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«Más que un sueño hecho realidad, es la alegría por haberlo conseguido»«Hace dos años tras una lesión de tendón Aquiles muy grave y larga decidí que si volvía era para estar luchando por medallas y ... desde entonces la cabeza sólo ha estado soñando esto. Por eso, se podría decir que es un sueño hecho realidad pero, más que eso, es la satisfacción por haberlo conseguido».
Así se expresa Imanol Gil a la vuelta de Estados Unidos, donde se ha disputado el Mundial de pista cubierta en categoría veteranos y ha logrado la medalla de bronce en los 60 lisos en la franja de 35-39 años. La final solo duró siete segundos, pero el irundarra había tomado la salida mucho tiempo atrás y celebró el podio con mucha emoción.
El integrante del Super Amara-Bidasoa Atletiko Taldea asegura que «soy la persona más cabezona que vas a conocer en tu vida. Todo lo que me he propuesto, lo he logrado. Si no ha sido a la primera, he seguido insistiendo. Se me metió en la cabeza participar en este Mundial porque, aunque estuviera muy cojo y muy mal, yo veía una posibilidad de que sucediera. Pequeña, obviamente, pero había una posibilidad. Por eso he entrenado tanto, por eso me conciencié tanto de salir de la lesión, porque creía que se podía hacer».
Para participar en un Mundial «no son necesarias mínimas pero si no tienes el nivel te vas a quedar fuera en la primera ronda. Siempre tuve claro que no vendría si no estaba en mi mejor versión y tras ser campeón de España con 7''01 tres semanas antes todo ya cobró sentido y empecé a verlo posible».
Ese 7''01 colocaba a Gil como quinto mejor tiempo de todos los participantes de 60 en el tramo de 35-39 años y admite que «eso me metía algo de presión». En cualquier caso, «este invierno he sido muy regular y muy competitivo y, como mentalmente soy un 'animal', siempre creo que todo se puede conseguir».
O no siempre... «Había momentos en los que me veía para ganar el oro, en otros pensaba que no iba ni llegar bien a meta por el cansancio del viaje, el jet-lag... Además, había gente con marcas muy buenas a nivel sénior y que estaba de tapada».
En la eliminatoria (7''12) y en la semifinal (7''04) fue tercero. «Pasando las rondas todo empezó a coger forma y se iba viendo más real la posibilidad».
Una vez en la final, «estar con el tercer mejor tiempo me puso una mochila de responsabilidad. Los nervios y el desgaste de las rondas y del viaje eran una realidad. Hubo dos salidas falsas y luego yo salí primero, porque es mi especialidad. A los 40 metros seguía emparejado en medallas pero era gente con mejor final que yo y acabé tercero», con 7''05, por detrás del estadounidense Charles Jackson y el francés Florent Ribert, ambos con 6''97.
El irundarra cree que «fue mi mejor carrera en cuanto a ejecución en mis 25 años de atletismo. Rendí mejor que a edades más cómodas y en situaciones muy difíciles de gestionar, lo que me hace sentir muy orgulloso del trabajo y de cómo le he dado la vuelta a la lesión».
Rompió a llorar al ver que había logrado la medalla de bronce. «Hace dos años con la lesión del tendón de Aquiles me planteé o dejarlo todo o darme una oportunidad más de creer en mi y en algo grande. Y me puse como objetivo el Mundial y luchar por medallas. Esta aventura empezó así y han sido dos años especialmente bonitos y también duros a partes iguales».
Lo celebró con «mi amigo Carlos, de Sevilla, que llevamos quince años entrenando juntos. Corrimos la final codo con codo y él fue quinto. Un momento único e irrepetible que quedará para nuestro recuerdo». Y también, desde la distancia «con todos. Sobre todo familia y pareja. Amigos y compañeros de este deporte que han formado parte de este largo y maravilloso camino de tantos años... Todos han aportado en diferente medida».
Tras el subidón de la medalla de bronce, se preparó para la prueba de 200, que no es la suya. «Estaba cansado, vaciado, pero no sé de dónde saqué fuerzas y pasé la eliminatoria, la semifinal y fui quinto. Contento por esto también».
El bronce fue la guinda de su participación en el Mundial de veteranos, pero la experiencia en conjunto fue «increíble. Desde el momento en el que llegas a Estados Unidos, todo el montaje, las relaciones que haces con el resto de participantes...».
En este contexto, florece la anécdota de que «le conté a un belga, con el que mejor me llevaba, cómo estuve a punto de dejar el atletismo por la lesión de Aquiles y se me echó a llorar, porque él también venía de una historia de superación. Se levantó la camiseta y me enseñó que tenía un marcapasos».
En el Mundial, el irundarra apreció que «un porcentaje muy grande de los participantes es gente que la apasiona esto. Con la edad, cuesta mucho entrenar. Hablamos de entrenar a un nivel de exigencia, que de joven es muy divertido, pero que con la edad, el trabajo y la familia y todo, cuesta una barbaridad».
No esconde que ha sido «el viaje de mi vida. He conocido a un montón de gente y he competido en 60 lisos en el país que es la cuna de la velocidad. Y además, con medalla».
Ha empezado a pensar en el Campeonato de Europa que se celebrará el año que viene en Polonia pero, primero, la liga con el BAT, que es una competición que «me encanta. Tenemos el mejor equipo que hemos tenido nunca y vamos a intentar hacer algo grande».
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