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A.E.
EIBAR.
Miércoles, 5 de junio 2019, 00:28
Jóvenes eibarreses fallecieron en el sitio de Leningrado, episodio del que se han cumplido 75 años, por la acción militar de la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial, encabezada por Wilhelm Ritter von Leeb, que trató de apoderarse de esta ciudad rusa (la actual San Petersburgo). Los soviéticos construyeron una intrincada defensa alrededor de la ciudad y camuflaron edificaciones históricas con redes que impedían determinar su perfil. Los nazis cercaron a una población de más de 3.000.000 de habitantes hasta dejarla morir por el hambre y el frío. El sitio duró casi 900 días, desde septiembre de 1941 hasta enero de 1944. La población local sitiada aguantó la intensa lucha, pero muchos dejaron su vida en aquel insufrible asedio.
Cientos de miles de familias murieron de frío y hambre en sus hogares. La falta de alimentos llevó a la población a alimentarse de palomas, gatos y ratas; también hubo actos de antropofagia y compraventa de cadáveres.
De los niños vascos que quedaron sitiados en Leningrado y que contaban aún con fuerzas para sobrevivir, pese a no estar obligados a combatir, la mayoría se alistaron ilegalmente para empuñar las armas contra el invasor de su tierra y en la que habían sido acogidos con efusión.
Y los más mayores que acababan de cumplir 18 años también lo hicieron. De las decenas de niños y niñas vascas que se ofrecieron voluntarios para defender Leningrado con su vida prácticamente todos ellos la perdieron en combate. No se conoce el listado completo de esos niños y jóvenes soldados vascos del frente de Leningrado, que se podría contar por decenas, pero sí se tiene constancia de la caída en combate de un buen número de ellos.
Entre los eibarreses fallecidos estaban Ignacio Aguirregoicoa Benito; Paulino Arrizabalaga Arana, Enrique Echevarria Aranzabal, Enrique Escudero Serrano y José Larrañaga Muniategui. Es Ignacio Aguirregoicoa del que más referencias se conocen. Una donostiarra, Teresa Alonso, pudo conocerle cuando ambos partieron en el 'Habana' rumbo a Burdeos. Al llegar, los niños evacuados que íban a la URSS hicieron trasbordo al vapor francés 'Sontay'.
No obstante, en el camino se desató un temporal terrible. En cubierta vieron a una niña llorando porque había perdido a su primo y tanto Teresa como Ignacio se dedicaron a consolarla hasta que acabaron siendo amigos.
Teresa reconocía que «hubo un flechazo, desde el primer día» que les llevó a ambos a la misma casa de niños de Kiev. Tres años después, Teresa partió a Leningrado, donde estudió para perito electricista y trabajó en una fábrica de amperímetros y voltímetros. Por su parte, Ignacio se formó en la Academia de Aviación Chkalov, en Borisoglebsk. Ambos se escribieron y cuando cumplió 15 años, Ignacio le pidió en matrimonio, pero el educador le obligó a que esperara un año al ser ella muy joven. A partir de ahí se desbarató todo. Empezó el cerco. Hitler, que quería un Leningrado sin personas, bombardeó primero los almacenes de alimentos y permanecieron muchos días a 40º bajo cero. No había comida, ni agua, ni luz. «Éramos cadáveres andantes», decía Teresa. Así que acabaron alistándose.
Teresa se dedicó a construir trincheras, una labor en la que se le empleaba a la mujer en la guerra. Pero esta mujer donostiarra no tuvo más remedio que, ante el cariz que tomaba el conflicto, dedicarse a recoger cadáveres, que eran transportados en trineos. Teresa se quedó en 37 kilos y no tuvo más remedio que comer cualquier cosa para sobrevivir. Incluso la explosión de un obús le llevó a rebotar contra un muro y le causó una lesión de espalda. De Ignacio nunca más se supo nada.
Desde el Ayuntamiento de Eibar se llevó a cabo, hace unos años, un estudio de los niños desplazados a Rusia. Para ello, se elaboró un listado de los niños evacuados al extranjero durante la Guerra Civil (1936-1939) y se solicitó la colaboración ciudadana. La respuesta recibida fue muy positiva. El número de casos recogidos en el listado provisional ascendió hasta los 155, pero se considera que pudieran ser más. Con el estudio, se completaron más informaciones y se contrastaron los datos de que se disponía.
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