Aquella mujer citada explícitamente en una de sus más emblemáticas canciones, 'So Long, Marianne', e inspiradora de varias más, ejerció un enorme influjo en la vida y la obra de Leonard Cohen. Y reflejó también mucha de la entrega y el egoísmo, la comunión y ... el desapego de un poeta, escritor, cantante y compositor único. Pero, si atendemos a las sagaces declaraciones de Aviva Layton, la que fue mujer del escritor Irving Layton, mentor de Cohen, no se puede vivir con un artista de este calibre, o no en el sentido profundo y continuo de una convivencia, una constancia y un espacio común.
Publicidad
La película 'Marianne & Leonard, Words of Love', que se proyectó en la pasada edición del Dock of the Bay y se estrena mañana en las plataformas digitales Movistar+ y Filmin, recompone esa relación amorosa intensa e intermitente, feliz y dolorosa, de consecuencias brillantes y perdurables en lo artístico, y llena de altibajos y claroscuros en lo afectivo y sentimental. Marianne Ihlen, como ella misma decía, no era una artista, en un ambiente plagado de creadores, la isla griega de Hydra, en mitad de los años 60, en esa especie de arcadia contradictoria donde se conocieron cuando él aún no era cantante, solo escritor. Marianne fue musa, palabra ahora mal vista pero que emplean varios de los entrevistados, también una cantante y amiga como Julie Felix, que declara lo inspiradora que fue Marianne también para algunas de sus canciones. Pero sobre todo Marianne amó a Leonard, y él a ella, con toda la intensidad y la entrega, con unos matices a veces insalvables. Marianne intentó seguirle a Nueva York y a Canadá, pero Cohen solo compartía una parte de su tiempo y su espacio.
Nick Broomfield es el director de 'Marianne & Leonard, Words of Love'. Pronto se descubre que el cineasta que inauguró el Festival de San Sebastián en 2006 con 'Ghosts' y volvió al año siguiente con 'Battle For Haditha', es también un elemento protagonista fundamental, casi el vértice de un triángulo, en esa historia de amor, amistad y desencuentros. Broomfield también conoció a Marianne en aquel tiempo en Hydra, en 1968, y además de amigo de larga duración, fue testigo de aquel amor inusual. Y también declara que fue gracias a la inspiración y el empeño de Marianne que él se convirtió en cineasta. Sin excesivo protagonismo, el propio director con su voz en off sirve de hilo conductor de la historia, pero lo mejor es que entonces ya filmó bastantes imágenes de Leonard y Marianne. Y todo eso contribuye a que la reconstrucción de la historia evite el formato típico de documental biográfico. Hay entrevistas, algunas tan reveladoras como las de Judy Collins, Aviva Layton o Ron Cornelius, pero la película se construye sobre todo con una cadenciosa fusión de imágenes, voces y documentos con una profusión de lo más gratificante: casi cada historia y cada matiz tienen su testimonio real en fotografías, filmaciones o declaraciones de archivo.
No es solo la historia de amor y el tributo a una mujer cuyos sentimientos profundos parecen difíciles de aprehender. El filme también retrata una época, una cultura y una forma de estar en el mundo que, como viene a decir el propio Cohen, fue un tiempo breve, intenso e irrepetible. Con sus luces y sus sombras.
Suscríbete los 2 primeros meses gratis
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
La víctima del crimen de Viana recibió una veintena de puñaladas
El Norte de Castilla
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.