehabilitación y ampliación las piedras han empezado a hablar. Aparecieron restos humanos (unos monjes del XVII), se ha descubierto una pequeña cripta desconocida bajo el altar de la iglesia y han asomado algunos frescos inesperados. Y todo ello está obligando a realizar la obra con mayor mimo aún, rodeada de restauradores y todas las precauciones para mantener la memoria histórica.

Pese a todo, los trabajos avanzan en los ritmos y costes marcados, explica la directora del museo, Susana Soto, mientras se ajusta el casco en la cubierta del edificio, donde se descubre una vista inédita de San Sebastián. A finales de este año estará concluida la obra arquitectónica y a lo largo de 2010 se implantará el proyecto museográfico. En el último trimestre del próximo año se abrirá al público este nuevo San Telmo que reordena y amplía sus fondos para convertirse en un «museo de la sociedad vasca» (aún se trabaja en una denominación más precisa y lucida) que explicará la historia e imaginarios vascos desde los tiempos remotos hasta hoy. El coste conjunto de la operación se cifra en torno a los 24 millones de euros.

Visitar estos días la obra supone pasear entre piedras de hace cinco siglos, técnicas de construcción actuales y una concepción de la reforma absolutamente contemporánea, ideada por los arquitectos Fuensanta Nieto y Enrique Sobejano, ganadores del concurso convocado en su día y hoy enamorados de este proyecto, según confesaban a DV esta semana en una visita a la obra rodeados de un grupo de cuarenta estudiantes alemanes de arquitectura, alumnos de Sobejano.

Respeto histórico

La rehabilitación del viejo edificio se ha acometido con un máximo respeto histórico. Han desaparecido algunas de las ampliaciones que se añadieron en los años 1928-1932, como la prolongación de la fachada hacia el monte o los levantes sobre las capillas adyacentes al convento.Y han ido apareciendo inesperadas sorpresas arquitectónicas: la cubierta de la iglesia se encontraba en un estado peor de lo previsto y ha obligado a una rehabilitacón y retejado «muy complicados, porque se ha desarollado por restauradores con el máximo respeto histórico». Para proteger el edificio mientras se restauraba la cubierta fue preciso instalar un tejado metálico y provisional, que puede verse en las fotos y ha cambiado por unos meses la tradicional fisonomía del edificio. «Ha sido un trabajo de detalle para reparar los 800 metros cuadrados de la cubierta, una tarea enorme que luego no se verá pero que servirá para devolver al museo una nueva juventud respetando su antigüedad», apunta el arquitecto Enrique Sobejano.

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Al lado del viejo edificio, pegado al monte Urgull, se levanta la ampliación que acogerá parte de las exposiciones temporales (se habilita un espacio de más de 1.400 metros cuadrados), salas didácticas y los accesos y cirulaciones por el reformado museo. Esta nueva ala completa la nueva estética de la Plaza de Zuloaga y permitirá un mayor uso ciudadano de la plaza, más resguardada que hasta ahora.

Pero es en la reforma del viejo edificio, que fue convento y cuartel antes de su reconversión en museo en los años 30 del siglo pasado, donde han aparecido las sorpresas. Primero fueron los restos humanos de monjes del siglo XVII, de la época en que el edificio era aún convento. Después, en la iglesia del edificio, apareció la segunda gran sorpresa: bajo el altar se ha encontrado una cripta cuya existencia era desconocida (ni siquiera aparecía en los planos de la época) y que al parecer data de la fecha misma en que se construyó el edificio y que se cree estaba destinada a acoger los restos de las personas que colaboraron en la construcción del museo.

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Y es en la misma iglesia donde ha aparecido la tercera sorpresa: unas pinturas que también corresponden, al parecer, a la fecha de la construcción del convento.

Pese a esos hallazgos propios de de Eco, la obra avanza a su ritmo para dar al nuevo museo un uso moderno respetando su personalidad histórica. El equipo de Susana Soto prepara ya el proyecto museográfico y el programa de exposiciones temporales que presentará al público el nuevo San Telmo. ).

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