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En la basílica se muestran quince trabajos de Álvarez de Eulate.
Álvarez de Eulate, el artista de los paisajes naturales y místicos

Álvarez de Eulate, el artista de los paisajes naturales y místicos

La basílica donostiarra de Santa María acoge la cuarta exposición de los trabajos de este franciscano, que cultivó muchos estilos

FELIX IBARGUTXI

Miércoles, 26 de abril 2017, 08:59

La basílica de Santa María acoge la cuarta exposición de cuadros del franciscano Xavier Álvarez de Eulate (1919-2012). En esta ocasión se muestran quince paisajes. La muestra ha sido organizada por Arantzazuko Adiskideak y la fundación Arantzazu Gaur.

Las tres anteriores exposiciones giraron en torno a la Santa Faz, la Zarza Ardiendo y los llamados 'Espacios para una aparición'.

Según comentó ayer el crítico de arte Edorta Kortadi -que además es párroco de la basílica de Santa María- «Xavier Álvarez de Eulate, en sus paisajes, dio más saltos estilísticos que en sus cuadros abstractos. No había manera de casar entre sí los cuadros que aparecen en esta exposición; en ellos se ve una evolución fuerte y rápida».

En opinión de Kortadi, en sus primeros paisajes el artista mostró influencias de los impresionistas. Luego se dejó motivar por el cubismo y más tarde por la pintura norteamericana de un Rothko y un Pollock. Hay algún cuadro que a Kortadi le ha traído a la memoria Ruiz Balerdi, y otro con un aire de Sistiaga. En otro, de 1964, se puede ver muy claramente cómo Álvarez de Eulate quiso aproximarse a Lucio Muñoz, el artista que estaba realizando el ábside de Arantzazu. «Llama la atención la manera en que, pese a vivir siempre en conventos franciscanos, Xavier conocía las vanguardias, y era porque recibía revistas y libros. Este artista se mantiene muy bien. Vienen turistas a la iglesia y al ver las anteriores exposiciones han preguntado dónde vive el artista», dijo Kortadi.

La exposición cuenta con un cuadro impresionista del huerto del convento de Olite -en el que Álvarez de Eulate vivió décadas-, otro de Pamplona con el río Arga a sus pies, y otro bastante más reciente, del año 1980, es una visión de la bahía de la Concha, con trazos muy esquemáticos. No hay que olvidar que Xavier nació bastante cerca de la playa donostiarra, concretamente en el ático del edificio que actualmente acoge el centro cultural Toldo Mitxelena. Su padre era bedel en la escuela de artes y oficios instalada entonces en el edificio.

Hay un cuadro que se diferencia completamente de los demás, pues aparece un Cristo crucificado, y el paisaje pasa a un segundo plano. Se titula 'Viernes santo en un pueblo sin cura'. Al mencionarlo, el párroco Kortadi hizo un comentario irónico sobre «la actualidad» de este cuadro, dado que hoy en día en el mismo Gipuzkoa hay bastantes localidades sin curas, y párrocos que tienen que atender a cinco o seis pueblos.

Aunque el nombre de Álvarez de Eulate se relacione sobre todo con las vidrieras que diseñó para el santuario de Arantzazu, con un colorido muy vivo, se trata de un artista muy prolífico, con más de 600 obras entre pinturas y esculturas. Quiso pasar desapercibido, pero con el paso del tiempo su reconocimiento va en aumento.

Se acaba de editar un catálogo que engloba las cuatro exposiciones llevadas a cabo en la basílica donostiarra. Ahí se puede leer este texto de Edorta Kortadi: «El paisaje natural y místico es uno de los temas centrales y recurrentes en la obra pictórica del franciscano Xavier Álvarez de Eulate. Para él lo fue todo, porque el ser humano, sin tierra, no es nada. Todos los temas iconográficos que tocó en su pintura tuvieron como tema sustancial o como fondo, también literalmente, el paisaje. La tierra donde el ser humano asienta sus raíces para desarrollar sus aspiraciones y sueños: su ser más profundo».

Nacido en San Sebastián en 1919, desde pequeño mostró dos vocaciones, la religión y el arte, que se mantuvieron a lo largo de toda su vida. «Era un hombre apasionado, tanto en cuestiones religiosas como estéticas», comentó ayer el también franciscano Iñaki Beristain, que habló en nombre de esta comunidad religiosa, que es la propietaria del legado de Álvarez de Eulate.

Otros dos artistas, Valentín de Zubiaurre e Ignacio Zuloaga, animaron a un joven Álvarez de Eulate a trasladarse a Madrid para estudiar en la Academia de San Fernando. Allí conoció a Jorge Oteiza, quien se convirtió en uno de sus grandes amigos y también valedor de su obra. «Oteiza le dijo que en San Fernando no le enseñarían más allá de las técnicas, y le animó a que abandonara esos estudios para sumergirse en el auto aprendizaje», dijo Beristain. Y el franciscano hizo caso al genial artista.

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