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«Arantzazu es para mí un laboratorio de futuro»Arantzazu es mucho más que un santuario. Además de en referente religioso, se ha constituido en un icono de espiritualidad, cultura, arte, naturaleza, ética, diálogo y paz. Así que no es de extrañar que el cardenal José Tolentino de Mendonça, humanista, teólogo, escritor y profesor, además de uno de los intelectuales de referencia del pontificado del papa Francisco, se quedara este martes prendado de la transformación sociocultural que ha tenido Arantzazu sin perder su identidad.
«Para mí es un laboratorio de futuro, me ayuda a imaginar la iglesia como un lugar de encuentro y de búsqueda, un espacio de cultivo de la inteligencia espiritual, esencial en el mundo actual» sentenció el emisario papal.
Tras inaugurar el lunes solemnemente en Donostia el Jubileo y la conmemoración del 75 aniversario de la Diócesis de San Sebastián, ayer por la mañana visitó Arantzazu junto al obispo Fernando Prado para conocer de primera mano la labor de la comunidad franciscana y empaparse de la historia del santuario.
El provincial de los franciscanos, Joxe Mari Arregi, y el guardián de Arantzazu, Juan Migel Dorronsoro, explicaron al prefecto del dicasterio para la cultura y la educación de la santa sede, como Arantzazu guarda en su seno una parte sensible del alma vasca y de su historia y la labor que se está realizando para que siga siendo un referente de creación artística, cultural, de pensamiento y principios para la sociedad, brindando una experiencia de búsqueda que acoge, respetando la pluralidad de sensibilidades.
El cardenal y el obispo fueron recibidos junto al apostolado de Oteiza, cuya iconografía prohibió la Santa Sede en 1954. De hecho, el conjunto escultórico estuvo catorce años «durmiendo el sueño geológico» en la cuneta de la carretera. Ingeniosa metáfora realizada por el propio Oteiza para explicar el veto, y la larga penitencia que la ya inmortal obra sufrió por parte de la comisión diocesana de Arte Sacro,.
El vanguardista friso no figuraba en la fachada de la basílica el 30 de agosto de 1955, cuando el templo fue bendecido y abierto al público. Oteiza tuvo que esperar hasta 1969 para colocar a sus 14 apóstoles.
Setenta años después de la inauguración de la Basílica, la construcción en la que participaron el citado Oteiza, Basterretxea, Chillida, Álvarez de Eulate o Lucio Muñoz, constituye «un hito» en la historia de la arquitectura y la plástica del Siglo XX, como ayer pudo comprobar in situ el cardenal Tolentino.
El prefecto papal para la cultura y la educación conoció de primera mano no solo la labor y la situación actual de los franciscano con los que compartió café y comida, también la historia y los valores de un santuario que ha sobrevivido a tres devastadores incendios (1553, 1622 y 1834) y pese al peso perdido por la religión en la sociedad, sigue aunando sensibilidades, adaptándose a los tiempos con la Fundación Arantzazu Gaur, el laboratorio de innovación social Arantzazulab o instalaciones como Gandiaga Topagunea.
No faltó el encuentro con la virgen, patrona de Gipuzkoa desde 1918. El cardenal visitó el camarín, al son del popular cántico 'Arantzazuko' disfrutando de cerca de la pequeña imagen de piedra policromada de 36 centímetros y 9 kilos de peso.
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