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Una de las partidas en el nuevo local.
Los jugadores de rol prometen un txupinazo muy divertido

Urnieta

Los jugadores de rol prometen un txupinazo muy divertido

Habitantes de Innsmouth. El grupo que reúne también a practicantes de los juegos de mesa será el encargado de dar el pistoletazo de salida a las fiestas en la jornada del próximo viernes

Sábado, 21 de septiembre 2024, 20:30

Habitantes del Innsmouth tomarán un protagonismo especial en el desarrollo de las fiestas de San Miguel que arrancarán el próximo viernes, 27 de septiembre. Los 30 años que llevan ya funcionando como asociación bien merecen una celebración relevante y pocas cosas más importantes en Urnieta que lanzar el txupinazo en el inicio de las fiestas patronales. La cita está ya subrayada en rojo: Viernes a las 19.30 horas con la bajada de Miela. Los miembros de Habitantes de Innsmouth cambian el tablero por el balcón de la Casa Consistorial y el juego por el fuego para lanzar el cohete.

«Los que pertenecemos al núcleo duro del grupo ya sabíamos que se nos iba a proponer para lanzar el txupinazo por los 30 años que llevamos funcionando, pero eso no quita para que nos haya hecho una enorme ilusión», no duda en afirmar Mikel desde el propio colectivo. Para un grupo que como ellos reconocen «hemos sido siempre de perfil bajo» es un paso muy importante. «Hubo una época, en los 90, en los que prácticamente escondíamos que nos juntábamos para disfrutar de los juegos de rol, no estaba bien visto», afirman. Momentos en los que la palabra friki utilizada de forma peyorativa era algo habitual a la hora de atacarles. «En una ocasión, estando jugando en Lekaio vino la Ertzaintza a intentar ficharnos porque había habido un asesinato en Donostia y se relacionaba el hecho con el mundo friki. Hasta ese punto se llegó. Lo cierto es que fue algo muy desagradable».

Hoy en día la situación ha cambiado y en Habitantes de Innsmouth se reúnen 34 personas que disfrutan de manera especial ya no solo de los juegos de rol, sino también de unos de mesa que «han evolucionado mucho en los últimos años. Se ha pasado del parchís o la oca a que haya una variedad enorme de ellos», afirman.

«¿Algunos nos pueden ver como frikis? La respuesta sería ¿y qué?», señalan desde el colectivo

Lejos queda aquel mes de octubre de 1994 en el que cinco chavales crearon la asociación como tal. Tenían una gran afición a los juegos de rol y se juntaban en los bajos de la iglesia para pasarlo en grande practicándolo. Oyeron que en Donostia había una asociación y dieron los pasos necesarios para crear una en Urnieta. «El tipo de gente que formamos el grupo sigue siendo semejante al de entonces, tenemos un sentido del humor parecido entre nosotros, gustos también semejantes... Lo que más han cambiado son precisamente los juegos. Hace 20 años podía haber 10 juegos de rol distintos, ahora podemos contar más de 100».

Todo ello para un tipo de diversión que tiene mucha historia detrás. Cuenta con un narrador y luego están los jugadores en sí, que van viviendo y respondiendo ante distintas situaciones y ambientaciones. «Realmente para realizar la labor de narrador hay que prepararse, documentarse sobre la temática que se toca. Preparar un juego simple puede llevar 3 días, pero uno más complejo te puede llevar semanas». Hay que tener en cuenta que las historias discurren en momentos distintos de la historia, lo que hace que haya que ambientarlos bien elaborando en muchos casos mapas o incluso elaboraciones 3D. La creación de los distintos personajes lleva su tiempo y cuando el narrador cuenta ya con dotes interpretativas y utiliza distintas voces para cada uno de ellos... lo borda.

En resumen, juegos muy realistas en los que los participantes se adentran totalmente. «Los ha habido que han llorado cuando se ha muerto su personaje, se empapan mucho de él», que suele contar con sesiones de juego que pueden durar todo un día. «Desde que tenemos el local en la Casa de las Asociaciones, pedimos permiso y hacemos también sesiones nocturnas que vienen muy bien a padres que tienen niños en casa», recalcan.

Lo que tienen claro sus practicantes es que se trata de unos juegos «muy divertidos» que potencian la cooperación entre los participantes. «Te lleva a mundos diferentes, lo cierto es que es pura fantasía y para nosotros resulta espectacular», no dudan en señalar.

