
Ernes Olasagasti
Guía de viajes
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Ernes Olasagasti
Guía de viajes
«Siempre digo que si tienes el pasaporte y la Visa, eres un turista»Ernes Olasagasti siempre está viajando. Si no es a cargo de algún grupo dentro de su vida profesional como guía de viajes, lo hace en ... solitario y con poca más compañía que una moto. Su última aventura le lleva a recorrer no un país, sino un continente: África. Sin rumbo fijo ni destino, donde el viaje le lleve, como a él le gusta.
– ¿Eres un viajero?
– A mí me gusta viajar. Este invierno no he podido ir porque tengo la pierna mal. La verdad es que no me gusta mucho la gente que se autodefine como viajera y llama turistas a los demás, porque somos occidentales. Como digo siempre, si tienes el pasaporte y la Visa, eres turista. Unos viajamos más y de manera más alternativa.
– Estuviste hace poco en Irun, en el Amaia, hablando de tu última aventura.
– Llevo muchos años viajando, he trabajado como guía de Banoa, viajo desde muy jovencito y muchas veces lo hago solo. Este proyecto, que va variando porque yo no planifico nada, era comprar una moto en Ciudad del Cabo y llevarla a El Cairo, cruzando todo el continente. La verdad es que ha habido dos parones en medio. Compré la moto e hice, parte con un amigo, los tres primeros meses del viaje de Ciudad del Cabo a Tanzania. Luego la pandemia me impidió continuar durante un par de años. Fui a por ello el año pasado e hice otro tramo: Tanzania, Ruanda, Uganda y cuando iba a entrar en Kenia tuve un problemita, así que volví a Uganda y tuve que dejarlo allí. Pensaba ir este invierno, pero me ha dado la ciática y no he sido capaz de darle la vuelta a tiempo. Ya estoy recuperado, pero empiza la temporada de trabajo. Yo soy guía, tengo una pequeña agencia y traigo a gente de fuera aquí, a eseñarles cultura vasca. Si todo va bien en octubre volveré para continuar y acabar con el proyecto.
– ¿Has dicho que no organizas nada?
– Normalmente, no. Suelo ir en función de lo que me apetece o de la lectura que hago en el momento de hacia dónde voy. No cojo ni el hotel ni el billete de avión. En muchos países no te dejan entrar a no ser que tengas también el billete de salida, así que cojo uno muy barato que lo pueda intercambiar después. Quizá lo único que queda para emular a aquellos viajeros de otros tiempos es hacerlo así, ir y a ver qué pasa. Es que me gusta dejarme llevar por la gente que me encuentro. Hacia dónde voy suele depender mucho de lo que voy aprendiendo sobre la marcha, de los sitios, de la gente.
– Una manera de viajar que quizá asuste a muchos...
– Sí, pero luego es mucho más fácil de lo que parece. En 2008 te cogías una moto vieja en la India y te tenías que buscar la vida de verdad. Hoy en día te sorprenderías con lo bien que funcionan google maps o similares con los mapas fijos. Vas cruzando África y al final del día estás cansado y puedes mirar perfectamente dónde vas a dormir con tu teléfono. Esto quita mucho romanticismo de aventura, pero ayuda un montón.
– ¿Siempre es la misma moto?
– En este caso, sí. Es una BMW 650 kgs, una moto relativamente pequeña, bastante bien para este proyecto. No es lo demasiado trotera para hacer off road, aunque hago todo lo posible. Y la voy dejando donde puedo y todavía no me la han robado. Eso es también mejor de lo que la gente se cree, porque la dejo en el parque, en el mecánico, donde considero que hay un buen tío o tía, dejo una pequeña compensación para que me la cuide y así te la encuentras de vuelta. La gente es mucho más maja en todos los lugares de lo que nos creemos. Eso lo tengo clarísimo. Y parte importante del viaje es negociar cómo metes la moto en otro país, las fronteras son bastante particulares. Una de las cosas bonitas es esa, el cruce de fronteras porque entiendes la idiosincrasia del país antes de cruzarlo. Pasar una moto sudafricana por tantos países y encima un occidental... Por eso la mayoría de europeos se llevan su moto desde aquí, pero eso es muy caro, es otra liga.
– Tienes don de gentes...
– Sí, creo que lo que mejor se me da es eso. Y luego hablo inglés y francés, que en África es imprescindible junto con la paciencia.
– ¿Algo que te haya llamado la atención?
– La gente va a ver animales. Yo había trabajado con grupos en Costa de Marfil, en el norte, en el desierto, en el Sahel, pero no conocía el Big five (búfalo, elefante, león, leopardo y rinoceronte), ir a ver los grandes animales. Pero de África me quedaría con la gente. Pero no como lo vendemos: animales o tribus. Me refiero a la gente de la calle. Las ciudades africanas rebosan vida y el papel de la mujer es increíble. África se sujeta por todas esas mujeres trabajadoras. Me quedo con la fuerza de la gente, más allá de que África es una maravilla. Ir en moto por parques que no están ni delimitados... Con la moto hay que tener cuidado.
– ¿Has tenido algún susto?
– Más que susto, impresiones. Tienes que andar con cuidado: elefantes salvajes, hipopótamos, cositas en charcas... No se te puede calar la moto. Y luego los paisajes, los amaneceres, la luz.
– ¿Vas con tienda de campaña?
– En la primera parte, sí, pero luego me di cuenta de que era demasiado equipaje y que apenas la usé. Llevo un saquito de dormir y alguna cosita, pero normalmente llego siempre a alguna aldea, donde paso la noche.
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