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Mila Astigarraga, Itziar Etxeberria y Ana Mari Intxausti con la urna que guarda a la Virgen. AITOR
La Virgen Milagrosa, casi un siglo de casa en casa en Elgoibar

La Virgen Milagrosa, casi un siglo de casa en casa en Elgoibar

En la actualidad, 37 urnas con la imagen de la Inmaculada recorren los hogares de la localidad, aunque hace unos años eran 65

AITOR ZABALA

elgoibar.

Miércoles, 2 de diciembre 2020, 00:14

La parroquia de San Bartolomé acogió el domingo una celebración en honor a la Milagrosa. En años anteriores, esta conmemoración ha solido adoptar la forma de una novena, pero los riesgos inherentes a la pandemia de la Covid-19 y la necesidad de extremar las medidas de prevención han llevado a la Parroquia de San Bartolomé a suplir esa celebración por un único oficio aprovechando la misa mayor del pasado domingo.

A muchos elgoibartarras se les hará especialmente reconocible esta referencia a la Milagrosa. Son muchos los que a lo largo de su vida han visto como un vecino o una vecina se presentaba en la puerta de su casa una vez al mes con una urna que guardaba en su interior una imagen de la Inmaculada Concepción y cómo, días después, les tocaba a ellos llevar la figura a otro domicilio y dar continuidad así a este ciclo sin fin.

Esta particular rueda de visitas, una de las más reconocidas de la tradición católica, tiene sus orígenes en los primeros años del siglo XX, aunque en el caso concreto de Elgoibar se implantó en 1922, con la constitución de la Asociación de la Medalla de la Milagrosa en el Hospital de San Lázaro. Casi un siglo después, Itziar Etxeberria, Ana Mari Intxausti y Mila Astigarraga mantienen viva la llama de esta celebración, desempeñando las tareas de celadoras y responsables de tres de la urnas que a día de hoy permanecen activas en Elgoibar. Tanto Itziar, como Ana Mari y Mila se reconocen garantes de una tradición que con la que se muestran estrechamente identificadas. «Solo llevo cuatro años como responsable de la urna, pero la Milagrosa siempre ha estado muy presente en mi vida. De hecho, mi nombre, Milagros, está vinculado a esa virgen, como el de otras tantas mujeres de Elgoibar. Siempre ha estado en casa, y cuando me ofrecieron la posibilidad de sustituir a la mujer que desempeñaba el papel de responsable de la urna en la zona de Maala, que es donde vivo, no lo dudé», manifestó Mila Astigarraga.

Detrás de esta tradición hay una faceta que apela a la fe cristiana de quienes participan en ella y otra centrada en la solidaridad con los más necesitados. «Es un gesto de encuentro y cercanía que quiere hacer presente la proximidad salvadora de Dios y de la comunidad cristiana en las familias. La visita ayuda a las familias que afrontan el dolor, la enfermedad, el sufrimiento, la necesidad,... También es una forma de solidaridad, ya que los donativos que se recaudan en cada visita se distribuyen íntegramente entre entidades que tienen como finalidad ayudar a las personas más desfavorecidas de nuestra sociedad (Cáritas, Pastoral Penitenciaria, proyectos de países empobrecidos, etc.)».

Las responsables de las urnas son las encargadas de abrir el cajetín con el dinero de la urna y entregarlo a la Asociación de la Medalla Milagrosa cada vez que la figura de la virgen completa su ciclo de visitas. Normalmente, el cajetín suele estar ocupado por monedas depositadas por las personas que reciben la urna en sus casas, pero también hay ocasiones en las que las celadoras suelen encontrar billetes. «Suele coincidir con las épocas de exámenes. Algunas abuelas apelan así a la protección y al apoyo de la Virgen para que ayude a sus nietos y les dé inspiración para responder correctamente a las preguntas del examen», señaló Itziar Etxeberria.

En repliegue

Al igual que sucede en otros ámbitos de la sociedad, el repliegue de la fe es evidente. Las visitas domiciliarias de la Milagrosa no son ajenas a esta realidad. El apostolado de la Visita Domiciliaria llegó a ser muy floreciente y prueba de ello es que a comienzos del siglo XXI había 65 urnas activas en Elgoibar. Si tenemos en cuenta que a cada urna le corresponden unos 30 hogares, vemos que 1.800 familias recibían la visita mensual de la Virgen hace tan solo un par de décadas. En los últimos años, sin embargo, la cifra se ha reducido, y son 37 las urnas que siguen visitando los hogares de Elgoibar.

Ana Mari Intxausti, que lleva 38 años desempeñando la función de celadora, es testigo directo de este progresivo descenso del número de urnas en Elgoibar. «Las visitas domiciliarias de la Virgen Milagrosa se está convirtiendo en cosa de gente mayor. La gente joven ya no quiere seguir con esta tradición», afirmó con un cierto punto de resignación.

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