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«Casi todos los días dedico tres o cuatro horas a pintar; es mi pasión»Recibe al periodista a la puerta de su casa de la calle Angulero. Lo hace con una gran sonrisa dibujada en su rostro y vestida con elegancia. Ella va al grano. Apenas dedica unos pocos segundos a la presentación pertinente e invita al recién llegado ... a acceder a un pequeño cuarto de su vivienda. Quiere mostrarle su última obra: «Acabo de terminar este cuadro; la pintura todavía está fresca», señala con la satisfacción propia de quien sabe que ha hecho bien su trabajo.
Quien así se pronuncia es María Josefa Del Hierro; una debarra (de adopción) que a sus 89 años mantiene intacta la pasión por la pintura que empezó a sentir cuando apenas era una niña.
Según cuenta María Josefa, «casi todos los días paso tres o cuatro horas pintando porque es algo que me encanta». Además, «gracias a esta afición los días se me hacen mucho más cortos», añade esta entrañable mujer, que reconoce que las últimas semanas está «un poco más nerviosa de lo habitual».
La 'culpa' de ese nerviosismo la tienen sus hijos, nietos y biznietos, que han querido rendir un merecido homenaje a la 'amama' de la familia.
Con ese fin han organizado una exposición que ofrecerá a todas las personas interesadas la posibilidad de contemplar algunas de las muchas obras pictóricas realizadas por la propia María Josefa a lo largo de su dilatada trayectoria artística.
«Aunque ha pintado muchísimo nuestra madre nunca ha vendido un solo cuadro ni ha hecho ninguna exposición y por eso hemos querido organizar una. Para que la gente de Deba vea que es una gran artista y para que ella reciba todo el amor, el cariño y el reconocimiento de su familia», indica Fidel Gómez, uno de los hijos de María Josefa, que invita a la ciudadanía a acudir a la inauguración de mañana: «será a las 18.30 horas y habrá un pequeño lunch para todos los asistentes», puntualiza.
Dicha muestra se podrá ver estos dos próximos fines de semana en la sala de exposiciones del Palacio Agirre (los viernes de 18.30 a 20.30 horas, los sábados de 12.30 a 14.30 y de 18.30 a 20.30 horas y los domingos de 12.30 a 14.30 horas).
Todo ello, con la particularidad de que quienes se acerquen hasta el palacio debarra no solo se encontrarán con 25 cuadros de diferentes temáticas y estilos pintados «siempre al óleo» por la protagonista de este reportaje; sino que también podrán ver un panel con imágenes de varios trabajos de damasquinado realizados por la propia María Josefa, que en julio del año 1954 obtuvo el título oficial de damasquinadora tras haber culminado con éxito el periplo formativo que llevó a cabo en la planta superior del Ayuntamiento de Eibar y bajo la supervisión del recordado gran maestro Lucas Alberdi.
Nacida el 22 de marzo de 1935 en Erratzu, un pequeño y precioso pueblo situado en el valle navarro del Baztán, María Josefa Del Hierro pasó su adolescencia entre Bera de Bidasoa e Irún. Y fue en esa última localidad fronteriza donde, precisamente, asistió a sus primeras clases de dibujo y empezó a fraguarse su afición.
Por motivos laborales, su familia tuvo que trasladarse poco después a Eibar, donde empezó a tener un contacto serio y directo con el arte y la pintura y donde, como se ha señalado anteriormente, obtuvo el título de damasquinadora; una profesión que ejerció «realizando en casa grabados de oro y plata, principalmente para piezas de joyería».
En el año 1960 María Josefa se casó con Ramón Gómez 'Pelegrín', un gasteiztarra que desde joven gestionó una charcutería en la ciudad armera. A partir de ahí empezó a formar una familia, dejando de ejercer su profesión y aparcando los lienzos para un futuro. Ya con tres hijos, la familia Gómez-Del Hierro se trasladó en 1966 a vivir a Deba, donde echó raíces e incrementó su número de miembros con el nacimiento de dos hijas más.
María Josefa se quedó viuda en 1994 y a partir de ese momento retomó la pintura, su gran pasión, con el apoyo de la asociación artística Haitz-Haundi.
Ahora, a sus 89 años, está a punto de protagonizar la que será su primera exposición, organizada por sus hijos, nietos y biznietos «en reconocimiento a una gran mujer, madre y abuela que, como muchas otras, hipotecó sus sueños para sacar adelante a su familia».
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