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Iñigo Morondo y Joana Ochoteco
Irun
Lunes, 1 de julio 2024, 02:00
Las cantineras no son cantineras sólo el día 30. Está claro que el gran día de las fiestas es el gran día para ellas, pero todo lo que pasa antes de que llegue San Marcial también cuenta. Y mucho. En los primeros compases de este domingo, Anne Mariño, cantinera de Behobia, tenía muy presente la experiencia de los ensayos. «Los que hacemos en el barrio son muy familiares, pero el día de la Arrancadilla fue increíble. Me decían que al principio se me veía como asustada por toda la gente que había. Pero en cuanto le cogí el truqui me encantó y me lo pasé súper bien. Esa experiencia me ha venido muy bien hoy».
Anne y las otras 14 cantineras que desfilaron en ese ensayo general buscaron con su abanico el balcón de un primer piso de la calle San Marcial. La casa era la de Maite Sagastizabal, cantinera de la Banda, pero ese día compartía espacio con las otras tres que tampoco participaban de la Arrancadilla: Paula Martiarena, de Caballería; Itziar Campo, de Tamborrada y Alba Iglesias, de Artillería. «Fue muy bonito poder vivir esa noche tan especial las cuatro juntas y animar a nuestras compañeras», recordaba este domingo la anfitriona.
También guardaba excelente recuerdo de esas horas Martiarena, aunque afirmaba con contundencia que el día 29 había sido «el mejor día de mi vida». Quizá lo decía porque aún le quedaba mucho 30 que explorar. «Puede ser, pero es que desde pequeña el que más me gustaba era el día de San Pedro. Si te gusta montar a caballo, es un día para disfrutarlo. Diría que San Marcial es un día para compartir con la gente y el 29 un día más para mí». Se la vio contentísima durante toda la Revista. «Normal, estaba cumpliendo un sueño. Desde pequeña siempre me he imaginado ser la que iba sobre el caballo». De hecho, en la montura es como más cómoda se siente. «Los nervios me han venido en los días previos, en los preparativos, en los momentos en los que estoy de pie... Pero en cuanto me subo al caballo desaparecen».
A las que desfilan a pie también les pasa algo parecido. Así lo explicaba María Rivas Etulain, cantinera de Azken Portu. «A medida que se iba acercando el momento de salir de casa me iba poniendo más nerviosa. Pero ha sido empezar a desfilar y me he sentido mucho más tranquila, una sensación como de tenerlo todo bajo control y poder disfrutar cada momento». Iciar Larruskain, de San Miguel, confesaba haber sentido «muchos nervios por la mañana, pero luego ya no. Estoy súper contenta, está siendo una pasada».
A los días previos al 30 de junio se refirió también Iraia González, de Ama Shantalen, cuando recordaba su primer ensayo: «nos cayó un chaparrón y estuvimos bailando bajo la lluvia. Daba igual. Llueva, truene o haga sol, son nuestras fiestas». Este domingo, se confesaba «sin palabras. Por mucho que lo visualices, el apoyo de la gente lo hace mil veces mejor de lo que esperas». Y momentos para disfrutarlos hay muchos. «Si me preguntas qué ha sido especial, qué ha sido inesperado sólo te podría decir ¡qué no lo ha sido!», explicaba Onintza Olaizola, de Anaka. «Cada tramo ha sido increíble, aunque reconozco que hay cosas que me han sorprendido mucho, como Larretxipi».
Porque sí, todo el día 30 desborda las emociones y supera expectativas. Pero siempre hay sorpresas en el camino de las cantineras y picos de emoción. «Que te toquen la Diana en casa es algo que todas las cantineras de la Banda esperamos», apuntaba Sagastizabal. En una calle San Marcial repleta de gente que espera a la Arrancada esa Diana se vuelve «mágica», aseguraba. «Ése es un sitio que muestra muy bien la magia de los sanmarciales».
Para Jone Madejón, de Ventas, el momento mágico fue el camino desde su barrio al centro: «súper bonito, yo sola con la compañía...». El contraste al llegar a la calle San Marcial fue impactante: «ver tanta gente, y ese silencio justo antes de la Arrancada... es increíble». También disfrutó de un paseo hasta Irun Olatz Aizpiolea, de Bidasoa. «Ha sido muy bonito, es un momento con una intimidad que no tienes el resto del día». Pasó de ese momento «tan tranquilo a algo tan impresionante como la Arrancada».
«Lo estoy viviendo con mucha ilusión, mucha emoción y muchas ganas», aseguraba Itziar Campo, de Tamborrada. Le era difícil escoger un solo momento, pero se quedaba con «el Teiro y la bajada de la iglesia, con el Joló». Elvira Sanz, de Buenos Amigos, estaba «contenta y tranquila, más de lo que esperaba». Comentaba que «la Arrancada me ha impactado, ha sido muy especial». «He descubierto muchas cosas», decía Naiara Díaz, de Uranzu, «pero la bajada de la iglesia, con toda mi familia ahí, ha sido monumental. No me he contenido las lágrimas».
Ane Belzunce, de Santiago, destacaba el momento en que su compañía fue a buscarla. «Me han tocado la Diana y ha sido muy emocionante. Era un momento que tenía muchas ganas de vivir». A Eider Domínguez, de Meaka, la sorprendieron «viniendo a tocarme la Alborada a casa. Y luego, con la diana de la compañía, me he emocionado aún más». Sobre la Arrancada, aseguraba que «el cariño de la gente te lleva». Lo que ocurre después en la plaza de San Juan, «ha sido muy bonito para mí», decía Andrea Merino, del Real Unión. «Es algo que normalmente no puedes ver y me ha gustado mucho». Aunque para perspectiva única la de la cantinera de Artillería, viendo desde lo alto del caballo todo el Alarde por delante. «Me siento realmente una privilegiada por haber vivido esto. Mis tíos, mi padre, han sido artilleros y sigo a la unidad desde siempre». Tuvo un percance en la subida vespertina de la iglesia, pero no le impidió seguir desfilando y disfrutar del apoteósico final en la calle Mayor.
Eneritz Martiarena, de Olaberria, disfrutó de ése y el resto de instantes «a tope, sin expectativas y aprovechando cada momento, porque el tiempo vuela». Más allá de los hitos del recorrido, Ane Valiente, de Lapice, elegía «la imagen de mis amigas en un balcón. Se me ha grabado para siempre».
Cómo se puede poner en palabras todo esto que ocurre a finales de junio en esta ciudad y que marca para siempre a estas jóvenes. «Se dice que no hay palabras y es la verdad. Éste es un sentimiento que arraiga cuando eres pequeña y hoy cumples un sueño. No hay mucho más que decir», sentenciaba Eva Graciarena, cantinera de Belaskoenea.
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Ángel López | San Sebastián e Izania Ollo | San Sebastián
Fermín Apezteguia y Josemi Benítez
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