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AITOR ZABALA
ELGOIBAR.
Viernes, 23 de febrero 2018, 00:42
José Cruz Igartua nació en Elgoibar en 1947. Tras estudiar en el seminario de los Sacramentinos de Tolosa, continuó con su formación en Areatza-Villaro y en la Universidad de Deusto, donde estudio Filosofía y Teología. En 1973 se ordenó sacerdote y, tras permanecer en Bilbao durante seis años, se trasladó a Madrid, donde, a día de hoy, sigue desempeñando su labor pastoral. Sus inquietudes religiosas le llevaron a profundizar en la búsqueda de la espiritualidad, entrando en contacto con técnicas de relajación como la meditación zen, y abriéndose a líneas de pensamiento como la de la Escuela de Silencio. Este camino de introspección le ha traído de vuelta a Elgoibar, donde ha puesto en marcha un grupo de este tipo animado por varios vecinos de su localidad natal.
-La Escuela del Silencio de Elgoibar celebró su primera reunión hace tres meses y la idea es que, de aquí hasta el verano, estos encuentros tengan lugar con una periodicidad mensual. Describa qué se encontrarán aquellos que se animen a participar en esos encuentros.
-Buscamos una práctica pedagógica que no asuste ni aburra a los asistentes. Tiene dos partes diferenciadas, con una práctica inicial marcada por el silencio y la contemplación, acompañada de unas charlas encaminadas a ayudar a los asistentes a tener una nueva mentalidad sobre aspectos relacionados con la espiritualidad, la psicología, el trasfondo del ser humano, las inteligencias múltiples,... Tenemos que limpiar todo el bagaje anterior. En la primera reunión que celebramos en Elgoibar encontré gente muy ilusionada, pero tras hablar con ellos vi que sus conceptos estaban anclados en el tiempo que hicieron la primera comunión.
-La Escuela del Silencio se encuadra en una línea de pensamiento que tiene como eje la espiritualidad. En ese sentido, ¿qué la diferencia de las religiones hegemónicas hoy en día?
-Las religiones oficiales, las iglesias, no hemos sido capaces de dar a las personas lo que quieren recibir. Pese a que no falta buena voluntad, lo que ofrecemos no es atractivo y, además, hemos perdido credibilidad. A mi modo de ver, este auge de la búsqueda de la espiritualidad se sustenta, por un lado, en el anhelo de la gente y, por el otro, en la propia responsabilidad de los eclesiásticos de responder de manera verdadera a las raíces de nuestro cristianismo. Esta espiritualidad sería equiparable a lo que es un río. El momento en el que una persona o un grupo de personas quedan prendadas por la experiencia de lo trascendente sería comparable a su nacimiento. Posteriormente, ese río fluye, crece y avanza, completando un recorrido que sería equiparable al que realiza la religión desde la experiencia inicial que señala su origen. Ese primer momento, tiene la ventaja de que es más puro, ya que no ha sufrido contaminaciones. La espiritualidad, por lo tanto, nos libera de los condicionamientos que las religiones han tenido a lo largo del tiempo. Volviendo al ejemplo inicial, cuanta más distancia recorre un río, más se contamina.
-Estos mensajes, unidos a conceptos como la meditación o la búsqueda del yo interior se han utilizado como argumentos entre los seguidores de la ortodoxia cristiana para criticar iniciativas como la Escuela del Silencio. De hecho, en internet hay webs en las que sus charlas comparten espacio con temas de esoterismo, extraterrestres y medicinas calificadas como alternativas.
-Tengo la impresión de que a veces complicamos demasiado la noción de la espiritualidad. No juzgo si esos posicionamientos están bien o si están mal. Lo que yo pienso es que hacemos un trabajo mirando a nuestro interior que nos permite descubrir lo que se nos está diciendo desde dentro. No buscamos cosas extraordinarias, ni ambientes esotéricos. Queremos ir al fondo de lo que somos, y en ese fondo hay calidad y riqueza, ecos positivos y belleza. En ese fondo está la experiencia y la presencia de lo trascendente. En mi caso, como cristiano, lo llamo Dios, otros lo llaman lo absoluto, los budistas, la nada,...
-Entiendo que esa búsqueda de la espiritualidad está abierta a practicantes de cualquier religión, a agnóstico, ateos,...
-Abrir la puerta a espiritualidades diferentes es posible. Mucha gente lo agradece porque vive con incertidumbre, sin saber a qué agarrarse. Ver que mirando hacia ese interior se pueden armonizar distintas corrientes de pensamiento y, además, con tranquilidad y sin tensiones, genera bienestar.
-¿Cómo se concilia la espiritualidad con un mundo marcado por la inmediatez y el materialismo?
-La espiritualidad es el futuro. La evolución del ser humano y del conocimiento va en esa dirección. Cada vez somos más conscientes y espirituales pero, curiosamente, cada vez tenemos menos fe en todo lo que viene de fuera, independientemente de que nos llegue de arriba, de abajo de la izquierda o de la derecha. En ese contexto, nos toca desenvolvernos en base a lo que uno siente y ve en su propio interior. Llegará el momento en el que o estamos limpios interiormente o terminaremos echando mierda cada dos por tres. Como vayamos por la vida con deseos de ganar al otro, de ser más ricos que el vecino y de fastidiarle si hay ocasión, lo estropearemos todo. No tengo dudas de que un corazón humano, generoso, humilde, sencillo y pacífico evita llegar a esas situaciones. Dime qué corazón estás creando y te diré qué mundo estás construyendo.
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