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MARIVI OLANO
andoain.
Domingo, 19 de diciembre 2021, 00:16
El derribo de la cruz del monte Buruntza dividía ayer a los vecinos de Andoain, entre los partidarios de demoler los símbolos franquistas y quienes opinaban que desde hace tiempo este monumento tenía más una simbología religiosa que política.
La organización juvenil de la izquierda abertzale Ernai asumía ayer la autoría de esta acción y la justificaba con un vídeo y un mensaje en redes sociales, en el que proclamaba que «en el camino hacia la libertad no aceptaremos símbolos fascistas».
El derribo de la cruz que ha presidido el monte Buruntza hasta el día de ayer ha sido motivo de alegría para algunos y de tristeza para otros. Entre estos últimos, buena parte de los vecinos de Buruntza que se despertaban con la noticia de que el símbolo que identificaba a este barrio ha desaparecido. Un vecino señala que el debate está sobre la mesa. «Hay ideas diferentes sobre esta acción pero algunos de nosotros sentimos mucha tristeza. Para muchos de nosotros la cruz era el elemento que nos identificaba, era un reto subir hasta la cruz, y no le dábamos ningún significado político. Para buena parte de los vecinos de Buruntza, sobre todo para la gente de edad, la cruz ha sido un elemento religioso y muchos de nosotros ni siquiera sabíamos que tenía otra connotación. Nunca le hemos dado un significado político». Este vecino indica que el sentimiento que predomina entre los residentes de Buruntza es «una profunda tristeza porque era la cruz en la que hacíamos los vía crucis y para nosotros era solamente un elemento religioso», señala.
Desde el Archivo Municipal explican que el debate sobre los símbolos franquistas viene de lejos. En 2018 desde el Gobierno Vasco se preguntó al Ayuntamiento de Andoain sobre algunos de estos símbolos, como el puente de Navarra, la cruz de Belkoain, que pertenece al municipio de Aduna, o la cruz de Buruntza. El Archivo preparó un informe en el que, entre otras cuestiones, indicaba que la cruz de Buruntza se había erigido en la etapa franquista por encargo de la Falange con el beneplácito del Ayuntamiento de Andoain, pero indicaba también que anteriormente a ese monumento existía en la zona otra cruz que gozaba de gran devoción popular entre los andoaindarras. En este informe, el Archivo indicaba que, en caso de que las instituciones decidieran derribarla, este proceso debería hacerse, cuando menos, «con tacto».
El debate sobre el derribo de la cruz de Buruntza era ayer tema de conversación en las terrazas de los bares. En la plaza Zumea, un grupo de andoaindarras criticaba esta acción. «Esa cruz para los andoaindarras y para los que somos mendizales no tenía ningún significado político. Para nosotros ha sido siempre la cruz de Buruntza, sin más historia. Resulta que la tiran porque dicen que se nos impuso y ahora van ellos y la derriban sin consultar con nadie en una actuación de tinte tan fascista o más que su colocación. Seguimos con la misma historia, esto no cambia, no hay ningún respeto», indicaba un vecino que prefería no dar su nombre. Otro vecino apuntaba que la cruz tuvo en su origen el significado que tuvo pero que después de tantos años «los andoaindarras la veíamos simplemente como un elemento que coronaba el Buruntza y que en mi caso, como en el de mi cuadrilla, no tenía ni significado político ni tan siquiera religioso, era un elemento que caracterizaba al Buruntza y a Andoain y que ahora, tristemente, ha desaparecido porque unos cuantos así lo han decidido», señalaba
Xabier Arruti, miembro de Burdina Taldea, manifiesta a título personal que esta asociación llevaba años valorando la idea de derribar 'democráticamente' la cruz. Sin entrar a valorar el derribo, comenta que «esa cruz no debería haber estado nunca ahí porque era era un símbolo franquista. Se ha derribado y lo que habría que hacer es explicar al pueblo cúal ha sido la razón. Hay que decir que nos fue impuesta y que su fin era honrar a los caídos en el bando nacional», señala. Arruti se remonta al siglo XVI para recordar que en aquella época la Inquisición quemaba a las mujeres a las que consideraba brujas y en los lugares en los que se hacían akelarres erigían las ermitas de la Santa Cruz. Y en paralelo, recuerda que «en 1936 cuando vencen los nacionales colocaron cruces como la de Buruntza por los caídos, nos impusieron esa cruz. No tenía sentido que estuviera allí porque la colocaron antidemocráticamente. Quizás se debería haber hecho un referéndum, pero hubieran pasado otros veinte años sin que se hiciera nada. La cruz está ya derribada y lo que hay que hacer ahora es explicar, concienciar y educar al pueblo de dónde proviene esa cruz».
