![Don Coscarelli: Phantasmanía](https://s2.ppllstatics.com/diariovasco/www/pre2017/multimedia/RC/201607/20/on-extra/media/cortadas/phantasm-kkDH-U201541048018FhB-490x578@RC.jpg)
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Josu Eguren
Jueves, 21 de julio 2016, 14:32
«Si esta película no le aterroriza es que está usted muerto. 'Phantasma'»
Directo y contundente, el eslogan con el que 'Phantasma' (1979) fue estrenada en España anunciaba la primera entrega de la serie de culto con la que Don Coscarelli adquirió el título de Maestro del Horror que años más tarde le serviría para codearse con figuras de prestigio como Wes Craven, Tobe Hooper y Joe Dante. Fue también la piedra fundacional de uno de los seriales más populares entre los aficionados al género, en una sorprendente aproximación de Coscarelli a unos dominios aparentemente extraños para un director que debutó encadenando dos películas de bajo presupuesto de las que extrajo la materia prima de la que sigue siendo su obra más notable. Tanto 'Jim, the World's Greatest' (co dirigida por Craig Mitchell) como 'Kenny & Company' (1976) empalmaban retazos (autobiográficos) en el día a día de un grupo chicos preadolescentes que le sirvieron para probar la química de Reggie Bannister y Lawrence Rory Guy, dos nombres clave en la filmografía de un cineasta que ha ligado su carrera al estrecho grupo de colaboradores con los que lleva apareciendo y desapareciendo de la escena desde los años 80. De regreso a la actualidad tras el anuncio de la edición restaurada en 4K de 'Phantasma', en la que han participado Bad Robot y J. J. Abrams, Coscarelli vuelve para recibir los elogios de un comunidad phanatica que en 2012 celebró con entusiasmo la entrega de su última película hasta la fecha: 'John muere al final' (2012).
Para los que no se hayan dejado contagiar de la euforia ante el estreno inminente del reboot de 'Los cazafantasmas' (Paul Feig, 2016), el reencuentro con 'Phantasma' sirve como pasaporte para rememorar los terrores infantiles que se proyectaban en paralelo a la actividad de entidades ectoplásmicas y sobrenaturales mucho más felices e inocentes que los reunidos por Coscarelli en una película que recoge un arco de influencias donde el surrealismo buñueliano ('Un perro andaluz', 1929) se toca con la densidad onírica del cine de Dario Argento. Mucho menos dotado técnicamente que directores como John Carpenter, la nota de distinción de Coscarelli reside en la precisión con la que describe el proceso de duelo de un adolescente que sublima el dolor de la pérdida de su hermano mayor a través de una pesadilla hipnótica en la que la Muerte se corporiza en la figura de una de las criaturas más icónicas de la historia del cine de terror: 'El hombre alto / Tall Man', un personaje interpretado por Lawrence Rory Guy (alias Angus Scrimm) que reivindica su posición como genuino heredero de una estirpe de la que forman parte Boris Karloff, Lon Chaney y Béla Lugosi.
Producto de un sueño de Coscarelli que se entreteje con la memoria de 'El carnaval de las tinieblas', de Ray Bradbury, 'Phantasma' será siempre recordada por un montaje que solapa la noción del presente continuo encadenando escenas que se alejan de los cánones narrativos para producir una poderosa atmósfera surreal (en las ediciones DVD de coleccionista pueden rastrearse fragmentos descartados de las casi tres horas del primer cut). La tosquedad formal visible en las soluciones a las secuencias más complejas de la película no empaña un conjunto atravesado por la famosa bola plateada que perseguiría a Michael Baldwin y Reggie Bannister en entregas posteriores y a la espera del estreno definitivo de 'Phantasm V: Ravager' (2016), un proyecto para el que Coscarelli ha confiado en la dirección de David Hartman. La belleza de 'Phantasm' que deriva del cruce entre la fascinación por la chapuza artesanal, los encuadres pseudo pictóricos y hallazgos puramente casuales (Reggie Bannister y Bill Thornbury tocando a dúo el ya clásico 'Sitting Here at Midnight'), está envuelta en un manto hipnótico al que contribuye decisivamente la extraordinaria banda sonora compuesta por Fred Myrow en clara deuda homenaje a los italianos Goblin y al tañer de las campanas tubulares de Mike Oldfield.
El espectacular rendimiento de la película, que recaudó casi 12 millones partiendo de unos exiguos 300.000 dólares para un rodaje financiado por familiares y amigos que se prolongó durante casi tres años (el espectador atento notará el paso del tiempo en Michael Williams), llamó al atención de un productor de la Universal que invirtió 3 millones en la producción de la secuela. Seis años después, las pantallas americanas fueron testigo del nacimiento de 'Phantasma II. El regreso', con Don Coscarelli a los mandos y un equipo técnico en el que destacan dos magos de los efectos de la talla de Robert Kurtzman ('Abierto hasta el amanecer') y Greg Nicotero ('The Walking Dead'), pero sin Michael Williams y su Plymouth Barracuda del 71 en plantilla, una baja impuesta por el estudio que colocó a James Le Gros en su lugar (sin llegar a calificarse de fracaso no obtuvo la rentabilidad esperada). Siguiendo la pista de 'El hombre alto', que aterrorizba a los habitantes próximos al célebre mausoleo californiano de Morningside (Reggie Bannister compaginaba su trabajo como repartidor de la floristería del cementerio durante el rodaje de la original), Coscarelli canibalizó los restos de un título legendario del que apenas queda rastro en 'Phantasma III. El pasaje del terror' (1994) y 'Phantasma IV: Apocalipsis' (1998), sendos trámites lanzados directamente en vídeo (la primera llegó a estrenarse en España) que dejaron patente el agotamiento de una fórmula mejor y más placentera cuanto más próxima al fascinante desorden cognitivo que producía el título que dio origen a la saga (casi millón y medio de espectadores sintieron su escalofrío en las salas españolas).
