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EIBARRESES HISTÓRICOS

Baltasar Albéniz

Hoy hace 105 años nació en Eibar un hombre que fue santo y seña del balompié español

EUSEBIO GORRITXATEGI

Miércoles, 6 de enero 2010, 04:08

En un día como hoy, festividad de Reyes pero hace la friolera de 105 años y como si de una premonición se tratara, vino al mundo en la entonces villa armera de Eibar un niño al que sus padres le pusieron el nombre de Baltasar y quien a lo largo de su vida ha sido santo y seña del balompié español, tanto en su vertiente de jugador como de entrenador. Entre sus éxitos, se hallan el primer ascenso del 'Glorioso' Deportivo Alavés a la Primera División, en calidad de interior, y dos Copas del Generalísimo dirigiendo nada menos que al Real Madrid y Athletic de Bilbao. Nos estamos refiriendo a un auténtico 'monstruo' del fútbol, Baltasar Albéniz Martínez que vio su primera luz el 6 de enero de 1905 y falleció en Pamplona el 29 de noviembre de 1978, víspera de San Andrés (patrono de Eibar), a los 73 años de edad. El bueno de Baltasar, a pesar de que todo el mundo le auguraba una extraordinaria proyección como futbolista por su refinada calidad y visión de juego, triunfó en sus dotes de técnico, consiguiendo un palmarés, sencillamente, impresionante: en la campaña 1934-35, en plena II República, alterna de centrocampista y míster en el centenario Arenas de Guecho, para ya tomar la sabia decisión que su futuro estaba en los entonces también 'eléctricos' banquillos. Su trayectoria, como técnico, es la siguiente: temporada 1939: Deportivo Alavés; 41-44, Celta de Vigo; 44-46, Espanyol de Barcelona; 46/47, Real Madrid; 47/48, Deportivo Alavés; 50/51, Real Madrid; 55-57, Club Atlético Osasuna; 57-58, Athletic de Bilbao; 58-58, Unión Deportiva Las Palmas y Celta de Vigo; 60-62, Real Sociedad; 1963, Osasuna; 71-72, Osasuna; 72-73, Tudelano, y todavía le sobró tiempo para llevar los destinos del Atlético Tetuán, Indauchu y acabar siendo, rebasados los 70 años, el máximo responsable de la Federación Navarra. Toda una enciclopedia abierta del espinoso mundo del balón y, sobre todo, un caballero que siempre presumió de ser eibarrés.

Sus primeros pasos serios los dio en el hoy desaparecido campo de Otola-erdikua militando como federado en la Unión Deportiva Eibarresa, en un equipo en el que brillaban asimismo con luz propia los luego internacionales absolutos Ciriaco Errasti, Roberto Echeverría y Unamuno. El protagonista de hoy luego defendió la elástica del Donosti y a continuación la del Deportivo Alavés, siendo uno de los artífices del ascenso a Primera, hito que tuvo lugar el 30 de marzo de 1930, en el campo de Mendizorroza, en la decimoctava y última jornada del campeonato liguero al derrotar, con goles de Calero y Crespo, por 2-0 al Betis Balompié.

Sus triunfos, conocimientos y estrategias exhibidos en Vitoria, Vigo y en la Ciudad Condal no pasaron desapercibidos para nadie, hasta el extremo que fichó por el entonces poco menos que intratable Real Madrid, club merengue con el que obtuvo, además de la Copa Eva Duarte de Perón, la Copa del Generalísimo en la temporada 1946-47, en la final disputada en el estadio de Riazor (La Coruña) el 22 de junio contra el RCD Espanyol al ganar por 2-0. Subrayar que en semifinales eliminó al Athletic y que en Liga quedaron en el séptimo puesto (los partidos de casa los jugaron en el Metropolitano del Atlético de Madrid, por la construcción del nuevo estadio de Chamartín), resultando campeón el Valencia que sumó 34 puntos, los mismos que los subcampeones, los 'leones' de San Mamés. Ese año bajaron el Castellón, Deportivo y Real Murcia y subieron el Alcoyano, Gimnástic de Tarragona y Real Sociedad.

Decir que Baltasar relevó en marzo de 1946 en el banquillo del Bernabéu a Jacinto Quincoces, que pasó a ocupar la secretaría técnica, y en octubre de 1950 llegó para sustituir al prestigioso técnico inglés Michael Keepin que había dejado una gran huella al desempeñar una buena labor al frente del equipo blanco. El eibarrés, hombre de total confianza en el Real Madrid, llevó a cabo tareas claves en su Secretaría por espacio de otros cinco años. Brillante fue igualmente su paso por el Osasuna, pues en la temporada 1955/56 consiguió que el club rojillo lograse un nuevo ascenso en su historia y sentara las bases hasta convertirse en un sólido conjunto en Primera, factores que le hacen ser catalogado por los críticos y estudiosos del fútbol español unos de los mejores técnicos de la entidad que hoy preside Patxi Izco.

Su caminar ascendente por los vestuarios y campos no terminó, ni mucho menos, en el viejo reino de Navarra. De hecho, en la campaña 1957-58, al mando del Athletic de Bilbao, haciendo alarde de una valentía táctica sin igual y sorprendiendo en ese extremo a propios y extraños, se llevó, otra vez, la Copa del Generalísimo al vencer por 2-0 a 'su club', el Real Madrid, con tantos de Eneko Arieta y Mauri. En la polémica final, que se celebró el 29 de junio en el Santiago Bernabéu (se tenía que haber jugado en un estadio neutral, aunque fuese en la capital estatal). Recalcar que los madridistas, pocas fechas antes, resultaron campeones de la Copa de Europa al derrotar por 3-2 en Bruselas al Milán. Intervino en la autorización para que el magnífico guardameta de la Real Sociedad, José Araquistain fichase por el Real Madrid, gestión que se acordó en una reunión extraordinaria de la Junta Directiva txuri urdin acaecida en agosto de 1962. El magnifico portero triunfó durante seis campañas en el Madrid.

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