Cuatro Cosas ParaHacer en… zafra

Más allá de la plaza Grande y la Chica

Por la pacense Zafra pasó mucha mercancía, mucho noble, mucho religioso y, claro, algo de todo aquello quedó. Aquellos que tengan ojos lo podrán comprobar…

GONTZAL LARGO|

Jueves, 16 de julio 2009, 05:43

1. Dos foros mejor que uno. Hay ciudades y villas que se conforman con una única plaza mayor. Zafra, no. Tal vez por eso tiene dos: la Grande y la Chica. Esta ostentación se debe al importante peso comercial que, desde la Edad Media, ha tenido esta localidad pacense, varada entre Mérida y Sevilla. Una, la Grande, ha servido tradicionalmente para el ocio. La otra, para el negocio, el mercadeo y el intercambio de maravedíes, pesetas o euros. Zafra, al igual que Toledo, fue una de esas ciudades en las que convergieron moros, judíos y cristianos, alumbrando una sociedad próspera y comercial. Por ello, no extraña encontrar en el fuste de una de las columnas de la plaza Chica una suerte de canalillo de 83 centímetros. Se trata de la vara castellana, millones de veces utilizada para medir tal o cual cosa. Lo que decía la vara iba a misa. Hablando de ir: imprescindible visitar también el Palacio de los Duques de Feria, hoy convertido en Parador de Turismo. Ello no es óbice para acceder al lugar, fisgonear el patio, subir y bajar escaleras y sentarse a tomar un algo bajo los pórticos.

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2. Ruta religiosa con fundamento. En Zafra (http://zafra.dip-badajoz.es) hay muchas iglesias, unos cuantos conventos y un buen puñado de casas nobles. ¿Los imprescindibles? La Iglesia de la Candelaria, que cuenta con varios lienzos de Zurbarán. Prohibido abandonar la villa sin dedicarle un tiempo al convento de Santa Clara. No porque allí guarden los sepulcros de los primeros Duques de Feria que fueron colocados en una pared vertical, en vez de una lógica y yacente posición horizontal, sino porque acoge en sus salas un entretenidísimo museo religioso repleto de curiosidades relacionadas con la Santa Madre Iglesia: desde las estancias en las que duermen las clarisas hasta relicarios con fragmentos de San Sebastián, pasando por bellísimos códices o truculentas tallas de Santos.

3. Dos claves para una buena vida. En realidad, no es un hotel, sino un palacio. Uno que se ha vestido de hotel y a cuyas habitaciones le han puesto nombres sureños como Hierbabuena o Miura. Tiene cuatro estrellas pero aquellos que se alojan se encuentran como en casa porque el trato es tan familiar como suntuoso. Presume de techos altísimos, miradores de forja y cristal, y buen gusto hasta bajo las camas. Es la Casa-Palacio Conde de la Corte, un edificio emplazado en el corazón de Zafra recientemente recuperado como alojamiento de arrebatador encanto. www.condedelacorte.com. Tfno. 924 563 311. Se llama El Acebuche y lo gobierna Andrés Moreno, quien antes de instalarse en la calle Santa Marina de Zafra (Tfno: 924 553 405) trabajó, entre otros, en los fogones de Zuberoa. A pesar de estar en el corazón de Extremadura, gusta de trabajar con pescado. También toca la cocina contemporánea, pero sin moderneces, siempre mimando el producto de la tierra. Es por ello por lo que todo aquel que aterriza en El Acebuche, quiere volver para catar su Ventresca de atún a la plancha con salsa romesco. Otro plato que es una fiesta es su arroz con boletus y foie. Un foie, por cierto, que se produce allí mismito, en Fuente de Cantos y se vende por su calidad en, por ejemplo, los almacenes Harrods de Londres.

4. La ciudad enterrada. Durante décadas, los vecinos de Fuente de Cantos sabían que ese cerro situado junto al arroyo Bodión Chico escondía algo. Lo sabían porque bastaba remover un poco la tierra para que aparecieran ordenadas hileras de piedras o, incluso, ruedas de carro de vaya usted qué época. Las últimas fueron a parar al Museo Arqueológico de Badajoz, y los muros comenzaron a ver la luz hace apenas media docena de años, cuando se inauguraron las excavaciones del poblado prerromano de Castillejos. Compuesto por dos sectores y rodeado por una gruesa muralla, el yacimiento hunde sus cimientos en tiempos neolíticos y prolongó su existencia hasta la ocupación romana. En Fuente de Cantos nació, además, el pintor Francisco de Zurbarán al que le dedican un completo Centro de Interpretación en el antiguo convento de San Diego. Información: 924 580 380.

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