Familia de Andoain. Lansari junto a Yune, Cruz los tres últimos veranos. Y HUGO, EN CUYO HOGAR HA VIVIDO MARÍA

Andoain

Lansari y su familia de Andoain

Saharaui. El menor ha vivido su tercer verano en el municipio en casa de la familia Tedone-Moreta, pero éste ha sido el último y mañana se va al campamento de refugiados

María Cortés

Andoain

Martes, 27 de agosto 2024, 19:12

La familia Tedone-Moreta ha vivido un verano completo, uno más, tras la llegada de Lansari. El pequeño saharaui, que aterrizó en Andoain y tras el verano regresa mañana con sus allegados, pisaba por tercer año consecutivo la casa de Yune, Cruz y su hijo ... Hugo. Pero la de este año ha sido quizás la visita más emotiva y triste a la vez, ya que para el niño será el último verano en Andoain. «Cuando me dijeron que Lansari no vendrá más fue un palo. Normalmente los niños hacen 4 años dentro del programa 'Vacaciones en paz', pero la falta de familias de acogida ha hecho que se priorice dar salida a otros niños, en lugar de que los que ya han participado repitan. Así que aunque a Lansari le hubiera faltado un verano más, éste será el último. Y para mí, en un año en el que ha fallecido un familiar muy cercano, está siendo el año de las pérdidas», relataba emocionada Yune, la madre de acogida, que a pesar del disgusto, aseguraba que «seguiremos acogiendo niños saharuis el año que viene y, sobre todo, animamos a los andoaindarras a que lo hagan».

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En ese sentido, Yune asegura que, como les pasó a ellos en la primera experiencia, «hay mucha gente que tiene muchos prejuicios y miedos. La falta de conocimiento e información a veces te hace no dar el paso. Pero puedo asegurar que la vivencia es increíble y que además de ayudar a estos pequeños en sus duras condiciones, nosotros como familia también hemos recibido mucho».

«Teníamos muchos prejuicios»

Lansari Iahdih Brahim llegó a principios de julio a Andoain, era su tercer año en la localidad. Todo ese proceso que ha vivido junto a la familia Tedone-Moreta ha hecho que a día de hoy los lazos sean muy fuertes. «Fue difícil al principio, porque teníamos muchos prejuicios. Son culturas muy diferentes y teníamos miedo a no saber hacerlo bien. El tema del lenguaje tampoco ayudaba... Ese año trabajaba por las tardes y la gestión fue más complicado. Pero poco a poco, con paciencia y ganas, todo fue surgiendo y encajando y el niño se adaptó perfectamente».

«Los niños necesitan que tengamos paciencia –prosigue– y tenemos que entender que vienen de otro país, que son muy pequeños, tampoco nos entienden, no saben de nuestras costumbres, ellos viven más libres en el desierto, no en casas como las nuestras... pero poco a poco, gracias a la relación tan especial que tenía con Hugo, fue cogiendo confianza y todo fluyó. Este año, por ejemplo, Lansari ha venido mucho más seguro y la adaptación ha sido rapidísima».

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«Todos ganamos»

Yune lo tiene claro y asegura que «siempre escuchamos como se alaba la labor de las familias de acogida, pero para nosotros no es nada extraordinario, lo hacemos por sí y porque a nosotros nos enriquece una barbaridad. Lo que hemos aprendido de esta experiencia y del niño, no está pagado. Recuerdo que Lansari nos pedía permiso para todo, hasta para coger un vaso de agua. Muchas veces no se atrevía a comer o a pedir algo por no molestar o porque no gastáramos. Vienen con unos valores muy fuertes, sobre todo muy educados en el respeto hacia la familia. Es algo que aquí nos cuesta encontrar y que deberíamos aprender de ellos. Con los años también Lansari ha cogido confianza y ahora es uno más. Al igual que cualquier niño pide cosas y quiere cosas, y a veces se le dan y otra veces no, como a nuestro hijo. Los tratamos igual e intentamos que aprendan y disfruten el uno del otro».

La familia de Andoain asegura que no se han sentido solos en toda esta experiencia, ya que «solemos tener relación con los otros niños y familias de acogida de Gipuzkoa y es un apoyo muy grande. Y desde Hurria-Sáhara y el Ayuntamiento, en nuestro caso en Andoain, todo son facilidades y están para ayudar. Lansari, por ejemplo, puede disfrutar de los udalekus y demás actividades en el municipio». Precisamente, jugar y los deportes es de lo que más le gusta al pequeño saharaui. «La piscina le chifla. Ha aprendido solo a nadar, poco a poco. Sin miedo al agua, se atrevía a tirarse y así aprendió».

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Otro de los momentos más especiales que recuerda la familia tuvo lugar el año pasado, cuando por el cumple de Lansari, el 1 de agosto, le hicieron una fiesta «y pudimos contactar por videollamada con su madre. Fue muy emotivo, la madre lloraba de ver a Lansari, de no poder estar con él, pero también de alegría por saber que nosotros lo estábamos celebrando con todo el cariño y la ilusión del mundo. En todos estos años se ha creado algo muy especial y él nos tiene también mucho aprecio y cariño. Somos y seremos su familia de Andoain».

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