Simón Etxeberria junto a la reproducción del acorazado Bismarck que construye pacientemente desde hace nueve años. FOTOS UNANUE

El acorazado Bismarck, la obra de artesanía en la que Simón Etxeberria ha invertido una década

Este vecino de Andoain lleva nueve años realizando una maqueta a escala 1:100 de uno de los buques insignias de la Alemania nazi

MARIVI OLANO

Andoain.

Domingo, 14 de noviembre 2021, 00:15

En junio del año que viene se cumplirán 10 años desde que Simón Etxeberria Amutxastegi se marcara como reto personal construir una maqueta a escala del acorazado Bismarck, uno de los buques insignia de la marina alemana durante la Segunda Guerra Mundial. La idea ... se le ocurrió al conocer que algunos de sus compañeros de trabajo habían comprado los fascículos de la editorial Salvat para construir pieza a pieza este buque. A Simón, la maqueta que se podía construir con aquellos fascículos le pareció pequeña y decidió acometer la tarea de construir un barco a escala 1:100 del original. Los 251 metros de eslora del Bismarck se convirtieron en una reproducción de 2,51 metros que, a falta de detalles, está a punto de terminar.

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«Empecé sacando de internet los planos, la historia del acorazado nazi y los astilleros en los que se fabricó. Lo he ido construyendo día a día en mi garaje, con herramientas básicas. Lo principal está ya hecho y ahora me quedan solo los detalles pequeños», indica. Las piezas más pequeñas como algunos cañones o las hélices las ha comprado, «pero el 90% de la maqueta está hecha a mano por mí», señala.

De la cubierta a las torretas

El resultado de estos 9 años de trabajo es una espectacular maqueta construida al detalle. El casco combina los colores rojo inglés y negro con un gris de camuflaje y una pequeña ola blanca para despistar al enemigo sobre la envergadura del buque. La cubierta, en la que ha invertido año y medio de trabajo, está realizada con pequeños palitos de madera, colocados uno a uno. Varias torretas principales, cada una de ellas con dos cañones, otros seis cañones dobles, compuertas por donde salían los marineros y se introducía la munición, rejillas para el agua fabricadas con lija de carpintero, telémetros para calcular la distancia a la que se encontraba el enemigo... son solo algunos de los numerosos elementos que Simón ha fabricado para dar forma a esta maqueta.

El Bismarck de Etxeberria tiene además movimiento. Con una radioemisora pone en funcionamiento los motores, las hélices y mueve los cañones principales.

Madera, lija o bronce son algunos de los materiales que ha utilizado. En la construcción ha contado con la ayuda de algunos compañeros. «Tengo que agradecer a Guillermo Yaben (ajustador), a Emeterio Alonso (soldador) y a Jesús Mari Elizalde (tornero) porque me han ayudado cuando lo he necesitado».

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Experto en su historia

Simón fue poco a poco adentrándose en la historia de este acorazado y conoce detalles como el calibre de sus cañones, el peso de cada proyectil (800 kilos), la distancia que alcanzaban (35 kilómetros) o la autonomía que tenía (8.870 millas). Cuenta que las autoridades nazis autorizaron su construcción en 1935 y que se empezó a construir el 1 de julio de 1936. «Lo botaron en 1939, metieron los cañones y todo el armamento y el 24 de mayo de 1941 lo mandaron a su primera operación. Tres días después, el 27 de mayo, los ingleses lo hundieron. Torpedearon los timones y se quedó dando vueltas hasta que se hundió. Llevaba una tripulación de 103 oficiales y 1.962 suboficiales y marineros. Solo se salvaron 115 tripulantes, que fueron recogidos por los ingleses», indica.

Afición que viene de familia

Simón es un autodidacta en el arte de las manualidades. Con 15 años salió de La Salle para entrar a trabajar de aprendiz en SAPA, donde después de 46 años en la empresa se jubilaba en 2012. De joven le gustaba dibujar y pintar y la construcción de maquetas en relieve. «Yo creo que esta afición me viene de familia. Un hermano de mi abuelo fue el fotógrafo Secundino Etxeberria. Recuerdo que cuando era pequeño me quedaba maravillado por los belenes que construía», comenta.

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Utilizando materiales como la madera y el corcho ha construido diferentes maquetas. «Tengo un relieve de Urnieta y otro de Andoain que estuvo durante un tiempo expuesto en un comercio de ropa que había en la calle Mayor y que ahora se encuentra en el local del Euskalduna de montaña. También hice otro de la sierra de Aralar, una reproducción en madera del edifico de SAPA que me costó terminar 10 años, y una patrullera de costa que echaba cohetes», señala orgulloso. La pintura ha sido otras de sus aficiones. Un retrato de su suegro, un cristo pintado a carboncillo, paisajes al óleo y una pintura de la presa de Aldeávila son algunos de los trabajos que ha realizado. Simón dice que todavía le queda un año para completar todos los detalles del Bismarck, y cuando termine cree que dejará aparcada esta afición por la artesanía, aunque no está del todo seguro. «Lo que sí quiero que pongas es el agradecimiento a mi mujer (Mª Jesús González) por haberme apoyado durante todos estos años. Ella ha sido la paciente inglesa», señala socarrón.

Aunque al principio era reacio, ahora no descarta la opción de exponer su maqueta en un centro público si se lo pidiesen.

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