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En equipo. Irujo conversa con Altadill mientras Beroiz sigue el ejercicio de lumbares que realiza Eulate ayer en Huarte. :: LUIS AZANZA
La cuadrilla de Irujo en Huarte
PELOTA

La cuadrilla de Irujo en Huarte

Eulate, Beroiz y Ongay comparten sesiones físicas con el de Ibero en el polideportivo. Aritz Altadill supervisa la preparación del grupo de pelotaris navarros de Aspe

ENRIQUE ECHAVARREN

Jueves, 3 de diciembre 2009, 08:48

Juan Martínez de Irujo tiene su propia cuadrilla en Ibero, uno de cuyos máximos exponentes es su amigo Lagarto, y también cuenta con otra, aunque menos ruidosa, en Mutilva, donde ahora ha fijado su residencia. Como no hay dos sin tres, como reza el refrán, la de diario es la que conforman Pedro Martínez de Eulate, Mikel Beroiz y Alberto Ongay, sus compañeros de fatigas en las sesiones de físico en el polideportivo de Huarte, bajo la supervisión de Aritz Altadill, licenciado en Educación Física. Hace unos años, el grupo era más amplio. En él figuraban Eugi, Lasa III, Goñi III y Chafee. La tutela corría a cargo de Juan Iribarren, preparador físico que recaló después en Osasuna y Atlético de Madrid.

La de ayer era la última para Martínez de Irujo antes de la final del Cuatro y Medio que le enfrentará el martes en el Atano III de Donostia a Sebastian Gonzalez. La cita era a las 11.00. Mañana fresquita en Huarte. El termómetro marcaba siete grados. Beroiz fue el primero en llegar al frontón. Lógico, vive en Huarte. Bueno, el más madrugador fue Alberto Ongay, el último en incorporarse a la cuadrilla. Lo hizo en junio pasado. El delantero de Satrustegi se entrenó antes ya que tenía que desplazarse a Logroño. «He quedado con el masajista. Arrastro un golpe en la mano derecha. A ver si me da un buen repaso», nos dijo antes de abandonar el recinto.

Eulate fue puntual, no así Irujo, quien se presentó en el polideportivo con algún retraso. No mucho, unos cinco minutos. «Voy pitando para adentro, si no me van a tirar de las orejas», afirmaba el de Ibero. Sabía lo que le esperaba.

Allí, en el gimnasio, estaba Aritz Altadill, el preparador físico, quien desde hace cuatro años se ocupa de su puesta a punto. Licenciado en Educación Física y palista profesional, rumiaba aún la derrota de la víspera en el Deportivo de Bilbao ante Garma (35-31) en el Individual de promoción, que le deja en la calle. «El partido lo perdí yo, fue mi culpa», confesaba.

Calentamiento y pesas

La sesión comenzó con un ligero calentamiento, al que le siguió una sesión de pesas frente a un espejo para potenciar la musculatura pectoral. Su técnica ha mejorado bastante, pero aún dista mucho de ser la ideal. Series de tres alzadas en la modalidad de dos tiempos. Primero con diez kilos, luego con veinte y así continuamente. No levantaban la barra desde el suelo, sino a la altura de las rodillas. «Eulate ha solido levantar 75 kilos, Juan alguna vez lo ha intentando con 72,5. Beroiz no pasa de 70», dice Altadill. Aún no se han atrevido a hacerlo en arrancada. «Todavía no dominan esta técnica como para enseñarles otra nueva más complicada», apunta el preparador físico.

Se emplearon a fondo. «Venga Pedro, la última serie», animaba Altadill a Eulate, que buscaba aire donde no lo había. Los pelotaris cumplían sus órdenes a rajatabla. Eso sí, sin perder el buen humor. «Hoy hay que hacer todo sin rechistar», avisó Irujo a sus compañeros de fatigas. «No creas que siempre es así -se sinceraba Altadill. Algún que otro día he tenido que sacar el látigo... A veces me piden una tregua. Todo en la vida es negociable».

Las sesiones físicas no tienen un horario establecido. Varían en función de la carga de trabajo de cada pelotari. «Solemos trabajar dos días a la semana como mucho. Entre 45 y 90 minutos, depende de los partidos que hayan jugado la semana anterior».

«Es nuestro trabajo y lo aceptamos a gusto. Si hay que sudar, se suda. El beneficio es únicamente para nosotros. Además, el ambiente es ideal», afirma Eulate mientras Irujo tararea el estribillo de la canción de los Beatles «All you need es love» que se escucha por el hilo musical del gimnasio.

Gomas elásticas

El de Ibero no tuvo ocasión de mostrar sus dotes musicales, porque acto seguido Altadill le conminó a que realizase unos ejercicios con unas gomas elásticas. Irujo se las ajustó al tobillo y tiró de ellas hacia atrás con fuerza. «Juan hace este ejercicio para trabajar el glúteo medio ya que arrastraba molestias en el tendón rotuliano. Le viene muy bien para corregirlas». La paliza continuó con otras series de flexiones para fortalecer los músculos isquiotibiales.

Pero ahí no acabó la historia. Salieron a la cancha del polideportivo, donde Altadill les había preparado un circuito con aros, vallas y conos en línea recta que debían completar varias veces. Antes, realizaron carreras laterales y saltos con un pie tratando de mantener la verticalidad el mayor tiempo posible. «Primero, dar pasos cortos y después salida». Irujo, Eulate y Beroiz se emplearon al máximo. A este último se le atragantó uno de los conos que tenía que sortear antes del sprint final. Siempre el mismo. Lo derribó siempre. El objetivo de este ejercicio no es otro que tratar de mejorar la agilidad y coordinación del pelotari.

«Demasiado para el cuerpo»

«Esto es demasiado para el cuerpo -imploraba Irujo-, te cansas más cuando paras que cuando corres». La coletilla de Altadill no se hizo esperar. «Si les ves el primer día, era para salir en el programa Vídeos de Primera». No miente, seguro.

No contentos con el tute recibido con anterioridad, Eulate y Beroiz se enzarzaron en unos lanzamientos mutuos con un balón medicinal mientras Irujo se las tenía tiesas con Altadill con una goma elástica que cada uno sujetaba desde un extremo. Juan le daba con toda su alma, con ambas manos, y la cuerda ondeaba a una velocidad de vértigo. Y de postre les esperaban unos abdominales, que Irujo eludió sibilinamente.

Antes de pasar por la ducha, Irujo, Eulate y Beroiz querían tener contacto con la pelota y se colaron en un barrene en un frontoncito anexo a la cancha en el que el aficionado Eneko Yoldi, también nacido en Huarte, y un amigo habían echado un pulso. «Yoldi ganó el año pasado el Torneo DV con Cecilio y este año volverá repetir», adelantaba Irujo con dotes de adivino. Sin tiempo para respirar, ya estaban haciendo planes para la tarde. «Vamos a ver las semifinales del torneo de Huarte. Tú tendrás entradas...», le preguntaron Irujo y Eulate a Beroiz. Ahí quedó la historia.

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