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Crimen de Irun
Josu mató a Ignacio de un disparo en la cabeza y después se quitó la vidaLas autopsias confirmaron lo que apuntaban las primeras hipótesis tras observar la escena del crimen: Josu Recalde, vecino de Irun de 53 años, disparó ... en la cabeza a su vecino y socio Ignacio Ábrego, de 47, y después se quitó la vida con su escopeta de caza. Un homicidio cuyas causas aún se investigan, si bien estaría motivado por una discusión relacionada con los negocios que ambos compartían. Este terrible crimen mantiene conmocionados a los vecinos de Irun, donde ambos eran muy conocidos. Ignacio tenía un hijo pequeño y vivía con él y su pareja en el barrio de Lapitze. Josu estaba casado y era padre de dos hijas, con quienes residía en el caserío Aranburu, muy cerca del lugar en el que sucedieron los hechos y que ayer seguía acordonado por la Ertzaintza.
Los cuerpos fueron hallados este jueves sobre las 11.30 horas por familiares de Recalde en el interior de un pabellón que formaba parte de un complejo y unos terrenos que adquirieron hace años los dos irundarras en el barrio de Olaberria. Ambos presentaban heridas por arma de fuego y sus cuerpos estaban tendidos cerca de la puerta, junto a un tractor. Todos los indicios apuntaban a que Josu había disparado a Ignacio y después se había suicidado, pero faltaba la confirmación de las autopsias que se realizaron ayer y que se prolongaron durante horas. Fuentes de la investigación señalan que ha quedado acreditado que Recalde disparó en la cabeza a su socio, causándole graves lesiones craneales incompatibles con la vida, y después se disparó a sí mismo con la misma arma, también en la cabeza, muriendo en el acto.
Las citadas fuentes señalan asimismo que la víctima presentaba «otras lesiones» cuya procedencia queda aún por determinar y que la investigación continúa abierta para concluir cómo se produjo el crimen. Ayer agentes de la unidad de investigación criminal de la Ertzaintza siguieron analizando la escena con el fin de reconstruir lo que sucedió en ese pabellón sobre las 10.30 horas del jueves. Aún quedan muchos aspectos por determinar, como la trayectoria de los disparos, la posición en la que se encontraban agresor y víctima, si se produjo un forcejeo físico entre ellos antes de los disparos, cómo se produjeron las otras lesiones que presentaba Ignacio... Cuestiones importantes pero que en todo caso no alterarán lo que los investigadores tienen claro, que es que Josu mató a Ignacio.
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El móvil del crimen es otro de los aspectos que la Ertzaintza analiza, aunque parece más que claro que fue económico. Ambos gestionaban unos terrenos situados entre el caserío Zamora, propiedad de la familia de Ábrego, y el caserío Aranburu, de los Recalde. Esos terrenos albergan varios pabellones de gran tamaño donde tenían diferentes negocios en común. Estos recintos pertenecieron en los años 90 al Matadero Montero y se usaban como cebaderos porcinos. Tras quedar en desuso, Ignacio y Josu los adquirieron y los utilizaban con distintos fines, si bien la actividad principal era un aparcamiento de larga estancia para caravanas. En uno de esos pabellones situado en el otro extremo de ese parking es donde se encontraron los cuerpos sin vida de los dos hombres.
Además, también se dedicaban a la reparación de todo tipo de vehículos y a guardar perros de caza. Amigos de la víctima aseguran que «discutían a menudo por dinero», y que la última causa era el precio al que cobraban el aparcamiento. «Ahora lo alquilaban a 75 euros al mes y uno quería subir a 100 y el otro, no», aseguran sus allegados, quienes se confiesan totalmente abatidos por lo ocurrido.
«Era un tío auténtico, muy amigo de sus amigos. Todo el mundo lo quería. Siempre preguntaba cosas y se preocupaba por lo que hacías. Era una persona muy pacífica. Nada violento. No sé qué ha podido pasar», dicen los amigos de Ignacio, cuya familia era muy conocida en la localidad fronteriza, donde regentaban desde hace años la carnicería Ábrego, en el centro de la ciudad.
Ignacio disfrutaba mucho de la gran fiesta de Irun, los sanmarciales. Desfilaba con la compañía Lapice en el Alarde Tradicional como redoble. Su día a día lo dedicaba a su familia y su trabajo. «Era un hombre que siempre estaba con sus negocios, con la camioneta y los corderos. Trabajaba en sus negocios, en los de la familia. Antes tenía ganado, pero hace tiempo que ya no», cuentan sus amigos.
Respecto a su relación con Josu Recalde, quienes les conocían dicen que «estaban siempre a la gresca, discutiendo por los negocios que tenían a medias». De hecho, el propio Josu aseguraba «que eran socios, pero no amigos». Este era promotor de construcción y aficionado a la caza. Además, sus allegados explican que en otoño sufrió un grave accidente de moto por el que estuvo ingresado durante meses, dejándole importantes secuelas.
Pero nadie se explica qué pudo pasar para que una de esas discusiones terminara de una manera tan trágica que ha destrozado a ambas familias. «Estaban todo el día juntos. No sé qué ha pasado», confesaba Pablo, hermano de Ignacio.
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