Más que con aplausos, la nueva alternativa que ha salido a escena para la reforma del Teatro Principal –que contempla demolerlo y unirlo al vecino edificio Ópera para crear un gigante escénico de más de 40 millones de euros– ha sido recibida con una ... reveladora frialdad. Los grupos de la oposición no han tardado en mostrar sus reservas, lo que está dentro en el guión de lo previsible. Pero el caso es que hasta el propio equipo de Gobierno PNV-PSE ha acogido este nuevo planteamiento con más cautela que entusiasmo. En el fondo, a nadie parece convencerle.
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Tanto desde Cultura como desde Territorio (las dos áreas municipales que pilotan la operación de reforma del centenario teatro) se circunscribe el nuevo planteamiento ni más ni menos a lo que es: una opción, otra más, que «hay que analizar con detenimiento».
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