Raquel Andueza en el exterior de su Centro Integral de la Voz y de la Respiración, en el valle de Baztan. A.D.C.

Bidasoan

«Trabajo en la respiración y en encontrar la voz de cada persona»

La soprano navarra Raquel Andueza se ha instalado en el valle de Baztan donde ayuda a encontrar la voz de cada persona

Alicia del Castillo

Baztan/Bidasoa

Miércoles, 8 de enero 2025, 20:15

Raquel Andueza es una soprano navarra con proyección internacional. Ha actuado en los principales festivales y auditorios de todo el mundo, debutando en el año 2012 en el Carnegie Hall de Nueva York y en los Proms de Londres. Perdió y recuperó su voz, y ... ahora, además de continuar con sus conciertos, ayuda a otras personas desde su Centro en el Valle de Baztan.

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– ¿Un centro de la voz y de la respiración en pleno valle de Baztan...

– Tenía un estudio en Pamplona, que es el que ahora tengo en Baztan: Centro Integral de la Voz y la Respiración (CIVYR). La voz al final es aire, con vibración de las cuerdas vocales. Estamos continuamente exhalando aire y la gestión de ese aire es importantísima. Tengo sesiones de canto, pero también solo de respiración, para muchas personas que, por ejemplo, tienen Covid persistente, problemas de ansiedad... En Pamplona todo el mundo me decía: qué pena que no tengas un pequeño jardín. Esa idea empezó a calar y yo siempre he querido vivir en el campo. Así que estuve buscando un sitio que me ayudara, hasta que lo encontré. El hecho de estar y conectar con la naturaleza hace que tú también desconectes de unas cosas para conectarte con otras. Siempre digo que el bosque de hayas que tengo aquí detrás hace la mitad de mi trabajo.

VOZ«Perdí la voz y me tuve que ir a Italia a aprender a hablar bien, a cantar de nuevo»CANTO«Pienso que me siento tan bien con la música antigua porque vengo de la Venecia del s. XVII»

– Lo llaman baños de bosque en Japón.

–Tiene una reputación un poco extraña porque parece que lo hace un sector determinado de gente. Aquí vienen muchos tipos de personas con trabajos muy diferentes: ejecutivos, gente que está metida en la política, aristócratas..., gente que necesita parar, relajarse. Tengo una amiga que dice que en las ciudades vivimos en nichos... La tecnología es fantástica, pero hay que buscar un equilibrio.

– ¿Desde cuándo esa pasión por la música y el canto?

– Soy la pequeña de cuatro hermanos y en mi casa siempre había música. Mis hermanos ya cantaban en una Escolanía y con 6 años yo ya quería apuntarme. Convencimos al director y con 8 ya me puso a cantar las partes solistas. Tengo una hermana que me enseñó solfeo. Aprendí a leer música antes que a leer palabras. Fue algo natural en mí. Nunca pensé que se podía vivir de la música porque era tan placentero... Estudié violín, con 14 entré en el Conservatorio para estudiar canto y luego ya me fui a Londres a estudiar...

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– Y música antigua desde siempre...

– Tenía unos 3 años. Mi hermana, profesora de piano, tenía muchas partituras. Yo siempre le pedía que tocara el libro azul, que casualmente era Bach. Después descubrí a Henry Purcell, a Claudio Monteverdi. Yo no sabía que eso era música antigua..., pero me atrapó.

– Suena a 'alma vieja'.

– Siempre pienso que me siento tan bien con la música antigua porque vengo de Venecia del siglo XVII. Soy una soprano de 1610. Soy muy lógica, pero cuando algo se siente..., se siente.

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– Volviendo al CIVYR, ¿cómo funciona?

– Tengo las clases entre conciertos. Lo bueno de este lugar es que tiene una casa aledaña donde la gente se puede quedar. Depende de las necesidades se puede venir a una sesión, tres días, cinco sesiones. Te sumerges sobre todo en deshacer malos hábitos. Mira, yo perdí la voz hace 8 años y gracias a ello estoy aquí.

–¿Qué pasó?

–Un incidente más que un accidente de coche. Del latigazo cervical se me giró la laringe y durante año y medio no supieron decirme qué me pasaba, pero yo no cantaba igual. Al final una foniatra de Pamplona lo encontró. Me rompí por forzar. Llegó un momento que tuve que parar. Me la pusieron en su sitio, pero muscularmente estaba tan mal que era como si se me hubiera olvidado de cantar. Entonces leí un artículo en 'The Guardia'n. Hablaban de Adele y su segunda operación de cuerdas vocales, de Cher, de Rolando Villazón el tenor... Hablaban de cantantes con problemas con la voz. Y dos señoras americanas, residentes en un pueblecito de Italia, decían que no había que operarse, sino aprender a hablar bien, a cantar bien, a usar tu instrumento bien. Porque si sigues haciéndolo mal, el problema va a volver.

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– Y a Italia...

– Las llamé y me fui para allí. Me dijeron que tenía las cuerdas saludables y que solo había que quitar tensiones. Me fui quedando con una voz muy clara, con la esencia de mi voz. Pero claro, tenía que cantar ópera. Así que fuimos esculpiendo las emociones con la voz. En vez de modificar el tono de tu voz pensando en que tienes que cantar algo dramático, lo que hay que hacer es que sentir esa emoción real de tristeza o de alegría y la voz reacciona, ese timbre, el color de tu voz cambia con esa emoción. La voz está en las cuerdas vocales, no se coloca en ningún sitio. La voz resuena. Tenemos resonadores, del diafragma para arriba somos una caja de resonancia. Tenemos que permitir que ese sonido que sale de nuestra garganta sea lo más saludable posible para poder jugar con él. No sirve solo para cantar, sino para toda tu vida, para comunicar lo que quieres expresar, para hablarles a tus hijos, a tu jefe, para ser el jefe y hablarles a tus empleados, para reñir, enfadarte y amar. Y encontrar tu voz te ayuda a encontrarte a ti misma.

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