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Se colocaron crisantemos frescos y claveles reventones. Se sacó lustre a las lápidas de mármol veteado. Miles de vitorianos tuvieron ayer una cita con sus difuntos en el camposanto. Sin embargo, en este reencuentro íntimo se quedaron nichos olvidados y tumbas sin flores. Sin ... nadie que recordase a sus moradores. Sin nadie que llorase las muertes más tristes. La de aquellos que están desamparados para la eternidad.
Cada año, alrededor de una veintena de personas fallece en Vitoria sin ni siquiera los recursos mínimos para pagar un sepelio de bajos vuelos. Son ellos los que le dan a esa frase de 'no tener ni para caerse muerto' todo el sentido del mundo. El más cruel. El Ayuntamiento se hace cargo de estos casos, sufragando los gastos de unos sencillos 'entierros de beneficencia', como se les conoce. Según los datos del departamento de Políticas Sociales, en 2017 se destinaron 25.465 euros a costear los 16 funerales de caridad».
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