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«En 1873 mi bisabuelo, José Ostiz, ya aparece en el censo industrial»Baztan
«En 1873 mi bisabuelo, José Ostiz, ya aparece en el censo industrial»Alicia del Castillo
Viernes, 2 de junio 2023, 21:36
Casa Ostiz cumple 150 años. Cuatro generaciones han pasado por este comercio doneztabarra que comenzó con un taller de fabricación de calzado artesanal. Carlos Ostiz Apezteguia está ahora al frente del negocio familiar, con la inestimable ayuda de su mujer, Pilar Olalla Iraeta, natural de ... Irun. Es un negocio familiar; por la tienda han pasado hermanos, hermanas, hijos y sobrinos.
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–150 años. No muchos comercios pueden decir lo mismo....
–Y probablemente alguno más. Recuerdo que cuando la Cámara de Comercio cumplió 100 años, indagué y en el Ayuntamiento encontramos que en 1873 mi bisabuelo, José Ostiz, ya aparecía en el censo industrial. Me quedé con ese dato, aunque posiblemente fue anterior.
–Él era zapatero.
–En aquel tiempo los zapatos se hacían de forma artesanal. Él los hacía y los arreglaba. Yo no llegué a conocer el taller, pero mi abuelo tenía tres empleados y a uno de ellos incluso le dieron la medalla de mérito al trabajo porque trabajó más de 50 años en Casa Ostiz. Junto a mi abuela, Elena Iribarren, fueron conocidos por los borceguís, botas de cuero, con clavos, que no tenían suela de goma y que se dejaron de hacer hace ya mucho tiempo. Después de ellos siguió mi padre, Jesús, pero le surgió trabajar en Caja Navarra y dejaron de hacer zapatos. Había carencia de materias primas, iban a Francia a por gomas para las suelas, las cocían de madrugada... era un trabajo que requería mucho esfuerzo. Hace unos 70 años, más o menos.
–¿El taller estaba en esta misma casa?
–La casa se tiró y se hizo en el mismo lugar esta nueva. Pero sí, el taller estaba aquí. Conservo una máquina Singer de coser zapatos y también una máquina para dar brillo y pulir, que pesa un quintal porque es de hierro. Cuando hemos hecho diferentes mudanzas siempre me ha hecho ilusión conservar esas dos piezas.
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–En determinado momento tuvo que ser un negocio importante en la comarca.
–Me imagino que de inicio mi bisabuelo habría sido más zapatero remendón, pero mi abuelo yo creo que sí, que al tener tres empleados, trabajarían bien. En aquella época más que zapatos se usaban alpargatas. El zapato costaría dinero y no estaría al alcance de todos... Cuentan una anécdota curiosa. Cuando Santesteban ganó, con mi abuelo Anastasio como director, el Concurso de Bandas de Pamplona en 1918, todos los miembros llevaban zapatos.
–Anastasio Ostiz, que además fue un gran músico.
–Igual fue más músico que zapatero. Le gustaba muchísimo la música. Incluso en aquella época le ofrecieron ir de gira con una especie de precursores de Les Luthiers, que se llamaban Los 3 bemoles. En un principio dijo que sí, pero cuando lo comentó en casa... Claro, desistió.
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–Componía y tocaba.
–Componía, hacía mucha adaptación y debía ser un txistulari extraordinario. Recuerdo que, en mis incursiones en plan aventurero en la casa vieja, porque empezamos a vivir en otra enfrente, apareció un flautín de plata precioso, cuentan en casa que también tocaba el cornetín... Dicen que era un virtuoso que aprendía cualquier instrumento. Luego fue director de la Banda Municipal de Santesteban. Es curioso, porque ganó aquel concurso y es la única Banda que hoy en día no existe, las demás, sí.
–Y cuando pasó a Caja Navarra...
–La tienda siguió, con mi madre, Ana Mari, dedicada a la venta de calzado y luego comenzó la diversificación: papelería, estanco, librería, más adelante, ya conmigo copistería... Y hasta lo que es hoy en día. Es una tienda de pueblo, con servicio de todo tipo.
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–¿Habrá quien siga el negocio?
–Me quedan unos años por delante, pero veo complicado el relevo generacional. Mis hijos están con sus estudios, ya han empezado a trabajar... Pero nunca sabes.
–Porque en tu caso, también fuiste a estudiar fuera.
–Yo no pensaba que me iba a quedar en la tienda. Estudié Derecho, me enamoré y como en aquel momento no tenía en mi entorno nadie en ese mundo, empecé en la tienda. Hablé con Pilar, con mi mujer, y nos planteamos nuestro futuro en común en el pueblo. Y hasta hoy. Tenemos tres hijos.
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–Es difícil el comercio en los pueblos...
–La forma de comprar ha cambiado a nivel general. Ves mucho local cerrado, también en las ciudades. Queremos algo y lo queremos ya, de inmediato. Es imposible tener de todo y en todo momento. Lo que hacemos es apostar por la calidad, trabajando con determinadas marcas con las que llevamos tiempo. Pero hasta eso cambia. Trabajábamos con una fábrica de Menorca, de zapatos de caballero. Hay clientes que me han dicho que tienen los mismos zapatos desde hace 20 años. Pero han cerrado.
–Vuestro almacén es tan grande como la tienda.
–Cuando se hizo la casa nueva, mi madre me decía mirando el almacén... ¿ya lo llenaremos alguna vez? Y vaya que si se llenó.
–¿Celebraréis los 150 años?
–Pues teníamos pensado hacer algo, pero falleció mi hermano... Surgió el poder colaborar con el Día de la Salud de Sunbilla, una jornada para recaudar fondos para Adano, la Asociación de Ayuda a Niños con cáncer de Navarra y Anadi, la asociación de diabéticos de Navarra. Y es lo que hemos hecho, celebrarlo ayudando a los demás.
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