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Las diez noticias de la jornada
Varios vecinos nacidos en San Martín de Trevejo (Cáceres), residentes en San Sebastián, con Josu Zabaleta (de pie, con barba).
Diez mil hablantes apegados a su 'fala'

Diez mil hablantes apegados a su 'fala'

Los cacereños de Gipuzkoa han conservado y transmitido su 'mañegu' con orgullo

Félix Ibargutxi

Viernes, 10 de marzo 2017, 17:43

El pasado diciembre, en el marco de la capitalidad cultural de San Sebastián, el escritor Anjel Lertxundi propuso a unos traductores que trabajan en lenguas mayoritarias que reflexionaran sobre lo que sería hacerlo en una lengua minoritaria y con tantos interrogantes de futuro como el euskera. En un momento de la tertulia apareció la idea de lo que es escribir o traducir «para la eternidad». Luego, cuando llegó el tiempo de las preguntas de los asistentes, el traductor Josu Zabaleta comentó que conocía un caso muy distinto, «el de los que escriben en mañegu, que lo hacen justo para que lo lean sus hijos, bastante tienen con eso». Los presentes se quedaron con la mosca detrás de la oreja. ¿Qué demonios es eso del mañegu -o mañego- que ahora tanto interesa a este traductor euskaldun?

Nos hemos citado con Zabaleta -(Legazpi, 1948), Premio Nacional a la Obra de un Traductor en 2013- para que nos lo explique. Resulta que su hijo se casó con una mujer hija de cacereños y ahí comenzó todo. Ya son varios años que Zabaleta colabora con gente que quiere que 'la fala' perviva con más fuerza que la que tiene en la actualidad, que no es poca.

En tres localidades del norte de Cáceres se habla 'la fala' o el mañegu, un habla que unos califican de lengua y otros de dialecto. Wikipedia la describe así: «Lengua romance del subgrupo galaico-portugués hablada en los municipios de San Martín de Trevejo, Eljas y Valverde del Fresno, todos ellos en el Valle de Jálama, al noroeste de la provincia española de Cáceres (en la frontera portuguesa)».

Los partidarios de la teoría sobre la relación entre la fala y el idioma gallego, califican al mañegu como «gallego de Extremadura» o «galaico-extremeño». La creencia mayoritaria es que que hace unos mil años esa zona fue repoblada con súbditos gallegos o astures por los monarcas Fernando II y Alfonso IX, después de arrebatársela a los musulmanes, y que luego la comunidad supo mantener esa habla propia a lo largo de siglos, dado que eran mayoría frente a algunos pocos pastores que poblaban los montes. Pero el origen no está del todo claro. Lo cierto es que hubo un encontronazo entre el presidente autonómico Ibarra y el Bloque Nacionalista Gallego, cuando esta formación propuso que las instituciones gallegas apoyaran a la fala extremeña.

La fala ha pervivido en los tres pueblos mencionados, y en cada localidad se dan particularidades dialectales, por lo que etimológicamente resultaría más correcta la denominación más genérica de «as falas», si bien son lo suficientemente inteligibles entre sí y con personalidad propia respecto al gallego o el portugués. Estas variantes suelen denominarse lagarteiru (Eljas), manhegu/mañegu (San Martín de Trevejo) y valverdeiru (Valverde del Fresno).

Zumarraga y Urretxu, por ejemplo, son unas localidades en la que muchas familias de San Martín de Trevejo recalaron allá por la década de 1950. Hace tres años, un trabajador de la planta de Arcelor de Zumarraga falleció en accidente laboral. Tenía 34 años. Inmediatamente se activaron en internet las muestras de pésame de las gentes de San Martín. Y muchas de ellas estaban redactadas en la fala. Por poner un ejemplo: «Tristeza por Miguel que sendu tan jovin se ha diu deisandu dois mininus pequenus ,un bo dagal que ha falliciu en un acideti laboral en zumarraga, mey mais sintiu pexami pa sei pairi y hermanus, forti abrazu D.E.P.».

