
Manuel Malía Jiménez | Escritor
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Manuel Malía Jiménez | Escritor
«La gente del sector marítimo pesquero somos una gran tribu»Manuel Malia Jiménez visitó en fechas recientes Hondarribia para presentar su segundo libro 'A la mar me voy...', cuya historia transcurre, en parte, en esta localidad guipuzcoana y más en concreto, en su puerto de pescadores. Nacido en Barbate, reside desde muy joven en Sanlúcar de Barrameda, donde ha dedicado su vida a la docencia y al arte. Es profesor licenciado en Filología Inglesa por la Universidad de Sevilla y ha colaborado en programas de literatura y flamenco en diversas universidades, institutos, colegios y entidades sociales y culturales. Además, es miembro activo de múltiples asociaciones culturales a nivel regional y nacional. En esta novela, el autor hace un recorrido histórico por cuatro puertos pesqueros de Andalucía y el de Hondarribia, de la mano de los dos personajes principales, Aguscain y Mané, hijos de marineros fallecidos en el mar, que se conocen en la infancia en el colegio interno del Picacho, en Sanlúcar de Barrameda.
– ¿Qué tal estuvo la presentación en Hondarribia?
– Todavía estoy bajo los efectos de, como dicen los portugueses, la 'Saudade'. Maravillosa en todos los aspectos. Es que la gente del sector marítimo-pesquero somos una gran tribu y hemos mantenido a lo largo del tiempo esa gran amistad. Desde Finisterre hasta Tarifa, estamos en continuo contacto. De hecho, el año pasado nos reunimos en Sanlúcar de Barrameda, en el 75 aniversario de la fundación del Picacho, el centro educativo interno para huérfanos, para homenajear a nuestras madres y abuelas. La figura materna tan tremenda en esos años tan difíciles de naufragios y demás, los años -50 y -60 del siglo XX y anteriores, obviamente.
– Así que mantienes buenas relaciones con hondarribitarras...
– Esa relación se ha potenciado a través del tiempo, en contra de lo que se dice muchas veces de que la distancia es el olvido. En Hondarribia mantenemos la relación y la recepción fue fantástica, con la familia Tife precisamente y todos esos contactos que ellos mantienen. Agustín Tife Larruskain se educó desde los siete años en Sanlúcar. (En 1961 tuvo lugar la trágica Galerna del Cantábrico que se llevó a muchos pescadores). Fue buen estudiante, hizo derecho y entre otras actividades, fue director de la Casa del Mar de Hondarribia. Te puedes imaginar, son familia.
– ¿De dónde nace tu libro?
– Nace de todo... Del corazón, del sentimiento y sobre todo, del compromiso de pertenecer a un sector de tremenda importancia, el marítimo pesquero, de haber sido hijo de toda esa vorágine de acontecimientos... El libro se concentra alrededor de los años -50 -60, años con muchas tragedias en todo el sector. Se había fundado el Instituto Social de la Marina y dentro de él una figura tremenda fue Don José Gella Iturriaga.
– Hombre importante para la gente del mar.
– Fundó la mutualidad de accidentes de trabajo y luego, a la sazón, fundó los colegios de Picacho y de Mosteiros en Sada de La Coruña. Hubo también en Galicia centros de acogida, pero esos alumnos vinieron luego a Sanlúcar como Centro masculino y fueron a La Coruña como centro femenino. La necesidad de dejar un legado sobre la gran comunidad que se originó alrededor de esa acogida asistencial, fantástica, enorme para la época, porque los centros fueron espectaculares en toda su dimensión. Bueno, la educación entre comillas, porque en esa época regía el régimen franquista y estaban los centros asistidos por religiosos y religiosas. Yo fui alumno del Picacho y después también fui profesor.
– Y has querido plasmarlo.
– Todo aquello fue un legado. Yo he colaborado con distintas revistas, medios... Se fue haciendo el cuerpo a la pluma. También el aspecto musical: pertenezco a una familia de flamencos y demás... Siempre tus letras, tus cosas y se va haciendo el alma a esa necesidad. Hace unos cinco años publiqué un pequeño libro de relatos, 'Cuentos de sirena'. Tuvo aceptación. Y luego el ánima pedía algo más y me fui metiendo en este trabajo de novela con tintes historicista, fábula.
– Aguscain y Mané, los nombres tendrán un por qué...
– Uno es un personaje andaluz y el otro es vasco y claro, juego con los nombres tratando de cubrir que son dos personajes que se conocieron, basados en la realidad. Es un juego con sus nombres naturales.
– 'A la mar me voy, mis hechos dirán quién soy', sigue el refrán marinero.
– Entre los capítulos hay uno dedicado a D. José Gella Iturriaga. Yo siempre digo que debería tener un monumento en todos los puertos de España. Fue un gran filántropo, un militar de alta graduación, miembro de la Real Academia de la Historia, escritor... Era de Zaragoza, de ahí que el Picacho al principio se llamara Nuestra Señora del Pilar. Gran personaje. En los años -60 el comedor de nuestro centro en Sanlúcar estaba adornado con máximas marineras y esa era la que yo tenía enfrente. Porque los marineros se iban a la mar y nunca se sabía cuando iban a volver. Isla Cristina, Barbate, San Fernando, Sanlúcar y Hondarribia son los cinco puertos, escenarios donde se desarrolla la novela. Los dos personajes se encuentran en Sanlúcar y van intercambiando conocimientos y pensamientos.
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