Eibar

Tres décadas como iconos de la ciudad

Corría el año 1995, cuando Antxon Gutiérrez, responsable del área de Cultura, planteó a la empresa Alfa Arte la idea de crear una escultura dedicada a la tradición de ir a las iglesias a bendecir los San Blases el día del santo. «Le planteé a Patxi Mutiloa, gerente de Alfa Arte, la idea de realizar una serie de esculturas callejeras para representar las costumbres, fiestas y también oficios con el fin de incorporarlos también a la memoria de las siguientes generaciones», explica Gutiérrez.

De esta forma, en aquella legislatura, con Iñaki Arriola como alcalde, y en colaboración con Alfa Arte, presidida por Enrique Treviño, se planteó colocar una escultura anual en un lugar de la localidad que tuviera una relación con la figura elegida.

La firma Alfa Arte había adquirido mucho prestigio con la presencia en Eibar de artistas de la talla de Jorge Oteiza, Miquel Barceló o el escultor neoyorquino Jedd Novatt, que hicieron uso de su pionera maquinaria para proyectar y elaborar sus colosales esculturas antes de mostrarlas en calles o plazas públicas de las principales ciudades. Alfa Arte empleaba técnicas industriales para confeccionar sus originales obras artísticas, desde una fundición en bronce a la cera perdida a avanzados procesos de calderería industrial y sistemas de mecanizado.

Todo ello hizo que el Ayuntamiento instalara la primera escultura en 1996 en el pórtico de San Andrés, perpetuándose así la tradición de la bendición de las tortas que se realiza en las parroquias el día de San Blas. «Diego Cruz fue el artista de Azpeitia que realizó la escultura, tomando como modelo a sus hijos», explica Gutiérrez.

El mismo autor fue el diseñador también de la escultura del botijero. En este caso empleó una fotografía en la que se veía al 'pinche' de las fábricas llevando botijos a la antigua fuente de Urkusua, hoy desplazada.

La escultura del dulzainero también tiene su historia. «En aquella época se pidió asesoría al dulzainero de Elgoibar Txomin Mujika, quien trabajaba en la sucursal de la Caja de Ahorros Provincial de Unzaga, prestándose para hacer de modelo. También asesoró sobre la posición de los dedos, asunto muy importante en dulzaina, posando para el artista», comenta Gutiérrez. Esta escultura rememora la tradición de recibir a los dulzaineros de Estella en las fiestas patronales de Eibar, una costumbre que se remonta a siglos pasados. Con el tiempo se ha convertido en un acto multitudinario, muy consolidado en el programa festivo, y quizás es debido al tiempo se lleva repitiéndose. Su escultura se fundió y realizó en Alfa Arte, con la implicación de todos los trabajadores de la firma.

El proyecto mencionado contemplaba también otras tres figuras relacionadas con los oficios tradicionales de Eibar, para lo que se pensó ubicarlas en calles relacionadas con ellos: Urtzaille (con la figura de un Fundidor, Armagin (con un armero), y Grabadores, en Bittor Sarasketa. «En 1999, con el cambio de legislatura, todo quedó en el cajón, pero todavía no es tarde para retomar esta iniciativas».