Desde el propio colectivo reconocen que los que no tienen relación con este mundo «en muchas ocasiones nos ven como bichos raros», aunque entienden que el concepto friki ha cambiado, no tiene un corte «tan peyorativo» como lo tuvo en otras épocas. «¿Que algunos nos pueden considerar frikis? La respuesta sería: ¿Y qué? Está claro que igual tenemos gustos distintos a otros, pero lo pasamos en grande con este tipo de juegos». Es algo que tienen muy claro.

Si el día 27 de septiembre vivirán el gran momento del txupinazo, en la jornada siguiente se reunirán a comer para celebrarlo, con más de 45 comensales y con la participación tanto de miembros actuales de la asociación como de aquellos que lo han sido en otras etapas del mismo.

Santiago fue uno de los miembros del grupo matriz de Habitantes de Innsmouth. Recuerda con cariño los primeros pasos que se dieron. «Tendríamos sobre los 16 años cuando un amigo trajo un juego de rol desde Inglaterra, era el Star Wars, y nos pusimos a jugar. En seguida nos engancho a la cuadrilla y buscamos más juegos de rol. Era el boom del rol por aquella época. Como no teníamos dónde jugar, siempre andábamos de casa en casa o incluso jugando en la calle. Había días que le dábamos el turre al técnico de Cultura para que nos dejara salas para jugar a las tardes. De esta manera pasamos bastante años», recuerda.

«Hicimos amistad con otros jugadores de fuera de Urnieta y fuimos a varias jornadas que se celebraban entonces en Egia y Loiola. De ahí salió la idea de hacer las jornadas de rol en Urnieta, así que se lo propusimos al departamento de Cultura del Ayuntamiento. Me acuerdo que para cuatro gatos que éramos y debido a que no había la tecnología de comunicación que hay hoy, supuso un montón de trabajo, pegando carteles, el boca a boca, incluso pusimos una línea de teléfono para recibir llamadas en la Casa de Cultura y ahí estábamos de guardia», trae a su memoria con cierta nostalgia Santiago.

No esperaban mucha gente y menos de Urnieta, «pero resultó que el trabajo funcionó y tuvimos en las jornadas una gran afluencia, incluso de personas de la propia localidad. Fueron unas jornadas muy divertidas para todos e incluso gamberras. La gente, aún cuando mucha pasó solo a mirar qué era eso de los frikis, acabaron enganchados y nos pedían más, dónde jugar, cuándo...».

Como uno se puede imaginar en aquella primera etapa estaban especialmente motivados y «también sobreexcitados, así que siguiendo el rollo y para que no parara la máquina, organizamos una reunión con las personas que habían venido a las jornadas para tantear a ver si estaban dispuestas a crear una asociación y la respuesta fue muy positiva. La gente quería jugar a ese juego tan difícil de explicar pero tan fácil de jugar que es el rol».

Ello llevó a que en aquel año 1994 Iván, César, Raúl, José Manuel y el propio Santiago se pusieran con el papeleo de dar de alta a la asociación. «Anda que no hice yo piras de clase para ir a Donostia a llevar papeles... Entonces todo era analógico y burocrático y si te faltaba algo había que volver otro día», recuerda con ironía Santiago. «Pero al final todo avanzó y ya teníamos asociación, así que ahora faltaba dónde juntarnos, no teníamos ni un duro. Así que lo que nos quedaba era pedir al Ayuntamiento que nos dejara un local. Fuimos con el aval de los buenos resultados de las jornadas y el gran número de gente interesada en hacer la asociación. No sabría decirte el número exacto, pero por aquel entonces siendo Urnieta el pueblito que era, el número de chavales de todo tipo que estaban interesados en un ocio alternativo y que además fomentaba la cultura y el respeto al otro era considerable, algo que incluso lo señalamos con consciencia en los estatutos».

Después de varias reuniones, «al Ayuntamiento se le veía un poco receloso, pero la gente de Cultura, que ya nos conocía, se mojó por nosotros y finalmente nos cedieron el local en el anexo de la Casa de Cultura, que teníamos que compartir con la Escuela de Música». Aunque la buena memoria de Santiago permita dar la sensación de que todo aquello pasó ayer mismo, lo cierto es que han sido ya tres décadas las que han transcurrido.

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