Primoz Roglic tiene muy difícil llegar a la Clásica de San Sebastián

La intención del esloveno ha sido en todo momento presentarse en Donostia con todas las garantías y, de hecho, ha estado en altura para optimizar la preparación. Pero los dolores no remiten cuando acelera la maquinaria y su entorno considera prudente dejar pasar la Clásica para ganar algo más de tiempo en la recuperación. El propio Vila pone en duda su participación en la Vuelta. «No sé si podrá estar en Lisboa pero lo que sí parece bastante seguro es que aunque llegara, no lo haría en las mejores condiciones».

El líder del Bora tuvo que abandonar la Grande Boucle antes de la salida de la decimotercera etapa debido a la caída sufrida en la jornada anterior en Villeneuve sur Lot. Exámenes adicionales realizados los próximos días revelaron «una fractura en la tercera vértebra lumbar no desplazada». Es lo que afecta a la parte baja de la espalda del ciclista esloveno y lo que le impide rodar a altas intensidades. El ciclista lo lleva con serenidad. «Me estoy tomando mi tiempo para recuperarme y veré a dónde puedo llegar», ha declarado en las últimas horas. Patxi Vila añade que «es un ciclista muy duro en ese sentido y a nivel psicológico se encuentra fuerte. El problema es lo otro, lo de la espalda».

La hipotética ausencia de Roglic, uno de los nombres que sonaba como favorito en la presentación del viernes en el ayuntamiento donostiarra, abriría aún más una carrera que ya se presentaba sin un patrón claro. La calidad del esloveno en repechos cortos y duros como el de Pillotegi, unida a la capacidad de un gran Bora para controlar los movimientos previos, podía decantar el devenir de la prueba hacia una llegada en grupo hasta la ascensión final a Igeldo. Sin un líder tan sólido, el conjunto alemán se podría unir a aquellos que desean animar la carrera desde lejos para anticiparse a la resolución en el último muro. Daniel Felipe Martínez, siempre motivado en Euskadi –ganó la Itzulia de 2022– y en un año positivo para él tras el segundo puesto en el Giro, podría apuntarse al festival de ataques, con Jai Hindley como baza alternativa.

No están hecho el uno para el otro la Clásica y Primoz Roglic. Los diseños de calendario de un ciclista que ha tenido en el Tour y en la Vuelta sus dos grandes focos de interés han impedido que la prueba donostiarra se cruzara en su camino, y cuando ha podido ser, la relación no ha terminado bien. Vino por primera vez en 2017 y finalizó en el grupo de los elegidos, 21º, a medio minuto del ganador Kwiatkowski. Le gustó y repitió. Pero en 2018 se vio involucrado en la terrible caída producida en el alto de Miracruz en la que Mikel Landa y Egan Bernal fueron los peor parados. Venía como un tiro, justo tras ganar la penúltima etapa del Tour en Laruns, y con toda la intención del mundo. Pero por enésima vez en su carrera, un percance le impidió ser protagonista. Nunca más ha formado parte del cartel de la Clásica. Este año podía ser el bueno, pero...

Roglic ya ha dejado señales de su clase este año en las carreteras guipuzcoanas. Se impuso en la contrarreloj inicial de Irun de la Itzulia y volvió a dejar gestos cariñosos con la afición en el podio. En octubre cumplirá 35 años y las emergentes estrellas del pelotón aprietan por detrás, lo que no dibuja un escenario demasiado halagüeño para que el esloveno pueda brillar en la Clásica, una de las carreras que pudo tener en sus piernas y que no figuran en su palmarés. Parece difícil que pueda ser este sábado.