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Francisco Apaolaza
Jueves, 15 de octubre 2015, 21:00
Había alquilado una habitación a tres o cuatro kilómetros de Pamplona con un catre que no usaba. Cada dos días iba allí a cambiarse la ropa y tomar una ducha. «El resto era una juerga». Noel Chandler, galés de Newport (a 12 kilómetros de Cardiff) ... y aficionado a los toros, llegaba a San Fermín recomendado por el mismísimo Antonio Ordóñez. Nunca más se fue. Llegó a convertirse en una leyenda del encierro y uno de los líderes espirituales del grupo de los guiris de la fiesta. Corrió el encierro durante medio siglo y en 54 años no faltó un solo día a los sanfermines, que inauguraba en su casa de la calle Estafeta de Pamplona rodeado de sus cientos de amigos y con el descorche de decenas botellas de champagne francés. Este miércoles, murió a los 79 años de edad en Madrid.
Recuerdo las caras de la gente. Cuando vi los toros pensé que me estallaba el corazón. Así rememoraba hace tres años su primer encierro. Después se fue envenenando y llegó a ser uno de los clásicos en la cara de los toros y un corredor respetadísimo entre los mejores de Pamplona. En esos terrenos de infarto compartió carreras con muchos, entre ellos el escritor de Chicago Matt Carney, un herido de la batalla de Iwo Jima con el que trabó una relación de amistad leal e inquebrantable, tanto que a la muerte de Carney, Chandlers se hizo cargo de su hija Deirdre, que tenía entonces seis años y que hoy es corredora del encierro, como sus dos padres.
En 2001 Noel (que llegó a ser vicepresidente de la tecnológica Fujitsu), se cortó la coleta. En 2003, apostó una carrera más a que no volvían los toros del Conde de la Corte a Pamplona. Y perdió: fue su último encierro. Hasta ahora, con medio siglo de sanfermines anudados al cuello, convertido en uno de los más respetados de la calle, veía la carrera desde el balcón del piso que compró en la Estafeta. «Cada mañana, cuando siento llegar la manada llega esa sensación, ese algo que se me mete en los pulmones y que no me deja respirar», declaraba. Después de la carrera, Chandler vivía con serena intensidad una fiesta que fue suya por derecho y en la que disfrutó de la amistad de cientos de personas a los que trató con un cariño inmenso.
El del 14 de julio 2015 de Miura fue su último encierro. Amante de la ópera, el buen vino, el rugby y la fiesta de los toros, este miércoles falleció en un hospital de Madrid, la ciudad en la que vivía desde hace años. Decenas de amigos se han acercado hasta la capital desde todos los rincones del mundo a despedirle y rendirle homenaje. Mañana viernes se celebrará una misa por su alma a las 20.00 en la Iglesia de San Pedro el Viejo, en la calle Nuncio de Madrid. DEP.
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