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El penúltimo gobernador de GibraltarEl general José Antonio de Garro y Astola, de cuyo nacimiento en Mondragón se cumplen 400 años, fue uno de los últimos gobernadores militares ... españoles de la estratégica plaza de Gibraltar antes de su caída en manos británicas en agosto de 1704. El militar mondragonés fue designado para el cargo en 1696 y permaneció al mando de Gibraltar durante cuatro años, hasta que regresó a Madrid a principios de 1700. Al año siguiente le fue encomendada la Capitanía General de Gipuzkoa y se afincó en Donostia, donde fallecería en octubre de 1702. Fue enterrado en la iglesia de San Vicente con un funeral a la altura de su rango. Actualmente una calle de San Andrés lleva su nombre.
José de Garro nació en la calle Erdikokale el 23 de enero de 1623, hijo de Domingo de Garro, natural de Eskoriatza y oriundo del ilustre solar de los Garro de Leintz Gatzaga, y de María Asensio Astola, aramaioarra de Azkoaga.
Como detalla el investigador Josemari Velez de Mendizabal, el matrimonio se estableció en la casa de Erdikokale en cuya fachada aún perdura el blasón de la familia.
El joven José Antonio quedaría pronto huérfano. Su madre murió prematuramente al poco de dar a luz, y el viudo encomendó la crianza de su vástago a la abuela del niño en Eskoriatza. Pero Domingo de Garro tampoco viviría mucho. Cayó muerto de un arcabuzazo en 1638 cuando combatía contra los franceses en el Sitio de Fuenterrabía encuadrado en el Regimiento de Nobles de Mondragón.
Como señala José Letona en su clásico 'Mondragón y sus calles' (Caja de Ahorros Provincial de Gipuzkoa, 1975), «Don José, poco antes de cumplidos los 14 años, entre seguir estudiando en la Universidad de Oñate, alistarse en los Tercios que España mantenía en la guerra europea, o embarcarse para las Indias, donde se ofrecía mucho ancho campo al espíritu emprendedor y aventurero de sus paisanos, optó por este último, y, en posesión de un arcabuz y ballesta que se exigía a los que deseaban pasar al Nuevo Mundo para su civilización, se dirigió a Sevilla para embarcarse.
José de Garro inició su carrera militar en México, donde llegó al grado de alférez. Regresó a la península en 1648, al parecer en busca de mejores oportunidades para prosperar en la carrera de las armas.
Combatió con los tercios en Flandes y peleó con lucimiento en las campañas de Cataluña y Portugal, lo que le valdría ser nombrado caballero de la Orden de Santiago (1671) y el grado militar de maestre de campo.
Pero como señala el historiador chileno Diego Barros Arana en su 'Historia General de Chile', «a consecuencia de un violento altercado con cierto general, que tenía el rango de grande de España, Garro se vio expuesto a las venganzas de un enemigo poderoso. Prefiriendo por esto mismo vivir lejos de la Corte, solicitó un destino en las Indias y obtuvo el de gobernador de la provincia de Tucumán».
El maestre de campo José de Garro arribó a Argentina en 1675. Al poco, el gobernador de Río Janeiro, general Lobo, estableció en nombre de Portugal la llamada colonia del Sacramento, casi enfrente de Buenos Aires, en territorio despoblado pero en territorio de jurisdicción española. Un desafío que José de Garro no estaba dispuesto a tolerar. Pese a hallarse en inferioridad numérica, organizó un ejército compuesto de doscientos cincuenta españoles tres mil indios guaraníes, y tras un sitio que duró un mes recuperó el terreno y apresó al gobernador Lobo y a todos los lusitanos.
Pero el tratado de paz posteriormente firmado por España en Lisboa no solo restituyó la colonia a Portugal, sino que encima castigaba a Garro con su destitución. Aunque al poco tiempo fue designado capitán general de Chile. Víctima de envidias e intrigas, el militar mondragonés fue trasladado a Chile en 1682 y allí permanecería diez años.
Para acallar las murmuraciones de que eran objeto muchos gobernadores, a su llegada, Garro, según cuenta el cronista Córdova, «hizo pasear por las calles de la ciudad de Santiago cinco mil pesos que traía, para que viese Chile que Garro no venía ni a pedir ni a quitar». El nuevo gobernador se granjeó bien pronto las simpatías de todos; trazó y levantó fortificaciones; mejoró notablemente el estado del ejército; combatió con energía a corsarios y filibusteros.. También trató de someter a la corona a las colonias de indios, arrebatándoles la libertad y forzando su cristianización
José de Garro, con sus luces y sus sombras, regresaba a la península en 1693 y se llegada entró a formar parte del Consejo Real. En 1796 era designado gobernador de Gibraltar.
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