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Maite Iriondo y Lorea Zubiaurre han dirigido el Kantabria. MORQUECHO
Imposible olvidar el desaparecido restaurante Kantabria
Eibar

Imposible olvidar el desaparecido restaurante Kantabria

En la festividad de la Virgen surgirán hoy muchos recuerdos hacia el mítico lugar que recibe su nombre del apodo de un antiguo propietario

Jueves, 8 de septiembre 2022, 00:11

Este será el primer día de la festividad de la Virgen de Arrate en el que no encontraremos abierto el restaurante Kantabria. Hace unos meses que se produjo su cierre, pero volverán a cruzarse muchos recuerdos para los muchos eibarreses que subirán al barrio rural por las bodas celebradas, fiestas y comidas que ya no volverán. No obstante, el olor que se desprendía de la cocina y especialmente los menús que preparaban serán motivo de especial recuerdo. El Kantabria pasará a la historia como un mítico restaurante que fue dirigido con mucho gusto y muchísima simpatía, que hicieron que uno se sintiera en otra galaxia, en donde además de comer de maravilla, se disfrutaba de un ambiente y unas vistas dignas de admiración.

No obstante, nunca se ha hablado de los motivos de su nombre dedicado a la vecina comunidad cántabra. Y, es que su primer propietario fue Pedro Zubiaurre Gárate 'Kantabria' (1885-1949), pelotari que llegó a recorrer media Europa participando en múltiples competiciones. Fue el 28 de julio de 1949 cuando apareció una noticia en EL DIARIO VASCO del fallecimiento de 'Cantabria de Arrate', nacido en Soraluze, pero que se trasladó de joven a Arrate. Pedro era primo de Bernardo Garate 'Kantabria' quien fuera campeón manomanista entre 1905 y 1913. Pedro, dueño del restaurante, era calificado como «invencible» en el frontón de Arrate, que conocía hasta la última piedra.

En las fotografías de la época se puede ver a Pedro escoltado por Atano III (Mariano Juaristi) y Chapasta (Román Echaburu) en la inauguración del frontón de Arrate (soportales del Santuario) en 1941 donde le daba a la pelota desde txiki.

El frontón del pórtico donde entrenaba no es el actual frontón de la iglesia de Arrate, sino el anterior, cuya cancha estaba en posición transversal a la puerta de entrada de la iglesia y del actual frontón. El frontis estaba en la parte izquierda y la cancha ocupaba toda la anchura del pórtico.

El nieto de Pedro Zubiaurre, que heredó el mismo nombre que su abuelo, señalaba ayer que «recibieron ambos el nombre de 'Kantabria' porque desconocían el castellano y fueron llevados a Cantabria para que aprendieran el idioma de Cervantes. No solo fueron ellos sino que muchos niños fueron a Cantabria con la misma misión». De hecho, el maestro Menéndez Pidal dejó dicho que la lengua castellana había nacido en el rincón cántabro. «El dialecto castellano representa en todas sus características una nota diferencial frente a los demás dialectos de España, como una fuerza rebelde y discordante que surge de la Cantabria» y en otro lugar, dice. «Pero allá, al norte del reino visigótico se alimentaba latente una radical disidencia lingüística; en un rincón de la Cantabria...»

47 años de trabajo

El Kantabria recibió su definitivo impulso en 1974 de la mano de Javier Zubiaurre, descendiente de los 'Kantabria', que llevó a cabo una reforma integral del antiguo caserío. Y así hasta que en 2014, el restaurante celebró los 40 años ofreciendo la mejor cocina tradicional, un servicio exquisito y familiar, bodas y celebraciones por todo lo alto. No obstante, los eibarreses recordaran, hoy, no poder comer sus populares croquetas. Tras aquél aniversario trabajaron siete años más hasta que en la pasada primavera se produjo el cierre, tras 47 años ininterrumpidos de arduo trabajo, en el que poco tiempo quedaba para el descanso y el ocio. Kantabria ha estado regentado por Maite Iriondo –esposa de Javier–, y Lorea Zubiaurre, madre e hija, con la indispensable ayuda de Aitor Barrueta, marido de Lorea, así como de Maribel y Nerea, hermanas de Maite, que compartieron con ella las labores de cocina.

En todo ese tiempo, en el Kantabria se han celebrado muchos acontecimientos, desde celebraciones en las que todo funciona como un reloj hasta anécdotas como una boda en la que falló la luz y la comida fue servida bajo la luz de varios camping-gas colgados a lo largo de todo el comedor, creando una acogedora atmósfera que, afortunadamente, encantó a los presentes.

Ninguno era capaz de concretar la fecha exacta en que este establecimiento empezó a ofrecer comidas. Y es que antiguamente alojó un caserío en plena explotación, en donde los más mayores recordaban cómo en la entrada había la cuadra del caserío Beheko-Etxea, y hasta donde llegaban las dependencias del inmueble. Y es que las bodas eran el centro de explotación, podía acoger hasta 170-180 personas en mesas corridas o 130-140 en mesas redondas. «Cuentan cómo a los dos días de inaugurarse el actual restaurante se celebró en el mismo el primer enlace, protagonizado por Inmaculada y Fernando, amigos de Maite, que celebraron sus 40 años de matrimonio en el mismo lugar en el que festejaron el enlace», recordaba la revista 'Ondojan'.

Luminosidad y vistas

Otros atractivos del comedor eran su luminosidad y sus impresionantes vistas a los montes de los alrededores, vistas que pronto ganaban en espectacularidad pues para la primavera se quedaban talados los pinos que dominan las vistas de una de las alas. Sus vistas impresionaban, especialmente a las personas que por primera vez visitaban el restaurante.

La misión de Maite y Lorea era que los contrayentes y los invitados se sintieran como en casa, en un espacio en el que la mayoría de las trabajadoras procedían de los caseríos de la zona. Cuidaban el menú de manera especial con platos elaborados en casa y, además, el día que había una boda, no abrían el restaurante por la noche, con lo que los asistentes podían disfrutar del evento con total tranquilidad hasta la hora que lo deseaban. «Tampoco han sido pocas las veces en las que Maite se ha puesto al volante y ha llevado hasta la misma puerta de casa a algún cliente que no se veía en condiciones de coger el camino de vuelta. Su trato familiar y cercano ha sido desde siempre la marca de esta casa que cuenta con cientos de clientes fieles y agradecidos». Múltiples asociaciones y equipos deportivos lo elegían para sus comidas anuales, después de haber realizado la oportuna ofrenda floral a la Virgen. Las bodas generalmente eran contratadas por gente de los alrededores como Markina Elgoibar, Ermua, Soraluze... pero su influencia gastronómica alcanzaba incluso a Gazteiz, Bilbao o Donostia.

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