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Albaola prevé que a mediados del próximo año la réplica de la nao San Juan estará lista para su botadura y que un año ... después se encontrará en disposición de iniciar la travesía a Canadá para la que fue concebida. Dicho esto con todas las precauciones que acompañan a un proyecto que se inició en 2014 y al que se le han marcado varias veces plazos que por diversas circunstancias no se cumplieron. Ahora, el responsable de la Albaola Itsas Kultur Faktoria de Pasaia, Xabier Agote, se muestra más que prudente a la hora de administrar las expectativas, recuerda que siempre ha huido de las fechas, y asegura que su deseo ahora mismo y siempre que no haya imprevistos es llevar a cabo la botadura de la réplica en torno al verano de 2024. En cualquier caso, su estimación es que los trabajos de construcción del casco de la embarcación están ya completados al 85%.
La réplica, construida según las técnicas de la carpintería marítima del siglo XVI, afronta ahora el último tramo de su construcción, con el recubrimiento de la obra viva –la parte del casco que irá sumergida–. Una vez terminada, será el momento de depositar la embarcación en el agua para acometer el arbolado –la colocación de los mástiles– y aparejarlo –la instalación de los cabos, que en este caso superarán los cinco kilómetros de longitud–. Finalmente, se colgarán las velas. Si no hay contratiempos, todo estará a punto para el verano de 2025.
«La construcción de la nao está en la fase final», asegura el responsable de Albaola, que también se muestra muy reticente a dar fechas concretas porque, «aunque yo soy el primero que tiene ganas de echar el barco al agua, me da mucha pena que se ponga tanta atención en eso: el objetivo de este proyecto no es la botadura de la réplica, sino dar a conocer la historia marítima del País Vasco a través de este proyecto. Nosotros no somos una empresa».
En cualquier caso, añade Agote, «estamos ahora trabajando en el forrado de la parte inferior del casco, lo que se llama la obra viva. Después habrá que calafatear y a continuación, echaremos el barco al agua para lastrarlo, colocar los mástiles, aparejarlo con cinco kilómetros de cuerdas de distintos tamaños y grosores y, finalmente, instalar las velas». También durante esa fase de los trabajos, la nao San Juan será visitable por la ciudadanía, excepto en momentos puntuales.
De no ser por el parón de dos años que provocó la pandemia, «el barco estaría ya en el agua», lamenta. Sin entrar en fechas concretas, Agote calcula que la botadura será en verano de 2024 «si las cosas nos van bien. Me gustaría tener el barco listo para partir a mediados de 2025». Pero aclara que «si alguien tiene interés en que la nao esté lista para una fecha determinada, esto es una cuestión económica». En cualquier caso, asegura que no busca que la botadura coincida con la próxima edición del Itsas Festibala, en mayo del próximo año.
Con un presupuesto que ronda el millón de euros, de los cuales dos tercios proceden de distintas fuentes de autofinanciación, las veinticinco personas que actualmente están en plantilla de Albaola se reparten entre los carpinteros, «que trabajan también en la escuela gratuita que durante tres años forma a los alumnos en este oficio», el personal de oficina y los guías que acompañan a los visitantes.
De lo que sí se muestra satisfecho Agote es «del actual consenso de las instituciones vascas respecto a nuestro proyecto. No siempre ha sido así y conseguirlo ha sido muy difícil». Recuerda que la factoría no es un proyecto creado desde las instituciones, sino que obedeció a una iniciativa personal, que posteriormente consiguió el patrocinio de la Unesco.
De acuerdo con los patrones canadienses aplicados a la construcción de este tipo de embarcaciones, la réplica de la nao se encuentra en la segunda fase. «La primera es la investigación arqueológica, que en este caso no tiene precedentes porque desmantelaron el pecio del barco pieza a pieza durante ocho años. Después, hay que añadir otros veintidós años de estudio al más alto nivel en los laboratorios de Otawa. La segunda fase es el proceso de construcción de la réplica, que es algo que en Canadá ni se imaginaban que se llevaría a cabo. Y ahora estamos a punto de abordar la tercera y última fase, que consiste en investigar cómo navega un galeón del siglo XVI».
Aquí Agote aclara que esta labor entraña su complejidad «dado que es algo que nunca se ha realizado. Hay quien ha construido barcos de esa época, pero más o menos 'inventados'. La nuestra es la primera vez que alguien construye un barco del siglo XVI a partir de planos arqueológicos porque físicos no los había en aquella época. Los planos estaban en la mente de los constructores». A este proceso de aprendizaje Albaola lo denomina «arqueonavegación».
La mayor dificultad en este aspecto, señala Agote, radica «en las incógnitas referentes a la parte de las velas. La nao San Juan no se encontró en la península de Labrador intacta al 100%. Se hallaron fragmentos de velas y de cuerdas, que se acompañan ahora con la documentación historiográfica que describe ciertos elementos y que luego habrá que confirmar o desestimar por medio de la navegación porque aquí no sirven las maquetas».
Albaola reabrió el lunes sus puertas, después de distintos trabajos de acondicionamiento de espacios que mantuvieron el astillero cerrado durante buena parte del último año. «Ha estado más días cerrada que abierta», explica Agote. Aún así, los visitantes en 2022 fueron 30.373, lejos de los 65.000 de aquel 2019 previo a la pandemia. Agote destaca el mérito de conseguir esa cifra de visitantes dado el enclave tan peculiar en el que se encuentra Albaola, adonde no se puede acceder en coche, ni en autobús. Tras su reapertura del pasado lunes, el precio de la entrada ha subido a diez euros. Las obras acometidas durante estos últimos doce meses incluyen una nueva zona de acceso y la habilitación de espacios en los que se exhibirán contenidos nuevos: «Mostraremos desde los telares hasta la herrería y distintos oficios relacionados con la construcción naval». De hecho, está previsto que las velas de la nao también se elaboren en parte en sus instalaciones. «Hemos conseguido algunas fuentes europeas de financiación que han permitido que la Factoría Albaola dé un salto cualitativo en la oferta museográfica», concluye Agote.
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