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Imagina volver a casa después de una larga jornada de trabajo y no poder entrar a tu portal porque la cola de acceso a una ... discoteca lo impide. Esto es lo que se encuentran muchos días los vecinos de la calle Joaquín Gamón de Irun. En la noche de carnavales, una residente de esta zona quiso acceder a su domicilio pero, según denuncia, se encontró un ambiente hostil que le cerró el paso. «Las personas que esperaban para entrar a una de las discotecas pensaban que me quería colar y empezaron a encararse conmigo», cuenta esta irundarra de 55 años que prefiere mantener su anonimato y que en ese momento se encontraba acompañada por su marido.
«Les dije que queríamos subir a casa, que era mi portal, pero no hicieron caso y comenzaron a hacerme comentarios. Llamamos a la policía para que nos ayudara pero no llegó nadie», cuenta. Soportando forcejeos, gritos y codazos, esta vecina consiguió hacerse hueco entre la multitud y alcanzar el portal, pero la tensión seguía escalando. «Se me cayeron las llaves. En ese momento, varias personas se me echaron encima, riéndose de mí e insultándome».
Fue entonces, al girarse para buscar a su marido, cuando uno de los jóvenes comenzó a insultarle. «Abrí la puerta y me giré, quedándome frente a él. Entonces, me agarró y me empujó hacia dentro del rellano. Caí sobre las escaleras y oí cómo mi rodilla se rompía. Un sonido horroroso que todavía me sobrecoge». La caída le provocó la rotura de la rótula por tres partes y varias heridas en los codos.
«Estuve 15 minutos en el suelo del rellano, pidiéndole que llamara a una ambulancia, pero no me hizo caso». Después, un agente de la Ertzaintza apareció en el lugar junto a su marido y solicitaron una ambulancia, que la trasladó al hospital comarcal.
Vecina agredida
Irun, 55 años
Esta agresión, que ha sido denunciada ante la Ertzaintza, que trata de identificar al autor, es «la gota que colma el vaso». El calvario que aseguran sufrir estos vecinos al regresar a sus casas se ha prolongado durante años, casi a diario. «La situación es insostenible. Nos pasa casi todos los días», denuncia Alan Silva, hijo de la afectada. «He llegado a salir tarde de trabajar, encontrarme con peleas terribles frente a mi portal y no acercarme porque me daba miedo. Muchas veces he tenido que llamar a mi hermano o a amigos porque no me atrevía a entrar sola», asegura Carla Silva, hija de la mujer agredida.
«Otras veces he llegado a esperar cuatro horas hasta poder entrar a mi casa. Llegar a mi calle a las dos de la madrugada y no poder acceder al portal hasta las seis porque la gente no me dejaba. En otros casos hemos llegado a ir a casa de nuestra abuela a dormir», reconoce Carla.
Carla Silva
Hija de la afectada
Y esto solo para entrar al portal. Una vez llegan a casa, comienzan los problemas para conciliar el sueño. «La música de los locales de abajo está altísima. Nos retumban las paredes y muchas veces no podemos ni dormir. También se oyen las peleas y hasta las conversaciones. Nos hemos quejado a la policía pero nos dicen que la puerta de los bares está cerrada», explica la joven.
«No puede ser que nos encontremos con estos problemas en una calle céntrica de Irun. Se debe invertir más en seguridad», se queja Alan, quien reclama una mayor implicación municipial y policial para resolver la situación. «Hay que tomar ciertas medidas. Entramos al portal como podemos y hasta sentimos que nosotros les estamos molestando a ellos por intentar entrar en nuestra casa. No hay manera. Encontramos peleas, coches destrozados, basura y hasta gente dentro del portal. Nos da miedo entrar y salir de casa», confiesan los hermanos mientras una vecina corrobora que estos altercados llevan repitiéndose «los 21 años» que lleva residiendo en este bloque. «Estamos cansados de estos conflictos, la situación es insostenible», coinciden.
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