El equipo de Gobierno (PSE-EE y EAJ-PNV) del Ayuntamiento condenaba ayer enérgicamente los actos de sabotaje por el ataque a la cruz de Buruntza y destacaba que «Andoain debe ser un municipio basado en el respeto y la convivencia».
Desde el Ayuntamiento se su-brayaba «el importante valor simbólico de la cruz para los andoaindarras», y se indicaba que «pese a no compartir o rechazar el origen o procedencia de la cruz, rechazamos acciones de imposición unilateral ya que estas conductas jamás se alinearán con una actitud democrática».
El Equipo de Gobierno anunciaba que llevará este tema a la mesa de la convivencia para hacer una valoración y acordar entre todos los grupos municipales los pasos a seguir.
Oroituz Andoainen, grupo memorialista que trabaja en defensa de los derechos de las víctimas del franquismo, hacía pública una nota en la que manifestaba que la noticia del derribo de la cruz de Buruntza «vuelve a poner al descubierto el déficit profundo que viene arrastrando la democracia en el Estado español desde 1978 relacionado con el nulo respeto a la aplicación del concepto internacional de Verdad, Justicia, Reparación y Garantías de no repetición, referido al golpe militar fascista de 1936 y posterior dictadura, y también con respecto a los derechos que les corresponden, y les son negados, a las miles y miles de víctimas que provocó el franquismo».
Esta asociación indica que las fuerzas que lideraron la Transición decretaron la impunidad para los crímenes del franquismo y la amnesia histórica, «y ofrecieron la alfombra roja 'democrática' a todos los aparatos del estado franquista», y recuerda que, a día de hoy, «más de cien mil demócratas que defendieron la República y la democracia siguen enterrados en las cunetas y las víctimas siguen reivindicando verdad y justicia para sus familiares».
En el contexto de déficit democrático con respecto a la memoria antifranquista Oroituz sitúa el tema de los símbolos franquistas que aún perduran, y explica que, atendiendo a testimonios personales, prensa histórica y documentos del Archivo del Ayuntamiento de Andoain, la Falange Española de las JONS de Andoain fue quien impulsó la colocación de la cruz en agosto de 1939 con la colaboración del Ayuntamiento de la localidad. «Pretendieron así honrar a los miembros de la Cruzada Nacional Católica de Liberación contra rojos y separatistas que murieron durante la conquista militar de la cima del Buruntza, justo tres años antes. Quisieron honrar a esos alzados y delincuentes que días y semanas atrás contribuyeron a la represión feroz, primero contra nacionalistas, socialistas, comunistas y anarquistas de Nafarroa, y posteriormente contra los mismos de Goierri, Tolosaldea y Andoain».
Oroituz indica que la la cruz la colocaron, no en la cima, sino en el punto más visible desde todos los pueblos de Buruntzaldea. «Para, por una parte, honrar a sus muertos, pero también para que quedara bien claro quién gobernaba en estas tierras, a la vez que para humillación de miles de víctimas».
La asociación considera que la ley de 2007 de Memoria Histórica supuso una nueva humillación y frustación para las víctimas del franquismo porque no solucionó casi ninguno de los problemas pendientes de la democracia con respecto a su pasado y a las víctimas, aunque afirma que, de dicha ley, se salva el capítulo que ordena la retirada de los símbolos franquistas, y añade que la aplicación de esta ley hubiera bastado para que las autoridades públicas hubieran decidido retirar la cruz de Buruntza. «Lo idóneo hubiera sido que esa retirada hubiera estado materializada ya, dando información de su origen, promotores, simbolismo..., pues no podemos obviar que en la población de Buruntzaldea sigue habiendo un gran desconocimiento en torno a esa cruz».
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