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Pedro Txillida posa en la parte de su estudio dedicada a la pintura, aunque dice que «disfruto más haciendo esculturas».
El 'ave fénix' de Pedro Txillida

El 'ave fénix' de Pedro Txillida

El escultor realiza la gran escultura de aluminio que simboliza la reconstrucción de la empresa Campofrío en Burgos

MITXEL EZQUIAGA

Domingo, 11 de diciembre 2016, 20:24

Es una gran escultura de aluminio, de cuatro metros de largo y tres de alto, que representa un 'ave fénix' de apariencia humana e industrial. Acaba de ser colocada ante la nueva sede de Campofrío, en Burgos, y simboliza la reconstrucción de la empresa tras el incendio que destruyó sus instalaciones.

  • los datos

  • - La escultura.

  • El 'ave fénix' inaugurado el 23 de noviembre por el Rey en Campofrío, en Burgos, mide 4,5 metros de largo, 3,5 de ancho y 3 de alto.

  • - El proceso.

  • «Se quería una obra simbólica, así que en su base metimos materiales históricos de la fábrica, como llaves o herramientas. La obra es de aluminio para resistir el clima adverso al aire libre».

  • - El artista.

  • Pedro Txillida cumplió ayer 64 años y lleva casi 40 dedicado a la creación. Se confiesa «con más ganas que nunca» y maneja ahora varios proyectos en su estudio.

«Ha sido un trabajo duro e intenso, pero muy gratificante», explica su autor, Pedro Txillida, el artista que desde el principio de su carrera escribió con 'Tx' el apellido para no cargar con la responsabilidad del apellido Chillida de su padre. Pedro Txillida cumplió ayer 64 años de vida y está a punto de celebrar cuarenta de trayectoria artística, desde aquel 1977 en que dibujó un retrato de su mujer «y aita, cuando lo vio, me dijo que tenía que dedicarme a esto».

El escultor donostiarra se declara «con más ganas de trabajar que nunca» y se muestra encantado con el resultado de este encargo de Campofrío. «Tengo amistad con el presidente de la empresa, Pedro Ballvé, y me planteó un proyecto que encajara en el espíritu de 'renacimiento' de la empresa tras la desgracia sufrida».

Así nació la idea de la escultura: el aliento de la reconstrucción debía estar en sus propios materiales. «Empleamos objetos y máquinas relacionados con el pasado de la empresa, desde los utensilios que se manejaban en la fábrica y habían quedado inutilizados por el fuego hasta el teléfono con el que se llamó a los Bomberos para avisar del incendio o las cajas de llaves de las viejas dependencias». Todos esos 'cacharros' simbólicos están integrados en la base de la escultura, más 'insinuados' o entrevistos que con protagonismo explícito, y sobre ellos se levanta la figura, entre humana e industrial, que evoca el ave fénix.

El escultor con el soplete

«Toda la escultura está realizada con aluminio, un material pensado para resistir al aire libre en una ciudad de climas extremos como Burgos», explica Txillida. Él y su hijo Gorka («un gran escultor con prometedor futuro») se encerraron en la factoría de Alfa Arte, en Eibar, a trabajar con el soplete y las herramientas en la confección de la obra. «Yo no creo en esos artistas que hacen un diseño y lo 'mandan' a fábrica para que lo haga. Una escultura se va haciendo en el propio proceso, la obra te va indicando cómo debe evolucionar, y aunque físicamente puede ser agotador, disfruto en ese trabajo de factoría», relata el creador guipuzcoano. «A veces me siento como un dinousaurio con esa forma de trabajar, pero es la mía y la que creo que debe hacerse».

Las dimensiones de la escultura dan cuenta del trabajo realizado: 4,5 metros de largo, 3,5 de ancho y 3 de alto. «Es grande, pero he realizado otras bastante mayores», apunta el artista. Un video de la agencia de comunicación McCann, firma conocida por sus campañas para Campofrío, cuenta la construcción de la escultura reutilizando los materiales simbólicos, «más como un relato metafórico que una descripción real del trabajo», matiza Pedro Txillida.

La obra, instalada ante las oficinas de la empresa en su sede central de Burgos, fue inaugurada hace unas semanas por el Rey.

A Txillida este proyecto le llegó en un momento cargado de creatividad. Su estudio, en un edificio industrial entre Errenteria y Lezo, recoge el intenso trabajo. En una de sus estancias se acumulan las obras pictóricas y en otra las esculturas. Los desnudos y estudios del cuerpo humano se repiten en una y otra disciplina. «Me gusta hacer torsos o cuerpos, por un lado, y cabezas, por otro, pero nunca todo junto», bromea el artista. Al visitante que recorre el espacio, a la vista de tanta obra, y tan interesante, le asalta la pregunta: ¿para cuándo una gran exposición con todo esto?

40 años de arte

«Hay algunas ideas en marcha pero nada cerrado», responde Pedro Txillida. «Sigo a mi ritmo, sin prisas. El año que viene participo en una trienal que se celebra en Denia y continúo trabajando con las mismas ganas del principio». El artista recuerda que a lo largo de su vida «he pintado unos 1.500 cuadros y he realizado más de 300 esculturas»,

Pero no se trata de hacer números: hablamos de arte, de la pasión que le contagió su padre casi inconscientemente. Volvemos a preguntarle por aquel retrato de 1977 de su mujer de entonces con el que empezó todo. Cuando lo vio su padre «me animó a seguir por ese camino». Ser hijo de Eduardo Chillida sirvió a Pedro «para crecer conociendo a personajes como Miró, Calder, Antonio López o Chagall y para empaparme de la forma de trabajar de aita. Aprendí de él 'la fábrica', pero no 'el producto'. Si mi intención hubiese sido hacer las mismas obras lo habría dejado. Para eso me habría dedicado a la Geografía, que es lo que estudié».

Txillida se sigue emocionando cuando recuerda el respaldo de su padre, aunque confiesa que ese apellido fue también un peso. Por eso optó desde el principio por firmar con la grafía en euskera del apellido, con Tx, a diferencia de sus hermanos que también se han dedicado al arte. Ahora se le encienden los ojos cuando habla de las esculturas de su hijo Gorka, otra generación de artistas en la familia. Lamenta que pasados proyectos para instalar alguna de sus esculturas en espacios públicos de San Sebastián, hablados en su momento con el Ayuntamiento donostiarra, quedaran sin concretar. Ahora es tiempo de celebrar, dice, el resultado de Campofrío, ese 'ave fénix' industrial simboliza una reconstrucción.

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