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BaionaEdur Arregi, Juan José Etxabe, Jon Ozaeta, Xabier Arizabaleta y Joxe Uribesalgo celebran la primera acción contra las lápidas. DV
Objetivo, las lápidas de los caídos

Arrasate

Objetivo, las lápidas de los caídos

Acción. El episodio de la rotura de las lápidas por los caídos en el bando franquista, trajo una larga cola que desembocó en la multa gubernativa de 25.000 pesetas al párroco Iñarra

Kepa Oliden

Arrasate

Sábado, 15 de marzo 2025, 19:32

De entre todas las acciones de resistencia contra la dictadura franquista realizadas en Arrasate, la que «más simpatías despertó fue la rotura de la lápida de los 'caídos por Dios y por España'». Así lo atestigua Juan Ramón Garai, veterano sindicalista e investigador de las asociación memorialista Intortxa 1937.

  • El asunto de la multa impuesta por el gobernador civil al párroco se prolongó hasta 1973 Iñarra presentó otro nuevo recurso, esta vez con el apoyo del abogado Juan Mª Bandrés. Pero todo fue en vano, y tuvo que pagar.

Garai ha ahondado en este episodio acaecido el 6 de marzo de 1967 y que traería una larga cola, hasta desembocar en la imposición de una sanción gubernativa de 25.000 pesetas al párroco José Luis Iñarra (cerca de 5.000 euros en la actualidad).

Sendas lápidas colocadas el 25 de junio 1939 presidían la pared del pórtico de entrada a la parroquia. En ellas se rememoraban los nombres de los soldados y requetés mondragoneses caídos en combate en las filas del bando 'nacional'.

El 6 de marzo de 1967 'desconocidos' rompían a golpes ambas estelas. Los autores de la acción pintaron a modo de reivindicación 'ETA-Euskadi Ta Askatasuna'.

La prensa del régimen magnificó tanto el suceso que el acto por los 'Mártires de la Tradición' que los franquistas celebraban cada 12 de marzo en memoria de sus caídos, y que ese año se había programado en Orio, se trasladó a Mondragón. Para ese domingo organizaron un acto de desagravio con la restitución de las lápidas.

Dos días antes, el Cabildo Parroquial, con la firma del párroco y arcipreste José Luis Iñarra, había remitido al gobernador civil Manuel Valencia Remón una carta expresando el deseo de que «en el caso de poner una nueva lápida se haga referencia en ella a todos los mondragoneses muertos en la guerra civil», advirtiendo de que los sufragios se aplicarían «por las almas de todos los fallecidos en dicha contienda».

Valencia Remón hizo caso omiso de la misiva del cabildo e «impuso una nueva lápida con los nombres de los muertos de un solo bando. Ademas el obispo obligó a Iñarra a decir misa», cuentan Eusebio Iñarra y Josemari Velez de Mendizabal en su libro 'José Luis Iñarra. El párroco de Mondragón' (Arrasateko Udala, 2006).

El 12 de marzo Mondragón amaneció ocupado por cientos de requetés y falangistas llegados de fuera.Muchos de los que no comulgaban con la parafernalia fascista abandonaron el pueblo desde muy temprano. Pero la mayoría se quedó, temerosa de lo que aquella demostración de fuerza podría acarrear. Y el párroco Iñarra se encontraba en el ojo del huracán», escriben su sobrino Iñarra y Velez de Mendizabal.

Los actos, presididos por el gobernador Manuel Valencia Remón, el presidente de la Diputación Antonio Epelde Hueto y el alcalde de Arrasate Juan Manuel Azcoaga Cano, congrega a una marea de boinas rojas y banderas de la Falange.

Pocos días después, el 19 de marzo, «militantes de ETA de Arrasate se reúnen en Baiona para celebrar la acción contra las lápidas, y se sacan una foto» señala Juan Ramón Garai.

El domingo 9 de abril los militantes de ETA Juan José Etxabe Orobengoa 'Haundixe' y Juan Manuel Ozaeta 'Gautxo',« valiéndose de piezas de fundición de ELMA, rompen de nuevo» las recién restituidas lápidas. Ambos escapan por el monte hasta Zubillaga.

Se da la circunstancia, apunta Garai, de que el nombre de un tío de Etxabe, Gregorio Orobengoa Ceciaga, figuraba en la lápida. Tras combatir como gudari en el batallón Amayur hasta caer preso en Santoña, fue obligado a luchar con los franquistas. No era por lo tanto uno más de los 'Caídos por Dios y por España'. Y este no era el único caso.

El 10 de abril la Voz de España se hacía eco del «nuevo dolor para Mondragón», y el día 13 empleados municipales reparan nuevamente la placa por orden el alcalde. En un nuevo acto de desagravio, municipios de Gipuzkoa, y Bergara el primero, remiten coronas de flores que piden depositar a los pies de las lápidas.

Tras una agria discusión con el alcalde Azcoaga, y viendo que el regidor no le hacía caso, el propio párroco Iñarra retiró las flores del pórtico eclesial. El gobernador civil Valencia Remón, que se la tenía jurada a Iñarra por desafecto y firmante de la 'Carta de los sacerdotes vascos' de 1960, le impone una sanción de 25.000 pesetas «por haber retirado las coronas».

El 30 de abril de 1967, los exiliados mondragoneses en Baiona Ander Barrutia del PNV, Gabriel Goitia de ANV, Félix Liquiniano de CNT y los militantes de ETA Edur Arregi, Joxe Uribesalgo, Juan José Etxabe, Xabier Arizabaleta y Jon Ozaeta escriben una carta al párroco. En la misiva, en euskara, aplauden su postura. «Todo lo que ha hecho era necesario y justo. Otros también deberían seguir su hermoso ejemplo». Y terminan invitándole a que «no pague» la multa.

El asunto de la multa se prolongó hasta 1973. «Iñarra presentó otro nuevo recurso, esta vez con el apoyo del abogado Juan Mª Bandrés.Pero todo fue en vano», dicen Velez de Mendizabal y Eusebio Iñarra.

«La rotura de las lápidas por parte de ETA y la actitud valiente de José Luis Iñarra, unieron a estas fuerzas políticas de Arrasate por primera vez durante la dictadura franquista» precisa Juan Ramón Garai.

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