
Bidasoan | Ixiar Mielgo 'Ixiart'
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Bidasoan | Ixiar Mielgo 'Ixiart'
Rodeada de hayas y robles, talla la madera en su caserío de Beintza-Labaien, en Malerreka, aguas arriba del Bidasoa, por el río Ezpelura, junto ... al Ameztia. Desde ahí hasta Bertiz, donde atiende en su tienda de artesanía, en el Parque Natural del Señorío de Bertiz.
–Media vida tallando y media vida en Malerreka, aunque eres de Bizkaia...
–Sí, de Getxo. Pero me vine a vivir aquí hace ya casi 20 años.
–¿Y cuándo empezaste con la artesanía, con la talla de madera?
–Pues cuando vine conocí al que es ahora mi marido y él me empezó a enseñar a tallar la madera y me encantó. Siempre me ha gustado el arte, siempre he tenido esa inquietud y la madera me fascinó, es un material precioso para trabajar. Me evado en el taller.
–Taller que tienes en el mismo caserío.
–Sí, en el caserío. Aunque luego hay veces que tallo hasta en la cocina, como en invierno, delante de la chimenea.
–Me imagino que al principio, como otros muchos artesanos, habrías comenzado a ir a las Ferias, ¿no?
–Empecé a ir de ferias en la zona de Baztan-Bidasoa y después quise abarcar un poco más, porque las de aquí son muy pequeñas y para el producto que hago yo, que es artesanía tradicional, veía que la venta era muy limitada. Así que me metí en el registro de artesanos del Gobierno de Navarra. Me surgió además la oportunidad de llevar la tienda de artesanía de Bertiz en 2017 y entonces dejé de ir a las ferias.
–En la tienda tienes tus obras, pero también de otros artesanos y algo de producto agroalimentario.
–Siempre intento tener algo de artesanía de la zona, de Navarra y también algo de Gipuzkoa. Y luego los productos agroalimentarios son sobre todo de kilómetro 0 y si no, de cercanía, mucho ecológico.
–Por Bertiz pasa muchísima gente al año...
–Es un escaparate que me ha dado la oportunidad de hacer cosas que igual no hubiese hecho. Al final hago productos que me demanda el propio Bertiz, el propio visitante, como fotografía en madera, llaveros, vidrieras... todo artesanal.
–Artesanía con mayúsculas, todo hecho a mano, con herramientas de siempre.
–Sí, donde vivo solo tenemos paneles solares, así que no podemos tener herramientas de mucha potencia. Sierra de calar y lijadora. Todo lo demás es manual.
–La madera, ¿de dónde sale?
–La compramos en serrerías de la zona, sobre todo roble y haya, algo de castaño. Luego a veces en las casas del pueblo a te regalan o te venden tablas antiguas de castaño...
–¿Esas son las más valoradas?
–Para mí, sí, porque hoy en día cada vez es más difícil encontrar madera distinta al roble y al haya. Se está perdiendo el trabajar con fresno..., como antes.
–Aunque tienes cucharas y otros objetos, te has especializado en las argizaiolas. ¿Qué son exactamente?
–Es una tabla con una cerilla de vela. Representa el fuego, la luz del hogar, de la familia, que seguía velando al difunto dentro de la Iglesia. Porque antes se enterraba dentro de las Iglesias, cada familia tenía su lápida y ahí era donde se colocaba la argizaiola. Se dejaba encendida y normalmente la serora era la que la vigilaba y daba la vuelta a la tabla. Cuando alguien fallecía se dejaba varios días y luego se encendía en fechas señaladas: Todos los Santos, el día del aniversario...
–Ahora las personas que adquieren una argizaiola lo hacen por la historia, por la decoración...
–Yo creo que la mayoría, por ser un objeto etnográfico especial y como decoración. Sí que he tenido algún pedido para usarla. Por Bertiz pasa mucha gente también de toda Europa y les hablo de dar luz a los muertos, que creo que es algo que se repite en muchas culturas. Lo ven de mucho valor cultural y se lo llevan. Pero también hay turismo de otras zonas que les da un poco de 'yuyu'.
–¿Destacarías algo de tu experiencia en las ferias?
–Pues voy a decir algo triste, pero cada vez veo menos oficio, menos artesano tradicional. Creo que a los pocos que quedamos, las ferias ya ni nos merecen la pena. Tenemos que buscar un cliente o un tipo de personas que valoren realmente las cosas hechas a mano.
–Me imagino que te habrá pasado que se sorprendan por los precios...
–Muchas veces. Y algunos comentarios como «eso lo puedo hacer yo». Son muchas horas de trabajo y ojo, a mí es a la primera que me cuesta poner precio a lo que hago. Pero en Bertiz estoy aprendiendo a que hay que valorar lo que uno hace. A veces ves cosas que están hechas a máquina, en un momento y con malos materiales y estás dispuesto a pagar equis.
–¿Has tenido encargos de objetos diferentes?
–Sí, desde tallar kutxas antiguas en el pueblo o premios para bertsozales o para asociaciones. Esos me encantan, porque ahí sale más la parte creativa.
–Del paso por Bertiz ¿con qué te quedas?
–Pues me ha hecho aprender muchísimo, desde temas legales, hacienda, productos y materiales nuevos. Me ha llevado a innovar, a hacer cosas más modernas, pequeñas esculturas. Me ha hecho abrir mucho el abanico. Utilizo a veces ramas, líquenes, la naturaleza ya es arte muchas veces. Pronto tendré la web a punto y seguiré creando.
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