ÓSCAR B. DE OTÁLORA
Viernes, 18 de septiembre 2009, 04:26
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DV. Dos ertzainas aplastan a la parlamentaria del PNV Garbiñe Sáez contra el suelo de asfalto mientras otros dos agentes vascos abren fuego con subfusiles. Su vehículo acaba de ser alcanzado por la explosión de una bomba y, emboscados en algún lugar cercano, varios terroristas intenta ametrallarles. Uno de los ertzainas, vestido de negro y encapuchado, sujeta por el cinturón y los hombros a la diputada y la lleva en volandas hasta un segundo coche que había sobrevivido a la explosión. A su alrededor, los disparos, los gritos de los agentes y el rugido del motor de un coche lejano crean un estruendo ensordecedor.
El agente que la acarrea -aparenta hacer el mismo esfuerzo que si llevase un bebé en brazos- la lanza al asiento trasero de un segundo coche que se acerca a socorrerles. En cuanto la ve caer sobre la tapicería, el ertzaina se lanza sobre ella para que su cuerpo detenga cualquier bala que pueda atravesar la carrocería. El conductor de este segundo automóvil quema las ruedas sobre el asfalto en un acelerón salvaje que les aleja en dos segundos de la zona de guerra. Allí, dos ertzainas con subfusiles continúan disparando hasta que llega un tercer coche de apoyo. Los casquillos de la balas rebotan entre sus botas de asalto.
«Supongo que mis escoltas harían eso», dice con una sonrisa el parlamentario socialista José Antonio Pastor, que asiste al ensayo de protección de autoridades en la pista de entrenamiento de Berroci. «No me he enterado de nada», confesó la parlamentaria del PNV Garbiñe Sáez, que se había presentado voluntaria al ensayo de ataque a una persona amenazada. «Para cuando me he querido dar cuenta ya había terminado. Son unos profesionales», agregó.
Periodistas y representantes de los partidos políticos, -excepto los miembros del Grupo Mixto, algunos de cuyos componentes participan en una visita al Sáhara-, visitaron ayer por primera vez en la historia la base de Berroci, la sede de las unidades de élite de la Policía vasca y embrión, casi clandestino en los años 80, de la actual Er-tzaintza. En treinta años nunca se había permitido la apertura de la base de manera oficial a representantes políticos y, mucho menos, a medios de comunicación. Los nuevos responsables de la consejería de Interior, en una política de transparencia, rompieron ayer el velo de silencio que rodea a este aislado enclave alavés y permitieron el acceso a personas ajenas al trabajo de las unidades de élite -conocidos coloquialmente como 'berrocis'-. Y para abrir las puertas eligieron una demostración de la actividad de las unidades más punteras de la Policía autónoma. «Queremos trasladar a la ciudadanía que tenemos unidades muy preparadas para intervenir en todo momento en defensa de sus libertades», puntualizó el consejero Rodolfo Ares.
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Los parlamentarios no dudaron en colaborar con los expertos de la Policía autónoma. Iñigo Iturrate, del PNV, Joana Madrigal, del PSE, y Carlos Urquijo, del PP, se presentaron voluntarios para ser secuestrados y liberados por la unidad de asalto de la Policía vasca -Berroci Berezi Taldea (BBT)-. La unidad, según los mandos policiales, tiene una formación muy avanzada en las intervenciones en el medio rural, aunque está preparada para todo tipo de asaltos. El único área en el que no trabajan es el rescate de rehenes en aviones, ya que la competencia de medios aéreos está en manos de las Fuerzas de Seguridad del Estado.
'Papelina' en la batería
La exhibición incluyó el trabajo de perros capaces de encontrar una 'papelina' de heroína oculta en la batería de un coche, el descenso de cuatro ertzainas desde un helicóptero en medio del bosque para neutralizar a dos terroristas en el monte o la detención de dos supuestos miembros de ETA que se encontraban dentro de un coche.
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La visita no se limitó a la base de Berroci -en la que por primera vez ondeaba una bandera española-. Después de que un helicóptero de la Ertzaintza diera varias pasadas a los políticos sobre las montañas que rodean Berroci, los cargos fueron conducidos a la base de Erandio. Ya sin periodistas, los miembros de la Comisión de Instituciones e Interior conocieron el 'pentágono' de la Policía vasca, el gigantesco edificio que alberga a las jefaturas de todas las divisiones. Y se les reveló el trabajo de las unidades estrellas: el 'CSI' , el equipo que recompone los crímenes vascos con ADN, huellas digitales y casquillos de bala.
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