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O. O. G.
San Sebastián
Viernes, 20 de octubre 2023
La compuso el colombiano Guillermo González Arenas y la inmortalizó Peret: «A mi amigo Blanco Herrera le pagaron su salario/ y sin pensarlo dos veces salió para malgastarlo,/ una semana de juerga y perdió el conocimiento/ como no volvía a su casa todos le daban por muerto/ Y no estaba muerto, estaba de parranda». Cambien el nombre del amigo Blanco por el de Darwin, el vecino de Hernani que estaba desaparecido desde que el pasado viernes por la noche salió a tomar algo en la localidad donde vive y no regresó a casa. Tampoco el lunes acudió a trabajar en una empresa de transporte de cerveza de Urnieta, lo que hizo saltar las alarma. «Nunca ha faltado al trabajo» y «con el trabajo no jugaba», aseguraban tanto en el 'currelo' como en su entorno de amistades, convencidas estas de que «Darwin nunca haría algo así» como desaparecer sin dejar rastro. Se ve que siempre hay una primera vez, porque el chico ha reaparecido una semana después. Asegura que le robaron su teléfono móvil personal y el de la empresa urnietarra, pero se encuentra sano y salvo.
Antes de narrar el suceso, conveniente darle contexto. El chico, de origen hondureño, llegó a Gipuzkoa hace alrededor de un lustro junto con un amigo de la infancia. Toda su familia, fundamentalmente su madre, se quedó en Honduras. «Aquí no tiene más que sus amigos», explicó uno de ellos, «preocupado» por su silencio.
Las circunstancias de su desaparición alimentaban la inquietud: ese viernes salió de fiesta llevando encima «una importante cantidad de dinero», fruto de los cobros de su reparto de barriles por locales de hostelería, aunque sus jefes «nunca» pensaron que se podía haber fugado con el dinero. Esa noche se le vio en compañía de otro vecino de Hernani, y no regresó a la casa donde una familia le alquiló una habitación.
Según ha explicado a su entorno, esa noche bebió y le acabaron robando el dinero que había cogido –ha devuelto prácticamente toda la recaudación– y los dos móviles. Se refugió en casa de alguien con quien compartió madrugada, y el lunes fue incapaz de dar explicaciones en la empresa que, tras contratarle, le había permitido regularizar su situación.
Su desaparición fue denunciada ante la Ertzaintza el martes, y la noticia fue publicada el jueves en este periódico. Alguien le avisó de ello, y salió de su trinchera. Un final feliz a seis días de inquietud.
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