Bidasoan | Javier Castro Montoya
Bidasoan | Javier Castro Montoya
Aunque nacido en San Sebastián, vive en Deba y recorre desde hace años los montes, también del Bidasoa, tratando de encontrar piedras de molino para localizar las canteras de donde se sacaba el material. Participa en un grupo internacional denominado Atlas Meulières de investigación sobre ... canteras moleras.
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–¿Cómo empezó esto de localizar piedras de molino en los montes?
–Pues llevó 40 años en la sección de etnografía en Aranzadi. A lo largo de todos estos años he ido cambiando de temas, me gustan los difíciles, los que nadie ha investigado antes. Unos amigos riojanos, ella arqueóloga y él, etnógrafo como yo, me preguntaron si sabía algo del tema. Yo ya me había fijado en piedras de molino en el monte, sobre todo en Baztan, en la zona de Belate... Y ellos empezaron a estudiarlas. En el año 2010 me invitaron a una excavación. En Soria, cerca del Moncayo.
–O sea que tu primer contacto fue allí, a aprender...
–Sí. Estuve 15 días con ellos y aprendí qué eran las piedras, qué diferencias hay según las épocas, qué materiales sirven. Porque para las piedras de molino no sirve la caliza porque patina, resbala, no come.. La mejora piedra es la arenisca y el conglomerado, esa piedra que parece turrón, formada por otras piedras. Es durísimo. Solo los buenos canteros, con mucha experiencia y con buenas herramientas se atreven a trabajarlo. Participé desde entonces en grupos de trabajo y en exposiciones y fui aprendiendo. Y en el 2011 ellos lo fueron dejando. Me propusieron escribir para Cuadernos de Etnología y etnografía de Navarra, porque en Navarra había unas 25 canteras y sigo desde entonces. Ahora tengo 98 y todavía no he acabado, saldrán unas 5 más.
–¿Es difícil localizarlas?
–Para mí es muy importante la colaboración de personas de cada zona. Por ejemplo en Baztan me ha ayudado mucho Felipe Oyarzábal, gracias a él se habrán localizado 15 canteras. Cuando tengo indicios buenos, pues de algún cazador o alguien que anda buscando setas, me avisan y voy. Es difícil porque normalmente están tapadas, son sitios de piedras donde no se mete casi nadie. Y el que va al monte a andar normalmente sigue el sendero.
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–Así que todavía te sigues dando grandes sorpresas...
–Sí, hace unos días hemos encontrado dos en Baztan. Yo no voy al monte y la encuentro, tiene que haber un trabajo previo, con informantes, análisis de cartografía, de geología del lugar... Felipe nos avisó porque un cazador de jabalí le había dicho que en la ladera del Gorramendi había visto alguna. Ese día estaba con Joseba Alonso Arratibel, que es de Ordizia, pero que vive en Olaberria y se dedica a los Mugarris. Tras media hora de buscar por la ladera, la encontramos y tres mas. Son las que se les rompían y lo que certifica que ahí había cantera.
–¿Qué analizáis?
– Analizamos si hay aristas redondeadas o no, porque si no lo están es que ha habido actividad y el espesor, porque se necesita un espesor determinado para sacar piedras de molino. Estos materiales buenos son del triásico, de hace unos 250 millones de años, edad geológica. Son de las rocas más antiguas de Navarra, una banda de arenisca que viene desde Leitza, se mete por Baztan y se va hasta Aezkoa.
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–¿Y después de tantos años habéis eontrado muchas?
–En Baztan-Bidasoa tengo 26 canteras localizadas con unas 150 piedras de molino, restos, 6 ellas en Ezkurra, una en Beintza-Labien otra en Zubieta, en la ladera de Mendaur. Me falta la zona de Bera, de Larun hacia Ibantegi, porque la roca sigue hacia Sara, Necesito informantes. En Navarra tengo 98 con más de 500 piedras y en Gipuzkoa tengo 49, aunque ando buscando en la zona de Oiartzun. Tengo un dato de Oiartzun, en el límite con Irun, datado en 1729, pero no la encuentro, en la zonade Arkale.
–Todo el trabajo que hicísteis en Jaizkibel también partió de un documento.
–Llevaba investigando en Jaizkibel desde 2011 y hasta 2019 no encontré nada. Jaizkibel está muy cerrado con brezo, argoma, zarza. Era dicífil. Teníamos un dato de 1802, en el que se dice que en Jaizkibel había una industria de piedras de molino. No había más datos. Pero un señor mayor que ya falleció había hecho un mapa a mano y su familia nos dejó consultarlo. Había un lugar que ponía Errotarri, piedra de molino y seguimos la pista, pero no encontramos nada. Tuvimos que sguir explorando y a los 500 metros encontamos una piedra de molino. Esto es como lo que decía Einstein, que si encuentras una aguja en un pajar, sigue buscando. Porque seguro que hay más. Y eso hicimos. Creamos un equipo y nos pusimos en contacto con el Ayuntamiento. Encontramos siete canteras en el Hondarribia histórico.
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–Y después habéis seguido investigando.
–En Oñati hemos revisado unos 20.000 folios y en Hondarribia unos 100.000. Sabemos nombres de canteros, datos de ventas del s. XVI. Una piedra valía unos 3.000 euros, unos 15 ducados. Sabemos que salían las piedras en barcos pequeños, en jabras, a Galicia, Portugal, Sevilla, Islas Canarias, Madeira...
–Y el viaje continuaba más allá o lo sospecháis, ¿no?
–Tenemos indicios firmes, aunque no ha aparecido un documento que lo certifique, de que las piedras viajaban hasta América.
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