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Los vecinos de Amara opinan sobre el estudio para cambiar la Paloma de la Paz de ubicación.
El complejo vuelo de la Paloma
EL FUTURO DE UN SÍMBOLO

El complejo vuelo de la Paloma

El alcalde Izagirre quiere trasladar la obra de Basterretxea a Sagüés para el 10 de diciembre

Mitxel Ezquiaga

Martes, 25 de noviembre 2014, 07:28

Es una escultura, pero también un símbolo. Por eso el traslado de la Paloma de la Paz creada en 1988 por Nestor Basterretxea no es solo una cuestión de encaje urbanístico. Los grupos de la oposición municipal donostiarra critican «las prisas» del gobierno presidido por Juan Karlos Izagirre para trasladar la escultura desde su actual emplazamiento en Anoeta hasta Sagüés. Y algunos, como el PP, ven razones ocultas en el cambio.

El traslado fue anunciado el pasado 13 de noviembre por sorpresa en una nota informativa del Ayuntamiento. Portavoces del gobierno de Bildu recordaban recientemente a este periódico que la escultura fue concebida por Basterretxea para ser instalada junto al mar. El paseo de la Zurriola fue su primera ubicación, en 1988, aunque pocos años después se trasladó a Anoeta por el comienzo de las obras del Kursaal. «Aquel cambio se realizó con carácter 'provisional', aunque se ha prolongado hasta hoy», recuerdan en el equipo de Izagirre.

«El artista siempre mostró su deseo de que la obra volviera al litoral, y su reciente muerte es una buena ocasión para cumplir esa tarea pendiente», añaden en el ejecutivo municipal. «Pero hay más: el alcalde quiere enmarcar el traslado en el nuevo clima político del país, y por eso la intención es inaugurar la nueva ubicación de una escultura tan simbólica el 10 de diciembre, Día Internacional de los Derechos Humanos».

Sin embargo, no parece que será fácil lograr ese objetivo para una pieza de 9 metros de envergadura y 4 toneladas de peso. «Los técnicos están realizando los estudios necesarios, incluida la búsqueda de la mejor ubicación en el punto final de Sagüés, cerrando el litoral donostiarra y poniendo en relación esa obra con las esculturas de Chillida o Oteiza en la costa».

Si no se logra concretar el traslado para el 10 de diciembre se maneja como segunda fecha el 21 de diciembre, porque fue ese día de 1988 cuando se inauguró la obra en su primer emplazamiento del Kursaal.

Una larga provisionalidad

El equipo de Izagirre recuerda que la familia de Basterretxea ha sido consultada «y se muestra de acuerdo con la iniciativa». En ese sentido se manifiesta Mikel Basterretxea, hijo del escultor, consultado por DV. «Nos llamaron desde la Alcaldía para informarnos del proyecto de traslado y nos pareció muy bien. Fue concebida por nuestro padre, en sus materiales y en su diseño, para estar junto al mar, abierta hacia el norte, que es la paz».

Mikel Basterretxea recuerda que «el cambio desde la Zurriola a Anoeta fue considerado siempre provisional». Al artista no le parecía mal la ubicación en la plaza Aita Donostia de Amara «y tampoco insistía mucho en la necesidad de un nuevo cambio, pero sí dejó siempre claro que el lugar ideal de la obra era al lado del mar».

El hijo del escultor reconoce que su padre veía con buenos ojos el carácter simbólico de la escultura, convertida en punto de encuentro de las iniciativas por la paz, «pero ese carácter de símbolo puede mantenerse en la nueva ubicación, que no alteraría la idea de paz», agrega Mikel Basterretxea.

Los grupos de la oposición municipal donostiarra ponen más pegas. Así, el portavoz del PSE-EE, Ernesto Gasco, pide «no precipitarse». Gasco recordó que en la Junta de Portavoces «expresamos al alcalde la necesidad de estudiar el mejor emplazamiento posible en el entorno de la Zurriola, pero nunca en Sagüés, porque hipotecaría futuros proyectos».

En ese sentido, Ernesto Gasco señaló que «debería consultarse con expertos en arte y arquitectura, como profesores de la UPV, por ejemplo, para encontrar ese emplazamiento idóneo. Sin precipitaciones. Cuando se adquirió la escultura de Oteiza que hoy está en el Paseo Nuevo el proceso para definir su ubicación se prolongó por espacio de tres o cuatro meses». Y sobre la nota de prensa del gobierno municipal en la que se señalaba que todos los grupos estaban de acuerdo con el traslado, Gasco dijo que «no es a día de hoy una decisión avalada por la Corporación. Solo se quedó en que se iba a estudiar y mirar posibles emplazamientos, sin descartar que permanezca en Amara, como desde hace más de 20 años».

«En Amara la quieren»

Por su lado, Ramón Gómez Ugalde, del Partido Popular, mostró su extrañeza «porque se haya decidido después de tantos años un traslado repentino». Gómez considera que «no parece que haya tiempo suficiente para una operación de tal envergadura, y que no cuenta con más respaldo que el del gobierno municipal». El portavoz del PP dice que ha hablado con vecinos de Amara Berri «que no entienden las razones por las que se quiere quitar la escultura de la Paloma, la única escultura significativa con la que cuenta el barrio. Nos vamos a movilizar», dice Gómez Ugalde. «Si quieren eliminar algo de este barrio que se encuentra tan abandonado por el gobierno de Bildu, que quiten la estructura de la variante. El alcalde, que tiene tantas ganas de hacer una consulta, que la haga entre la gente de Amara Berri».

Eneko Goia, del PNV, declaró recientemente que «una cuestión tan delicada como el cambio de ubicación de un elemento con la carga simbólica que tiene la Paloma de la Paz sólo puede plantearse con mucha prudencia, mucho consenso y sin prisas.

«Es justo lo contrario de lo que está haciendo el alcalde, que una vez más actúa de manera unilateral, sin contar con nadie», añadió Goia. «Parece que el alcalde tiene mucha prisa por hacerse esta foto, pero puede acabar causando el efecto contrario al deseable, al generar un elemento de división en algo que debería unirnos a todos».

Desde el gobierno municipal se precisa que aún no se ha pensado qué podría hacerse en el hueco que quedaría en la plaza Aita Donostia de Amara si se acometiera el traslado. «Son los vecinos los que deberían plantear alternativas», explican. La zona de Sagüés donde se colocaría la obra lleva el nombre de Tomás Alba, en recuerdo al concejal donostiarra asesinado en 1979 por el Batallón Vasco Español.

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