Los porteros de fútbol pueden serlo todo para bien o para mal. Pueden ser los culpables de las mayores derrotas o los héroes de las grandes victorias. Son parte del grupo, pero están muy solos bajo el marco de su portería.

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Ven el juego desde ... un ángulo especial, usan sus propios colores y se benefician de reglas exclusivas como poder usar las manos. Está claro que son diferentes.

El portero tiene una ventaja considerable, ya que es el único jugador del equipo que puede ver todo el desarrollo del juego y dar información y órdenes a sus compañeros para el ataque y en especial para mejorar la defensa de su marco.

El guardameta ocupa un puesto muy específico y diferente al de los jugadores de campo. Hasta el calentamiento es distinto, pero además de la preparación física es muy importante el apartado psicológico y trabajar mucho la autoconfianza, la concentración y el control de la ansiedad. La figura del portero es clave en un equipo y el miedo al error genera ansiedad y esa ansiedad no deja jugar con destreza.

Antes de los partidos hace visualizaciones positivas imaginándose jugando, disfrutando y realizando paradas. Se necesita una personalidad fuerte.

Hace cien años, en 1925, en Eibar el principal equipo de la Villa era la Unión Deportiva Eibarresa, y en esa época era muy frecuente que los clubes tuviesen equipos denominados 'Reserva' en su plantilla para facilitar la celebración de partidos amistosos, ya que no existían ligas regulares con muchas jornadas.

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El 20 de diciembre de 1925 se concertó un partido en Atocha entre la Real Sociedad Reserva y la Unión Deportiva Eibarresa, que viajaba el mismo domingo a la mañana acompañado de muchos aficionados.

En la crónica de 'La Voz de Guipúzcoa' de ese día el cronista Tomás Echaluce informa sobre el partido y dice que «los unionistas no van en son de conquista pero sí a dejar en buen lugar su pabellón. El portero afirma que a él no le meterán más de dos goles. A lo sumo –dice– dejaré que sean tres. Como sean más le meto en el cuarto oscuro. ¡Para eso soy su padre!».

El reto era claro, si al portero Tomás Echaluce, del mismo nombre que su padre el cronista, le metían más de dos o tres goles en Atocha esa noche su padre le castigaría y dormiría en el cuarto oscuro.

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La alineación de los eibarreses fue: Tomás Echaluce, Tolosa, Anitua, Bustinduy, Olaizola, Echeverría, Ugalde, José Mari Echaluce (hermano del portero), Albéniz, Albizu y Barrenechea.

Las crónicas del partido recogen que los primeros 20 minutos fueron igualados y que entre los visitantes desatacaron las paradas de Tomás Echaluce, que pese a ello al final encajó siete goles, siete, sin que los eibarreses marcasen ninguno.

No sabemos si el portero durmió ese día en el cuarto oscuro, lo que sí pasó es que tras el fallecimiento de su padre en 1930 le sustituyó como cronista en 'La Voz de Guipúzcoa' hasta el inicio de la Guerra Civil y entre 1958 y 1959 fue presidente de la SD Eibar. Una persona que como buen portero tenía mucha autoconfianza, aunque a veces la realidad es muy terca.

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