Eulogio Mancebo, este miércoles en el Puente Principal de Soraluze, con la casa consistorial al fondo. J. LEON

Eulogio, el policía guipuzcoano que se jubila tras 37 años de servicio: «Siempre me he podido ir a dormir con la conciencia tranquila»

Al elgoibartarra Eulogio Mancebo le ha llegado la hora de la jubilación y el miércoles puso fin a su etapa de 37 años como empleado de la Policía Municipal de Soraluze, los dos últimos como responsable

Jabi Leon

Soraluze

Miércoles, 23 de octubre 2024

El encuentro con quien junta estas líneas se produjo minutos antes de las 11.00 horas de este miércoles junto al consistorio de Soraluze y en el pequeño tramo que separa ese punto de las oficinas de la Policía Municipal cuatro personas pararon al entrevistado para desearle la mejor de las suertes en su nueva etapa.

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Y es que el miércoles, el día en el cumplía 61 años, el elgoibartarra Eulogio Mancebo alcanzaba la merecida jubilación, poniendo así fin a una trayectoria de 37 años como trabajador de la Policía Municipal de Soraluze, los dos últimos como responsable de la entidad.

«Siempre me he podido ir a casa a dormir con la conciencia tranquila y eso me ha hecho poder estar contento en mi puesto de trabajo durante tantos años», explicaba Eulogio, «un poco sobrepasado» por las incontables muestras de aprecio y cariño que la ciudadanía le ha estado transmitiendo en las últimas jornadas y «muy agradecido por el trato que me ha dado la gente y por la relación que he tenido con el pueblo de Soraluze durante todo este tiempo».

Eulogio Mancebo trabajaba como agente de la Policía Municipal de Elgoibar «con un contrato para un año» cuando se enteró de que en Soraluze sacaban una plaza fija: «Hice el examen y una entrevista y me dieron la plaza».

Los cambios principales

Eulogio se incorporó a la plantilla de la Policía local soraluzetarra en diciembre de 1989.

Desde entonces han pasado 37 años, un tiempo considerable que ha convertido a Mancebo en testigo de excepción de los cambios que ha experimentado la pequeña localidad de Debabarrena en las últimas décadas.

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Él no duda en citar tres cambios principales: «A nivel industrial muchas de las pequeñas empresas, principalmente tornillerías, que había en el casco urbano, o han desaparecido o se han trasladado a los dos polígonos que hay en las afueras del pueblo».

Por otro lado, añade, «ahora hay 6 ó 7 bares menos que cuando llegué. Antes la vida del pueblo estaba más repartida por diferentes zonas del entramado urbano pero ahora todo se concentra en el centro, en torno al Puente Principal y las inmediaciones del Ayuntamiento».

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Finalmente, Eulogio constata el importante incremento de la inmigración en Soraluze: «Cuando vine había 4 ó 5 personas extranjeras a las que conocíamos con nombre y apellidos y ahora tenemos que consultar el padrón porque sino es imposible contactar con nadie».

En este sentido y «a modo de anécdota» explica que hace unos días tuvo que localizar al propietario de un vehículo llamado Ahmed, por lo que recurrió al padrón municipal. «Para mi sorpresa vi que en el pueblo había 21 ó 22 personas con ese nombre». Por curiosidad, miró a ver cuántas personas de la localidad tenían el nombre de sus hijos, Iker y Aitor, «y resulta que ahora hay más personas en Soraluze llamadas Ahmed o Mohamed que Iker o Aitor».

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A su entender, ese dato «es un reflejo del cambio que ha experimentado en los últimos años Soraluze, la localidad de Gipuzkoa que, subraya, «en proporción de habitantes, en 2023 era la que tenía más desempleo, en la que había más inmigrantes y la que concedía más ayudas sociales».

En cualquier caso, Eulogio deja su destino laboral sintiéndose un soraluzetarra más: «Basta decirte que soy un gran aficionado a la pelota y en las ocasiones en las que Elgoibar y Soraluze se han enfrentado en el torneo interpueblos he apoyado a los pelotaris soraluzetarras, porque les conozco a ellos, a sus padres...»

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Mancebo asegura que en su dilatada trayectoria laboral «siempre he intentado ayudar a la gente»; y aunque reconoce que ha pasado momentos malos y buenos, se queda con estos últimos, que «son la mayoría».

Una vez jubilado, se propone tomarse la vida con calma: «intentaré ayudar algo más en casa y facilitarle un poco la vida a mi mujer. También espero retomar el aprendizaje de inglés y disfrutar con la bici eléctrica que me he comprado», indica «todavía sin hacerme a la idea de que mañana- por hoy- ya no tengo que levantarme para venir a trabajar».

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