Llegado este punto podría parecer que Coscarelli agotó toda su fama e inspiración con la escritura del guion de 'Phantasma' pero nada más lejos de la realidad porque tras el estreno de su obra cumbre llegarían la muy estimable 'Escuela de supervivencia' (un precipitado en el que se confunden 'Los Goonies' y 'Deliverance', con el mítico Lance Henriksen a la cabeza), y una de las películas que más horas de felicidad le ha proporcionado a este crítico: 'El señor de las bestias' (durante sus primeras semanas de emisión ETB la programaba una media de 3 veces al día). Ensombrecida por el éxito de 'Conan el bárbaro', de John Milius (1982) que se adelantó a su estreno por solo 90 días, 'El señor de las bestias' puede presumir de ser la película que mejor y más fielmente se adscribe al género de espada y brujería popularizado por la literatura de Robert E. Howard. Si nos olvidamos de sus aberrantes secuelas (ninguna de las dos lleva la firma de Coscarelli, que para la original se hizo con los servicios del director de fotografía John Alcott) es posible afirmar con rotundidad que Marc Singer clavó el papel de un guerrero de evidentes e incuestionables similitudes con el cimmerio interpretado por Arnold Schwarzenegger.
El productor (Sylvio Tabet) le arrebató a Coscarelli la decisión sobre el corte final de la película, pero incluso así sigue siendo un un título fundamental para todos los amantes del edad de hierro del cine fantástico, muy superior a 'Conan el destructor' y 'Red Sonja' (ambas del maestro Richard Fleischer), y un peldaño por encima de la superproducción de Dino De Laurentiis.
El final a una larga travesía por el desierto, que obligó a Coscarelli a refugiarse en sus éxitos del pasado, coincidió con la presentación de otro título que fue etiquetado como cult movie de manera casi instantánea: 'Bubba Ho-tep' (2002), o la adaptación de una historia de Joe R. Lansdale (Jim Mickle llevó a la pantalla su novela 'Cold in July', en 2012) protagonizada por un Elvis Presley decrépito y achacoso que vive sus últimos días de retiro en un hogar para ancianos bajo la identidad de un imitador de su propia leyenda. La premisa invita a trazar un paralelismo con la trayectoria del propio Coscarelli que se alía con Bruce Campbell para poner en imágenes una historia (sobre la construcción de los mitos) en la encrucijada entre la letra pulp, el cómic y la serie B. Que el archienemigo el Elvis Presley sea la momia de un faraón hillbilly es una proposición delirante que retoma el cauce de la razón cuando entra en escena la retórica de un viejo afroamericano identificado como el presidente John F. Kennedy.
Desvanecida la promesa de una precuela que hubiese llevado por título 'Bubba Nosferatu: Curse of the She-Vampires' (con El Rey combatiendo a un ejército de vampiros durante el rodaje de una película en Louisiana), Coscarelli no da signos de vida hasta la presentación del proyecto televisivo 'Masters of Horror' (2005), donde tiene el honor de inaugurar la serie con un capítulo titulado 'Esculturas humanas', entre los más vibrantes de una temporada en la que comparte créditos con Stuart Gordon ('Re-Animator'), Lucky Mckee ('May'), Larry Cohen ('La ambulancia'), John McNaughton ('Henry, retrato de un asesino') o Takashi Miike ('Audition').
La trayectoria de Coscarelli vuelve a ser esquiva en los diez años que separan 'Bubba Ho-tep' y la que ha significado su carta de presentación para una nueva generación de aficionados al género: 'John muere al final' (2012), frenética adaptación de la novela homónima de David Wong (nombre de referencia en la web humorística Cracked) en la que Coscarelli juega contra la certeza del desenlace de su enunciado. La pulcritud nívea con la que filma una escena de apertura violenta y macabra conduce al espectador a la puerta de entrada de un laberinto de fugas del subconsciente y paradojas temporales contagiado de un corrosivo humor negro e inyectado de una droga que sintetiza los poderes de la ketamina y las setas alucinógenas. Una carrusel desatado de giros argumentales que hace frontera con 'El club de la lucha', para expandirse en el sentido opuesto, hacia el extremo onírico donde la imaginación de Chuck Palahniuk no se atreve a llegar, en la más pura celebración del cine popular para la era del público online.
Como bien subraya Gerardo Santos Nocero en 'Don Coscarelli. Phantasmas, momias y otras bestias' (Tyrannosaurus Books, 2015) existe un Coscarelli más allá de la Phantasmania y esta es una invitación a recuperar su filmografía sin el filtro de la nostalgia.
«Phantasm: the delusion of a disordered mind. a phantom. a spirit. A ghost.»
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Mikel Madinabeitia | San Sebastián y Oihana Huércanos Pizarro (Gráficos)
Josu Zabala Barandiaran
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