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Boquerini .
Miércoles, 9 de septiembre 2015, 11:27
Era el 21 de septiembre de 1953. Desde el escenario del Teatro Victoria Eugenia de San Sebastián, Mario Cabré (actor, torero, poeta, que había mantenido un fugaz romance con Ava Gardner, y al que aun le faltaban unos años para que, cuando la televisión llegase a España, se hiciese inmensamente popular junto a José Luis Barcelona como conductor de 'Reina por un día'), daba la bienvenida a la Primera Semana Internacional de Cine de San Sebastián. Aquello fue el inicio del festival donostiarra, el Zinemaldia que este próximo vienes 18 levantará el telón de su 63 edición.
Al igual que había sucedido con otros grandes festivales cinematográficos europeos, como Venecia y Cannes, el Festival de San Sebastián nació como una manera de prolongar la temporada turística, que se acababa el 31 de agosto. Lo había hecho décadas antes la Mostra de Venecia, para mantener el turismo y el negocio que ello conlleva más allá de agosto, y Cannes, para adelantar la suya a final de mayo, haciendo que los turistas no llegasen a la Costa Azul a principios de julio sino casi un mes antes. Y al igual que a Venecia y a Cannes, la aventura les salió redonda. Una aventura que, como en esos otros certámenes, no fue impulsada por ninguna asociación de cinéfilos, ni por las autoridades locales o centrales, sino por un grupo de diez arriesgados y astutos comerciantes encabezados por Dionisio Pérez Villar.
¿Y las películas? Pues pocas, pero se suplieron con fiestas y saraos. La omnipresente censura ponía muy difícil poner películas extranjeras que escapasen a su control, por lo que hubo que recurrir a las que de buena fe cedieron algunas embajadas, y al cine español, al único que se le permitió competir. Y hubo su pequeño escándalo con una película cedida por la Embajada de Francia, 'No matarás', de André Cayatte, ya que en ella se podían ver exiliados españoles en campos de concentración, algo inaudito para la España de entonces, que indignó a los funcionarios del Ministerio de Información y Turismo (responsable de la censura) y que determinó que las autoridades franquistas se hicieran cargo del Festival al año siguiente.
Aquella primera edición del Festival de San Sebastián estuvo dominada por el cine español, lo que en el fondo resultó una ventaja ya que muchísimas estrellas de la época pusieron el glamour en las escaleras del Victoria Eugenia. La más florido del cine hispano de 1953 subió por la escaleras: Carmen Sevilla, Paco Rabal, Lolita Sevilla (esta más como cantante que como actriz), Vicente Parra, Virgilio Teixeira, Emma Penella... Pocas películas y muchas fiestas, cenas y todo tipo de saraos, becerradas, desfiles de modas, fuegos artificiales, juergas flamencas El objetivo se había cumplido, la temporada estival donostiarra se prolongaba hasta finales de septiembre, para satisfacción de hosteleros, comerciantes, dueños de hoteles y felicidad de los donostiarras que veían en su ciudad un festival lleno de glamour como el de aquellos lejanos certámenes que veían a través de las imágenes del No-Do.
Por supuesto se concedieron unos premios, como en cualquier festival que se precie. Las crónicas dicen que 'La guerra de Dios' de Rafael Gil se llevó los premios a la mejor película y al mejor director, y 'Hay un camino a la derecha', de Francisco Rovira Beleta los de interpretación, para Julita Martínez y Francisco Rabal. Y al año siguiente la autoridades del Sindicato Nacional del Espectáculo (uno de los sindicatos verticales del franquismo) se hicieron ya cargo del certamen, desplazando a los diez valerosos comerciantes. Pero eso es ya otra historia.
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Ángel López | San Sebastián e Izania Ollo | San Sebastián
Fermín Apezteguia y Josemi Benítez
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