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La Asociación de Apicultores del Bidasoa-Bidasoako Erlezain Elkartea ha dado la voz de alarma: «las abejas de la comarca del Bidasoa están desapareciendo». El ... problema viene desde hace años, pero es cada vez más crítico y tiene una causa principal que no ha pasado desapercibida para nadie: la avispa asiática. Su presencia, y también la de la varroa, un tipo de ácaro, está detrás de la «muy evidente disminución de la población de la abeja». Es un problema que afecta a toda la costa vasca, y que «ha llegado hasta Galicia».
En su asamblea anual, el pasado noviembre, la Asociación de Apicultores del Bidasoa constató los estragos producidos por esta especie invasora: «además del desgaste que produce la varroa, este verano, y sobre todo, en otoño, el ataque de la avispa asiática en nuestros colmenares ha sido salvaje, lo que ha supuesto un número atroz de bajas de abejas». El dato que aportan los apicultores es desolador: «se han perdido el 46% de las colmenas», lamentan.
Aunque la presencia de la avispa asiática se remonte años atrás, en 2022 sus perjuicios fueron especialmente graves. No es difícil deducir el motivo: el intenso calor y ese verano interminable que, en cuanto a temperaturas, se prolongó prácticamente hasta noviembre. «A mediados de diciembre todavía se han visto ejemplares de avispas asiáticas en los colmenares y en la ciudad», señalan los apicultores. Algunos de ellos «han perdido todas sus colmenas; una verdadera tragedia para quien se ocupa de ellas durante todo el año».
La avispa asiática ha sido tan abundante que «era muy difícil pararla, incluso utilizando las pocas medidas preventivas de las que disponemos, como trampas de cebo, mallas que eviten el paso a las colmenas, arpas eléctricas...». Según se va acercando la primavera el temor de los apicultores aumenta, porque entonces «la avispa asiática volverá a comenzar su ciclo reproductivo. Ella no para, y no tiene depredador. Por lo tanto, sigue en expansión».
El número de apicultores que hay en la comarca «es muy reducido» como para poder combatir a esta especie invadora. «No tenemos muchos recursos con los que poder hacerle frente, ni materiales, ni económicos, ni humanos. Somos David contra Goliath», reconocen. Por eso, quieren que «distintos agentes» se sumen a su lucha y conformar «lo que hemos denominado una Red de Salvamento de la Abeja. Buscamos la implicación tanto de agentes públicos como privados: los ayuntamientos de Irun, Hondarribia y Hendaia; la Diputación, el Gobierno Vasco, científicos, bomberos, clubes deportivos, asociaciones culturales, agricultores y ganaderos, voluntarios...».
46% de las colmenas de los apicultores bidasotarras se han perdido, según constató la asociación en su asamble anual. Algunos apicultores han perdido todas sus colmenas.
El objetivo de esa Red sería trabajar de forma coordinada, y contar con el máximo de agentes dispuesto a instalar en sus jardines, terrenos o tejados una trampa selectiva: hay un modelo «que parece estar dando muy buenos resultados». Diseñado por el apicultor bretón Denis Jaffré, es «un sistema muy simple y con un coste reducido», cuyo manejo y mantenimiento son muy sencillos. Los apicultores del Bidasoa explican que «es una trampa selectiva», por lo que sólo atrapa «a las avispas asiáticas. El resto de insectos que entran en la trampa pueden salir, y la avispa autóctona no puede entrar por ser de mayor tamaño». Por lo tanto, la trampa selectiva de Jaffré parece «más efectiva que las habituales botellas con líquido que venimos utilizando». El principal objetivo es conseguir «una solución que nos permita reducir la población de avispas asiáticas».
La Asociación de Apicultores del Bidasoa añade que «en otros territorios nos llevan la delantera»: por ejemplo, ayuntamientos de Iparralde que «están tomando cartas en el asunto y trabajando para reducir la expansión de la avispa asiática». En Cataluña, «un estudio de colaboración entre apicultores e invesigadores ha concluido que la forma más eficientes de hacer frente a la avispa asiática es mediante el trampeo masivo, especialmente en primavera y otoño, para poder atrapar a las reinas».
No queda mucho tiempo para pasar a la acción, a dos meses del inicio de la primavera: «somos conscientes del reto que supone crear la Red de Salvamento, pero querer es poder», afirman los apicultores. «Poco nos queda ya por perder, así que desde la asociación vamos a movilizarnos todo lo necesario y a tocar todas las puertas posibles hasta lograrlo. Hoy más que nunca, depende de todos salvar a las abejas».
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