Se calcula que 6.000 habitantes de esos tres pueblos hablan la fala, más otros 4.000 parientes que residen en localidades a veces muy lejanas, y no pocas del País Vasco. En un estudio de 1994, el 100% de los padres de Eljas afirmaban hablar la lengua autóctona al conversar con sus hijos, el 85% en San Martín y el 73% en Valverde .

«Hasta hace poco no había fala escrita. Domingo Frades, un perito agrónomo ya jubilado, fue pionero en la escritura y la academia del gallego terminó nombrándole académico. Tradujo el Nuevo Testamento, el primer capítulo de 'El Principito' a cada una de las tres falas, y algunas otras cosas», comenta Josu Zabaleta, quien se ha propuesto dotar a estos cacereños de materiales escritos en su lengua. «Para empezar, he comenzado a ayudarles a hacer un diccionario mañegu-castellano, y luego, si necesitan, se hará otro castellano-mañegu. Además, en colaboración con la editorial Erein, hemos publicado quince cuentos para niños, historias que ya publicamos hace años en euskera».

Además, Josu Zabaleta está ayudando a varios mañegos de la diáspora a contar su vida por escrito. «Les insisto en que dén explicaciones abundantes, porque hay muchas cosas las nuevas generaciones no les van a entender de primeras». Y también ha animado a varias personas a que traduzcan a la fala obras no muy complicadas de la literatura juvenil.

«Pensamos en mañegu»

Esta semana se han reunido en la sociedad Ikas-Berri del barrio de Amara varios vecinos de San Martín de Trevejo afincados en San Sebastián desde hace décadas. Están con ellos el traductor Josu Zabaleta, su esposa Itziar Rekondo y el hijo Haritz, que desde que conoció a la que luego será su esposa lleva oyendo la fala.

La cuadrilla de cacereños se muestra orgullosa de su habla. «Nosotros la aprendimos en casa y la hemos transmitido a los hijos», dice uno. Y el de al lado: «El castellano lo apredimos en la escuela, no en casa. En la escuela, los chavales hablábamos entre nosotros la fala, pero los maestros no nos castigaban. Una cosa que llamaba la atención: los ricachones no hablaban la fala. Yo creo que hay ahora más orgullo por nuestra lengua que hace cincuenta años». Y un tercero, precisamente el consuegro de Josu Zabaleta: «Nosotros pensamos en mañegu y luego traducimos».

¿Y en la iglesia? «Nunca hubo misas ni sermones en mañegu, ahora sí que hay cánticos en la iglesia». Y otro de los presentes añade: «Es que los curas también eran ricos».

Ahora, esta generación de cincuentones y sesentones se maneja tranquilamente en mañegu cuando llega la hora de escribir watsapps y otros mensajes por internet. «Seguramente meteremos la pata, pero es que tampoco hay una ortografía unificada».

Luego describen algunas de las particularidades de San Martín de Trevejo. «Nosotros decimos 'ventá', los de Eljas 'ventana'. Nosotros 'mecu', en Eljas 'medicu'. Y entonces interviene Josu Zabaleta: «Posiblemente, antes de decía 'medecu', luego 'meecu' y ahora 'mecu'. La desaparición del sonido 'd' es algo muy frecuente».

Tras la guerra del 36, los vecinos de San Martín de Trevejo emigraron en masa a Donostia, Errenteria y Zumarraga-Urretxu. Los de Eljas, a Bilbao y Oiartzun, y estos nuevos oiar-tzuarras se instalaron en caseríos abandonados y acabaron aprendiendo el euskera. Por su parte, la emigración de Valverde del Fresno se encaminó en buena parte a Mondragón.

Los de San Martín de Trevejo tiene apellidos como Cano, Martín, Caballero, Almaraz... Son cacereños, «pero no tenemos deje extremeño», comenta uno de ellos. Y es cierto.

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