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Santuario que recibe su nombre de las dorlas o calderos para evaporar el agua salina y obtener la preciada sal. Oliden
Guerra santa contra los ingleses en Dorleta

Leintz-Gatzaga

Guerra santa contra los ingleses en Dorleta

Tropas inglesas mal pagadas saquearon el santuario de Dorleta y desencadenaron una guerra santa para recuperar la imagen de la Virgen

Kepa Oliden

Leintz-Gatzaga

Sábado, 8 de febrero 2025, 21:26

Ultrajar símbolos religiosos puede resultar peligroso y la guerra santa, práctica hoy en desuso al menos por estos lares, ocasionó en el pasado degollinas como la que desencadenaron unas tropas inglesas que tuvieron la ocurrencia de saquear el Santuario de Dorleta y cometer el sacrilegio de robar la venerada imagen de la Virgen del Castillo.

La reacción de los lugareños, desde el valle de Leintz hasta el de Aramaio, fue inmediata, y, baño de sangre por medio, restituyeron la sagrada imagen a su emplazamiento original en el santuario gatzagarra. El lance no tardó en alcanzar tintes 'milagrosos' atribuidos a la intercesión divina de Nuestra Señora de Dorleta.

Así se ganaron las rosas inglesas de los Lancaster que lucieron en sus escudos de armas las familias nobiliarias que lideraron aquella guerra santa, como los Guraya, Castillo, Uriarte... Así lo sostenía el heraldista Juan Carlos Guerra.

Los hechos se remontan al año 1367 y, además del genuino fervor religioso, el episodio encierra otros ingredientes más prosaicos: el pillaje protagonizado por mercenarios ingleses mal pagados y la lucha entre los señores feudales de la época por el dominio de la estratégica producción salina de Leintz-Gatzaga.

En el origen de los hechos se halla la primera guerra civil castellana (1351-1369), un conflicto entre los partidarios del rey Pedro I de Castilla, llamado el Cruel por la nobleza y el Justiciero por el pueblo llano, y los partidarios de su hermanastro Enrique II de Castilla. Se saldaría con el muerte de Pedro y el ascenso al trono de Enrique.

En el contexto de esta guerra fratricida, Enrique consiguió el apoyo del rey de los Francos, y Pedro I buscó una alianza con el mayor enemigo de Francia, el rey Eduardo III de Inglaterra. Y este envió a su hijo mayor el Príncipe de Gales, a la sazón regente en la Francia ocupada y apodado 'el Príncipe Negro'.

En abril de 1367, en la Batalla de Nájera, Pedro derrotó a su hermanastro Enrique, y ebrio con la victoria, se olvidó de los pagos prometidos a sus aliados ingleses.

Mal pagados, los mercenarios británicos «merodearon durante meses por las tierras de Castilla, y, en la Bureba, cometieron grandes excesos y cuantiosos robos, particularmente en los monasterios de Vileña, Ovarenes y Oña».

Saqueo del santuario

Como reseña el que fuera párroco de Gatzaga Domingo de Bergareche en su libro 'Apuntes históricos de Salinas de Léniz y del Santuario de la Virgen de Dorleta' (Vitoria, 1954), «de vuelta para su tierra, al llegar a las inmediaciones de Salinas, sabedores de la existencia del santuario, concibieron el diabólico propósito de saquearlo, como en efecto los hicieron, apoderándose de cantos objetos de valor hallaron en él, y aun de la sagrada imagen de la celestial Señora».

Mas aquí se «amaba entrañablemente a la Virgencita de Dorleta, y la reacción fue inmediata, espontánea y unánime. Inmediatamente corrió la voz todas las vecindades de los valles de Léniz y Aramayona, y tocando a rebato sus campanas, reuniéronse todos bajo el mando de don Juan Ortiz de Garay, señor de la casa infanzona de Guraya de Aramayona, y tras una gran refriega, recuperaron la imagen de las sacrílegas manos de los ingleses, colocándola de nuevo en su trono con gran alegría de toda la comarca».

Pero el de Guraya se prestó a liderar las operaciones de esta guerra santa porque, entre otra cosas, ambicionaba arrebatar el dominio de la localidad salinera a su archienemigo el Señor de Oñati, cuyo yugo querían sacudirse los gatzagarras.

Antonio Gómez González de Butrón, Señor de Aramaio, escribió en el siglo XVI que «era tanto el deseo que tenían (los ingleses) de llevar la dicha imagen a su tierra, que se pusieron a defenderse con las armas».

A este repecto, el investigador de la historia local Josemari Velez de Mendizabal, opina que el robo de la imagen por los ingleses «no obedecería a su valor económico, muy escaso, sino a las propiedades religiosas que le atribuía la creencia popular».

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