Una decena de agentes de la Ertzaintza inspeccionó junto al detenido el domicilio en el que residía en Irun. F. de la Hera

Muere apuñalada por su hijo en Irun: «Unai adoraba a su madre, a saber qué pasó por su mente»

Los vecinos de la mujer fallecida solo se explican la tragedia «por los problemas mentales» del presunto parricida, que ha pasado a disposición judicial

Oskar Ortiz de Guinea

Irun

Viernes, 7 de febrero 2025, 06:40

Ni una palabra de rabia, ni de repulsa, ni de condena. Solo muestras de dolor, pena y empatía con la familia de Mirentxu A.B., la vecina de Irun que murió el miércoles por la noche en el Hospital Donostia tras haber sido apuñalada ... a primera hora de la tarde en su vivienda, en la calle Kostorbe Alde, presuntamente por su hijo, que ha pasado este viernes por la mañana a disposición judicial, según ha informado el Departamento de seguridad.

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Tanto los vecinos de la mujer como los del hombre, apuntaban este jueves a los «problemas de salud mental» que al parecer padece el homicida para explicar la posible motivación del crimen. «Lo único que puedo decir es que Unai adoraba a su madre. Solía visitarla casi a diario, y cuando hacía bueno hablaban durante horas en la parte trasera de la casa», aseguraban, consternados, unos allegados de la víctima.

El varón, de 47 años, ha abandonado este viernes por la mañana las dependencias de la Ertzaintza y ha sido puesto a disposición judicial. El jueves por la mañana, fue conducido esposado hasta su domicilio, en la calle de Jesús, muy cerca de la trasera del ayuntamiento irundarra. Lo acompañaron una decena de agentes, varios de ellos correspondientes a la Policía científica. Junto a él, inspeccionaron su vivienda, el ciclomotor en el que huyó hasta su casa tras el apuñalamiento. Los agentes también abrieron la tapa de la alcantarilla ubicada junto al portal, de tan solo tres viviendas. Todo en busca de evidencias.

Preguntado por el detenido, un vecino de esta calle no pudo contener unas lágrimas. «Me da mucha pena por ella, que era muy buena mujer, y también por él. Era un bonachón: tenía problemas mentales, pero no era ni agresivo ni conflictivo», aseguró. «Su única hermana -apuntó una vecina de la víctima- vive fuera, y él estaba muy unido a su madre», quien residía en una casa familiar junto a su segundo marido -enviudó del primero, padre del matricida- y su hermana, ambos presentes en el momento del crimen. La otra hija de Mirentxu y su nieta se han desplazado ahora a esta vivienda del barrio de Santiago.

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Medicación

La mujer había ayudado a su hijo a acceder al piso en el que vivía, y era ella quien iba a las reuniones de la comunidad. El detenido era una persona «querida» en su calle y en el barrio de su madre, junto al Stadium Gal. Dado su estado de salud mental, trabajaba como jardinero en una empresa de economía social. Integraba la brigada que cuidaba los jardines de la zona de Kostorbe, aunque ahora estaba de baja. Tanto en su vecindario como en el materno y en el bar de la plaza Mosku donde solía tomar café por las tardes, varias personas coincidían en que en los últimos días les había confesado que «le habían cambiado la medicación y no le estaba haciendo bien». En la calle de Jesús últimamente le habían oído «discutir más por teléfono con su madre, pero nada exagerado». Luego pidió perdón a los vecinos «por si nos había molestado con las voces».

A menudo en el bar compartía café con dos o tres amigos y en enero llevó una tarta por su 47 cumpleaños. «Era muy correcto y no muy hablador. Yo pensaba que vivía con su madre porque hablaba mucho de ella», afirma un hombre en este bar, donde lo recuerdan como «muy motero», a menudo vestido con cazadora y botas de moto, aunque pilotaba un ciclomotor Rieju de 50 cc. Cogía la moto a diario para ir a trabajar, a las 6.30 horas. Para no despertar al vecindario, iba en punto muerto por la calle abajo hasta que la arrancaba. «Era muy respetuoso, el último que esperas que pueda hacer algo así. Pero estaba enfermo y a saber qué pasó por su mente», lamentaba un vecino.

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