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«Tenemos que publicar todo el conocimiento de Jauzarrea»Camino de Elizondo, al pasar por Arraioz es inevitable mirar a los dos lados de la carretera. A la derecha se encuentra el Palacio de ... Zubiria y a la izquierda, Jauregizarrea. Este último, con su cadalso de madera y con la puerta del Castillo de Amaiur en la entrada, no podía ser mejor lugar para albergar 'Jauzarrea' (como llaman en Baztan a este hogar), el fondo cultural para el estudio y difusión de la cultura vasca fundado por el fotógrafo, ilustrador, diseñador gráfico y divulgador, Xabi Otero. En la actualidad, a Jauzarrea están unidos cientos de investigadores de todo el mundo, universidades, museos e instituciones de distintas naciones. Es también un ejemplo de cuando el 'auzolan' (trabajo voluntario entre vecinos), se aplica a la investigación y a la divulgación.
– Dentro de poco se publica un importante libro que tiene que ver con Jauzarrea.
– Sí, sobre Louisbourg, un proyecto que tenemos en Canadá. Es una pequeña parte, un programa de los muchos que hay en Jauzarrea. Empezamos en 2009 con la idea de hacer congresos y atraer a todas esas personas que tienen trabajos sobre los vascos para que los compartan. La idea ahora es recoger todo ese conocimiento, hacer un libro en el cual estableceremos un hilo cronológico desde el inicio del Homo sapiens en África, con todo lo que hemos aprendido de ellos.
– Jauzarrea se llama así por una razón...
– Por esta casa: Jauregizarrea, aunque aquí en Baztan le llaman Jauzarrea. Nos parecía que era también una forma de darle contenido a la casa. Ha sido como un aglutinante para toda esta gente que ha venido, normalmente durante una semana. Todos los días cenábamos aquí, era el lugar de encuentro. Fue espectacular el impacto que les causaba a ellos. Margaret Jodry, antropóloga del Smithsonian, comentaba que lo habían intentado hacer allí, pero que no había funcionado.
– ¿Por qué?
– Es la cultura del auzolan, del voluntariado. No existe esa tradición en la que la gente se presta en un momento dado a hacer cosas por el bien común. Esa forma de poder estar durante una semana, viviendo, hablando, compartiendo tiempo con otros colegas, aquí.
– Durante todos estos años se han tratado temas relevantes.
– Nuestra intención es poner una base de datos con todo lo que nos han contado, para que sea accesible a todo el mundo, que sirva para algo.
– ¿Cuántos congresos han sido?
– Congresos internacionales, siete. El primero en Bilbao, en la UPV, y ahí vimos que era mejor hacerlos por nuestra cuenta. Hicimos cuatro en Irun, hasta el 2015. Luego en 2018 hicimos uno en Cape Breton, en Nueva Escocia, Canadá, organizado por el Colegio Unama'ki y los Mi'kmaq y luego hicimos uno en Hernani en 2019. Nos hemos dado cuenta de que ahora toca hacer el libro, editarlo, enseñarlo... No tenemos nada tangible. Hay que editar todos los libros pendientes.
– ¿Un libro por congreso?
– No, no. Primero el del programa de Louisbourg, que ese casi está; luego tenemos que hacer el de Oppenheimer, una edición en castellano y en euskera; otro sobre la teoría de la solución solutrense del Smithsonian; el libro de Atlantiar, que es el de todos los congresos y las más de 150 conferencias, recogiendo esa cronología de la Historia de los vascos, que en definitiva es la Historia de cualquier grupo humano hasta hace 50.000 años. Y luego hay libros puntuales de etnografía o de cosas que tienen que ver con lo que hemos hecho: sobre el lauburu, los oficios, lingüística con Theo Bereman, otra en Texas sobre unas grafías, que sería el primer barco que aparece dibujado en América hace 13.000 años y algún otro con Universidades de Inglaterra e Italia.
– ¿A nivel de genética tenéis también de dónde tirar?
– Tenemos un proyecto que promovemos nosotros, pero que lo hace la Universidad de Huddersfielden el norte de Inglaterra, con Oporto y la Universidad de Pavía, en Italia, con Antonio Torroni. Trabajan en un proyecto sobre Mitogenoma Vasco para la búsqueda de marcadores de 8.000 a 40.000 años atrás. El departamento de Paleogenética quiere hacer una prospección aquí, con muestras de sangre, para buscar marcadores de hasta hace 35.000 años. Con eso podrían trazar cómo se ha movido ese grupo por Europa.
– Y volviendo a Jauregizarrea, ¿era la casa familiar?
– No, la compramos en el 88. Me gustaba Baztan y llevábamos buscando un tiempo. Tuvimos suerte, porque salió esto y nos decidimos. Nos costó muchísimo restaurarla, fue toda una aventura. Lo de la puerta lo supimos luego. Vino a casa José Mari Esparza a decirnos que Pedro Mari Esarte había encontrado ese dato.
– ¿Y la fotografía?
– La retomo con el libro de Louisbourg. Tengo un archivo de unas 100.000 fotos, documental. Hace ya mucho tiempo que hago las fotos para los libros, no como antes, que salía todos los días que podía por ahí a hacer fotos.
– Cuánto ha cambiado todo...
– Antes un libro era un dineral en fotolitos. Conozco todo el proceso y eso al final se nota. Algunos consideran la fotografía una forma de arte, para mí ha sido un oficio, una herramienta, utilizar la fotografía para explicar algo. Quieres que sea un servicio, que sirva para algo.
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