
I.L. SALEGI
Jueves, 7 de agosto 2014, 00:04
Una ermita empotrada en una cueva. Así se podría describir de forma breve la ermita de Sandaili o San Elías del barrio oñatiarra de Araotz.
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Pero no es sólo un lugar curiosos de ver, aún guarda cierto misticismo en una pileta labrada en roca que almacena el agua que discurre por la pared.
Antiguamente las vecinas de Oñati se introducían en esas aguas hasta la cintura para hacer un llamamiento a la fertilidad. Por su parte, las de Salinas metían tantos dedos como hijos querían tener. Y desde Araba se acercaban en tiempo de sequía para pedir lluvias.
El acceso a la cueva está facilitado por buenas escaleras de piedra labrada. El fondo del vestíbulo estuvo cerrado en tiempos por una pared que hoy se encuentra derruida en gran parte.
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